¡°A resanar las grietas del edificio Colombia¡±
Es el momento para liderazgos renovados, una justicia que act¨²e con rapidez, y unos medios que reconozcamos nuestra capacidad para preguntar, opinar y escudri?ar
El sobornador Odebrecht ha hecho visible un modus operandi en muchos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina donde hecha la ley hecha la trampa para garantizar la financiaci¨®n ilegal y los subreportes de las campa?as electorales. No todas, pero s¨ª muchas. Unas con dolo, otras por el apetito de gerentes, contratistas, y otras por confianza excesiva en las estructuras en las que se soportan.
Lo cierto es que en Colombia y el mundo, las sumas involucradas superan los ceros posibles. Seg¨²n la MOE con datos de Cuentas Claras, procesados por Transparencia por Colombia, solo para la elecci¨®n del Congreso en 2014 se gastaron 196.000 millones de pesos (65 millones de d¨®lares) y solo un 15 ¨® 20 por ciento de esa suma correspond¨ªa a financiaci¨®n estatal. Pasa lo mismo en las presidenciales. Para 2010 y 2014 la suma lleg¨®, seg¨²n la misma fuente, a 85.000 millones (28 millones de d¨®lares).
La puerta por donde entra el 80 por ciento de recursos adicionales, que no proviene de cr¨¦ditos bancarios y aportes legales, sino de los caciques regionales y de las triangulaciones es por donde se meten los de origen limpio o ilegal y por lo tanto abonan de manera autom¨¢tica el terreno a la corrupci¨®n en el Estado.
Esa pr¨¢ctica ha puesto en entredicho el sistema electoral en su financiaci¨®n por la violaci¨®n de topes y las maniobras para recibir pagos por fuera del pa¨ªs. Y esas mismas pr¨¢cticas se han llevado a cabo en un ambiente de hipocres¨ªa de la clase pol¨ªtica, los empresarios que garantizan los pagos y hasta de los medios de comunicaci¨®n que por a?os hemos cubierto las campa?as sin aproximarnos a este tema tan crucial.
Mientras las autoridades, ojal¨¢ de la manera m¨¢s r¨¢pida y transparente, valoran jur¨ªdicamente las implicaciones de los responsables en lo disciplinario, penal y administrativo, es fundamental que la reforma pol¨ªtica propuesta al Congreso en Colombia realmente act¨²e sobre los vac¨ªos y problemas que nos tienen ante una situaci¨®n tan delicada.
Las revelaciones diarias, minuto a minuto, de los involucrados en este caso, no pueden ni deber¨ªan ser usadas pol¨ªticamente por opositores y candidatos ya en campa?a presidencial para deslegitimar al Gobierno en el momento de quiebre institucional que implica echar a andar un tribunal de juzgamiento para obtener la verdad y reparar a las v¨ªctimas del conflicto al tiempo que un ej¨¦rcito de 7.000 hombres hace el tr¨¢nsito a la paz.
Sensato Antanas Mockus a quien ahora han querido crucificar por la valent¨ªa para expresarse sobre el presunto fraude electoral que implica el pago de 2 millones de afiches por parte de Odebrecht en la campa?a 2010, en la que ¨¦l, desde el partido Verde, se enfrent¨® al presidente Juan Manuel Santos. Mockus se niega a decir que su derrota se debi¨® a 2 millones de afiches como pretend¨ªan incluso miembros de su partido. Y no porque est¨¦ avalando la ilegalidad. Todo lo contrario, es porque es papel de la justicia y por eso considera que la solicitud hecha por Santos al Consejo Nacional Electoral para que se levante la caducidad para investigar su campa?a es la acertada.
Mockus no ha validado la trampa. Mockus no quiere hacer uso pol¨ªtico de la situaci¨®n, que es diferente. L¨¢stima que no dijera que hablaba como contratista del Gobierno, habr¨ªa sido m¨¢s transparente.
Lo que est¨¢ en juego cuando es posible limpiar lo que ha estado sucio por a?os requiere de madurez, de altura en el debate p¨²blico, de reflexi¨®n y estatura intelectual. No veo a¨²n en el escenario pol¨ªtico de cara a las elecciones de 2018 m¨¢s que figuras dignas de la que llamo la plaza imp¨²dica: gritos y rostros de ira contenida que restan credibilidad a las verdades que se dicen, golpes de mano y coscorrones y uso de los cargos para salir en hombros a conquistar el favor de los electores.
En momentos en que el 71 por ciento de los colombianos rechaza al Gobierno, el general Oscar Naranjo tiene por delante el reto de resanar las grietas del edificio Colombia, como lo llamaba Jaime Garzon, con la salida del vicepresidente Germ¨¢n Vargas Lleras. Pero no para tapar o maquillar. El conocido como el mejor polic¨ªa del mundo es un hombre de buenos modales y hablar pasito.
Naranjo puede ser el arquitecto de una nueva seguridad ciudadana que junto a la corrupci¨®n son los temas que m¨¢s afectan a los ciudadanos, a tender puentes pol¨ªticos e institucionales, a hablarle a Estados Unidos para convencerlos de no recortar las ayudas que tanto necesitan quienes s¨ª est¨¢n trabajando en el fondo, en los territorios, en la reconstrucci¨®n del tejido social y el regreso a la legalidad bajo la amenaza cierta de quienes van asesinando l¨ªderes de derechos humanos (64 de 127 en 2016 seg¨²n Naciones Unidas) por razones relacionadas con la defensa de la paz y la erradicaci¨®n de cultivos.
Es el momento de liderazgos renovados, una justicia que act¨²e con rapidez, y unos medios en los que reconozcamos nuestra capacidad para preguntar, opinar y escudri?ar sin la indignaci¨®n teatral, ni la agenda oculta. Solo por la verdad para nuestras audiencias.
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