¡°No queda ni la sombra de la revoluci¨®n por la que lucho¡±
Dos combatientes rebeldes y un paramilitar pro-gubernamental sirios relatan el impacto de la injerencia extranjera en sus frentes
Son ya 2.190 los d¨ªas que insurrectos y soldados regulares llevan combatiendo en Siria. Una contienda donde los frentes son tan cambiantes como las poblaciones desplazadas a su paso. Y a cuyas trincheras se han sumado en los ¨²ltimos a?os milicianos, yihadistas, tropas y aviaciones extranjeros. Con unos bandos cada d¨ªa m¨¢s dependientes de? intereses internacionales y regionales, son los sirios que luchan en su tierra quienes sufren las consecuencias. Un impacto que acaba por empa?ar incluso las victorias.
En el bando insurrecto se palpa el pesimismo tras acumular derrotas y rendiciones. Y sin embargo, hay quien no est¨¢ dispuesto a tirar el fusil. ¡°No queda ni la sombra de la revoluci¨®n por la que lucho¡±, admite desde Deraa y en entrecortadas videollamadas Muawiya Faisal Sayasneh, combatiente del Ej¨¦rcito Libre Sirio (ELS). La mano de Sayasneh es una de las que garabate¨® aquella pintada contra Bachar el Asad el 15 de marzo de 2011. La misma que convirti¨® Deraa en epicentro de las protestas que tres d¨ªas despu¨¦s enterraron a las primeras v¨ªctimas bajo la represi¨®n estatal.
Pero ha llovido mucho desde entonces. A sus 22 a?os ha pasado seis combatiendo en las filas del ELS. Lo suficiente para saber encajar el doble lastre que se cierne sobre ¨¦l y sus compa?eros de armas, hoy minoritarios en el tablero insurrecto. ¡°Cada grupo lucha por sus propios intereses y recursos. Mientras, los civiles malviven y la aviaci¨®n siria sigue bombardeando¡±, espeta antes de pasar lista a la vecina Jordania. Hace ya 10 meses que Aman ech¨® el cerrojo a su frontera norte por lo que es a los hospitales israel¨ªes adonde su brigada evac¨²a a los heridos armados y civiles.
Tras pasar 33 d¨ªas de c¨¢rcel y quedar hu¨¦rfano de padre, Sayasnesh no piensa soltar el kal¨¢shnikov hasta ¡°que caiga muerto¡±. Lo que no podr¨ªa imaginar seis a?os atr¨¢s es que la muerte pudiera llegarle por igual del ca?¨®n de un insurrecto yihadista que del de un soldado regular. En la barraca donde duerme, aun preside el muro central la bandera siria con estrellas rojas.
Un sentimiento parejo embarga a Abu Qusay, de 46, en el norte de Siria. Pero es hacia Turqu¨ªa a quien este combatiente de una brigada af¨ªn al ELS dirige sus cr¨ªticas. Mientras que Sayasneh es el producto de una radicalizaci¨®n fruto de la represi¨®n estatal, Abu Qusay lo es de la progresiva radicalizaci¨®n religiosa forjada a golpe de petrod¨®lares de las monarqu¨ªas conservadoras del Golfo. ¡°Hoy son los d¨®lares los que nos dividen, no la ideolog¨ªa¡±, musita al tel¨¦fono. ¡°Turqu¨ªa y Arabia Saud¨ª han reemplazado a los antiguos l¨ªderes en el terreno por otros nuevos que a cambio de un cheque mensual est¨¢n dispuestos a implementar su agenda¡±.
Varios de ellos son antiguos compa?eros de lucha, a los que excusa porque ¡°al fin y al cabo hay que alimentar a la familia¡±. A las presiones, asegura, se suma la creciente restricci¨®n de movimientos en el sur de Turqu¨ªa, retaguardia rebelde. Una presi¨®n tambi¨¦n creciente en Idlib, capital insurrecta en Siria, donde el cambio de juego de Ankara opera fuerzas centr¨ªfugas y centr¨ªpetas capaces de hacer implosionar al bando insurrecto.
Tanto Sayasneh como Abu Qusay han descartado embarcarse en el cruce ilegal del Mediterr¨¢neo por falta de dinero. Resignados en sus respectivos pero dispares frentes, consumen los d¨ªas entre los combates, los pitillos compartidos en las noches de insomnio y el env¨ªo de melosos emoticonos a esas mujeres que, tambi¨¦n por falta de dinero, no pudieron ni podr¨¢n desposar. Abu Qusay reh¨²sa voltear la cabeza hacia el pasado. ¡°Nos han robado la guerra, era un asunto entre sirios. Pero si Bachar se va, al menos podremos resolver las diferencias entre nosotros¡±, dice en referencia a las negociaciones de paz.
"Queda mucho camino por delante"
Del otro lado del frente, en la periferia de Damasco, se encuentra Toni R, de 29. Pertenece a una unidad de la Defensa Nacional que engloba a cerca de 100.000 hombres que luchan junto a las tropas regulares en todo el pa¨ªs. A pesar del j¨²bilo del momento, no canta vitoria. ¡°Con el ISIS en Raqa y Al Qaeda en Idlib, queda mucho camino por delante¡±, admite. Pero los seis a?os que cierra por detr¨¢s tambi¨¦n pesan sobre las espaldas de un sirio que se declara ante todo patriota. Rehus¨® abandonar el pa¨ªs y optar por un mejor futuro para sus hijos y mujer en Europa a cambio de un presente plagado de dificultades pero defendiendo su tierra.
Desde septiembre de 2015, el apoyo de la aviaci¨®n rusa ha resultado crucial para el avance del Ej¨¦rcito sirio. Y es 16 meses despu¨¦s y en Alepo donde Toni piensa que "han pagado la primera factura". Ante la comunidad internacional, Mosc¨² se impuso como mediador con la evacuaci¨®n del ¨²ltimo reducto insurrecto de la ciudad. Para este paramilitar, el apresurado acuerdo no hizo justicia a los m¨¢s de 90.000 uniformados sirios que han caido combatiendo en tierra. Ni a los miles de civiles tambi¨¦n sirios cercados en zonas insurrectas. Toni ojea a diario la memoria de su m¨®vil donde guarda las fotos de los compa?eros muertos, entre ellos su mejor amigo.
¡°La paz depende de la voluntad pol¨ªtica y no de las armas¡±, preconizaba hace tres a?os un General del Ej¨¦rcito sirio en Alepo a cargo del entonces frente silenciado. ¡°Mientras tanto, seguiremos enterrando a nuestros soldados¡±, remacha hoy Toni.
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