Erdogan se da de bruces contra la gran pantalla
Una pel¨ªcula hagiogr¨¢fica sobre el presidente turco no ha atraido a tanto p¨²blico como esperaba
Ten¨ªa todo a su favor para ser un ¨¦xito: un presupuesto que, para Turqu¨ªa, es digno de una superproducci¨®n (8 millones de euros), una historia potente, un actor de asombroso parecido f¨ªsico al personaje real. Y, sin embargo, Reis,?el?biopic que narra el ascenso del presidente Recep Tayyip Erdogan desde sus humildes or¨ªgenes al estrellato pol¨ªtico, ha sido un fracaso en taquilla, sobre todo si se tiene en cuenta la amplia cobertura que se hab¨ªa dado a su rodaje y estreno en los medios de comunicaci¨®n progubernamentales, que a estas alturas son pr¨¢cticamente todos en Turqu¨ªa. Durante las dos primeras semanas en cartel, los datos oficiales afirman que poco m¨¢s de 150.000 personas se acercaron a verla, muy lejos de los m¨¢s de 3 millones de espectadores que cosech¨® Recep Ivedik 5, otra producci¨®n local, o los 400.000 de la ¨²ltima del ¨ªtalo-turco Ferzan ?zpetek. Y diversas cr¨®nicas dan cuenta de salas de cine pr¨¢cticamente vac¨ªas (como fue el caso del pase al que asisti¨® este periodista en un conservador barrio estambul¨ª). Quiz¨¢s es que a la gente le sobra con ver los tres discursos diarios de Erdogan que son retransmitidos ¨ªntegros y en directo en muchas de las cadenas del pa¨ªs.
Reis (que puede traducirse como ¡°jefe¡±, ¡°capit¨¢n¡± o ¡°l¨ªder¡±) es una hagiograf¨ªa con todas las letras, pero su guion es tan naif y maniqueo que da verg¨¹enza ajena, y ni siquiera el toque telenovelesco que se le ha tratado de imprimir logra enganchar al espectador. La historia cuenta la infancia de quien hoy preside los designios de Turqu¨ªa en el modesto barrio de Kasimpasa (Estambul) en la d¨¦cada de 1960, que va alternando con flashforward?¡ªalgunos sin ning¨²n sentido narrativo¡ª de la d¨¦cada de 1990, cuando Erdogan es elegido alcalde de Estambul. En la cinta, Tayyip es un ni?o laborioso ¨Ctrabaja vendiendo roscas de pan en la calle-, buen alumno y devoto, e incluso tiene ya dotes de liderazgo entre su grupo de amigos. Su infancia se desarrolla a la sombra de un padre severo pero de coraz¨®n puro y de una especie de g¨¢nster bondadoso que dirige el barrio. Un barrio en el que sus humildes y religiosos habitantes se ven sometidos a las constantes arbitrariedades e injusticias de un Estado corrupto que defiende a los poderosos y se ceba con los d¨¦biles. ¡°La justicia es fuerza¡±, le explica el mafiosillo al infante Tayyip: ¡°Si eres d¨¦bil, te comer¨¢n¡±. Y, desde entonces, Erdogan no se arredrar¨¢ hasta llegar a la cima del poder.
Hay tambi¨¦n en la pel¨ªcula un hu¨¦rfano rescatado por un hombre rudo pero compasivo y un ni?o maltratado por su padre ¡ªcasualmente el ¨²nico de todos los personajes que bebe alcohol y que, por si faltaba algo, es un miserable delator¡ª. Las que est¨¢n ausentes, excepto en el papel de meras figurantas, son las mujeres. La moraleja de Reis es clara: Turqu¨ªa necesita un l¨ªder fuerte, un ¡°padrecito¡±. O como concluye una l¨²cida analista turca en Twitter, ¡°este pa¨ªs tiene complejos paternos¡±.
Los gui?os y alabanzas al hombre fuerte de la Turqu¨ªa actual en la cinta dejan la genuflexi¨®n en un mero acto de cortes¨ªa: siendo alcalde abandona su apretada agenda para rescatar a un gato atrapado en un pozo y, tras recibir amenazas por no aceptar un soborno, afirma: ¡°Solo se muere una vez. Si hay que morir, moriremos como hombres¡±. As¨ª hasta llegar a un final de traca que los guionistas se sacan de la chistera: estando en la c¨¢rcel ¡ªen 1999, Erdogan pas¨® cuatro meses en prisi¨®n por recitar un poema que un tribunal consider¨® islamista¡ª, un polic¨ªa enviado por oscuros agentes del Estado intenta matarlo, pero el viejo g¨¢nster de la infancia, que casualmente cumple condena en la misma prisi¨®n, detiene in extremis el brazo asesino. Pregunta el polic¨ªa qui¨¦n es el inesperado hombre que ha salvado a Erdogan, y el otro responde: ¡°?El pueblo!¡±.
Se cierra con esa escena una pel¨ªcula que obviamente no pasar¨¢ a los anales del s¨¦ptimo arte (recibe una puntuaci¨®n de 1,9 sobre 10 en la web IMDb) y que probablemente no ver¨¢ rodadas las sucesivas secuelas que se hab¨ªan previsto por los problemas que ha sufrido el rodaje. El director, H¨¹daverdi Yavuz, ni siquiera acudi¨® al estreno ¡ªprecisamente el d¨ªa del cumplea?os del presidente turco¡ª en protesta porque la productora no ha pagado a¨²n a varios de los actores y porque le oblig¨® a terminar el montaje a machamartillo para que pudiese llegar a la gran pantalla durante la campa?a electoral del refer¨¦ndum con el que Erdogan pretende erigirse en todopoderoso presidente del pa¨ªs.
Pero el largometraje revela otro lado m¨¢s oscuro de Turqu¨ªa: la forma de hacer negocios que se ha instalado en el actual clima pol¨ªtico. Abundan los ejemplos de empresarios que erigen escuelas y hospitales bautizados con el nombre de Erdogan o de sus progenitores pagando de su bolsillo para, a cambio, recibir contratos p¨²blicos; de autoridades locales que organizan actos en honor del ¡°Jefe¡± e incluso encargan himnos a su persona; de periodistas y pol¨ªticos que pugnan entre s¨ª por ser m¨¢s papistas que el papa ¡ªen discursos, art¨ªculos y libros cargados de benevolentes ep¨ªtetos¡ª a fin de recibir sus parabienes, y su trocito de pastel. La productora de Reis, Kafkas?r Film Akademisi, no tiene otros trabajos en su haber: en realidad es una compa?¨ªa creada ad hoc por el fondo de inversi¨®n inmobiliaria Garantialsat (Compra y Vende con Garant¨ªas), que invita a adquirir terrenos en el extrarradio de Estambul ¡ªdonde est¨¢ prevista la construcci¨®n del nuevo gran aeropuerto de la metr¨®polis turca y un canal mar¨ªtimo artificial¡ª?y cuya revalorizaci¨®n depende completamente de que dichas obras p¨²blicas se lleven a cabo. Visto as¨ª, Reis es un donativo al Gran L¨ªder. Puro envoltorio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.