Provocaci¨®n
Un centenar de solados venezolanos se instalaron durante cuatro d¨ªas en territorio colombiano en una clara violaci¨®n a la soberan¨ªa de sus vecinos
Una bandera venezolana onde¨® durante cuatro d¨ªas en territorio colombiano en una clara violaci¨®n de la soberan¨ªa por parte de 120 militares armados, que se negaban a regresar diciendo que ten¨ªan ¨®rdenes superiores de permanecer sobre la ribera occidental del r¨ªo Arauca, en las Bocas del Juj¨², que divide a los dos pa¨ªses, ah¨ª en una vereda donde los pobladores narraron que llegaron destrozando los sembrados a montar un campamento.
Las tropas que invadieron territorio colombiano, "pero solo un poco", como dijera con descaro la canciller Delcy Rodr¨ªguez, ya se fueron , pero no fue un error involuntario provocado por causas climatol¨®gicas, como dijo la diplom¨¢tica venezolana porque cambios en el cauce del r¨ªo provocan diferencias de interpretaci¨®n de coordenadas.
Tampoco creo que fuera "un patrullaje cotidiano en territorio venezolano, que la fuerza armada realiza para combatir las graves amenazas a la paz y estabilidad de Venezuela que representan el paramilitarismo colombiano, las bandas criminales, el delito trasnacional y en particular el delito del narcotr¨¢fico y el contrabando de extracci¨®n", como dijeron sin sonrojarse.
Es en cambio, como plantea Mois¨¦s Na¨ªm, al ser preguntado por este caso: una decisi¨®n deliberada o producto de la anarqu¨ªa en las decisiones gubernamentales de Venezuela.
Y en ambos casos es muy grave. Las guerras m¨¢s sangrientas siempre han tenido en el cruce de fronteras y de l¨ªmites democr¨¢ticos una raz¨®n para empezar y no encontrar fin. Y si quienes las cruzan son militares con un mando dividido y alimentados por el narcotr¨¢fico, seg¨²n las autoridades norteamericanas, es a¨²n m¨¢s complicado.
La tensi¨®n antes del retiro de las tropas deber¨ªa dejar varias lecciones. Funcion¨® la v¨ªa diplom¨¢tica, en buena hora; tambi¨¦n el env¨ªo de 300 militares colombianos a rodearlos logr¨® su objetivo, que el presidente Juan Manuel Santos le haya dicho a Nicol¨¢s Maduro que era inaceptable y exigiera la salida inmediata de los militares, perfecto. Pero el tema no ha terminado. Esto fue una grave provocaci¨®n y deber¨ªa ser informado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por lo menos.
Hace pocos d¨ªas, 14 pa¨ªses de la OEA, entre los que se encuentra Colombia junto a Argentina, Brasil, Canad¨¢, Chile y Costa Rica, pidieron a Maduro elecciones y liberar a los presos pol¨ªticos ¡ªentre otras solicitudes¡ª ante un r¨¦gimen que es autoritario y represivo. Venezuela es a todas luces un Estado cr¨ªtico y amenazante para toda la regi¨®n, pero sobre todo es el rostro de la violaci¨®n a los m¨¢s m¨ªnimos derechos de sus propios ciudadanos hambrientos y sin lo necesario para atender sus dolencias.
La salida o sanci¨®n pedida por Almagro para sacar a Venezuela de la Asamblea General de la OEA tiene por lo menos que ser valorada para condicionar la participaci¨®n de ese pa¨ªs al retorno a unos canales democr¨¢ticos que son los que le permitieron tener un asiento en la organizaci¨®n hemisf¨¦rica.
Y todo eso pasa en el vecino pa¨ªs mientras en Colombia se promueve una marcha en nombre de una patria que no soporta m¨¢s mentiras y que le dice a los homof¨®bicos, a los intolerantes, que cualquier excusa es v¨¢lida contra el Gobierno. Olvid¨¢ndose de los riesgos de jugar con la institucionalidad a punta de frases efectistas cuando frente a los temas de fondo, a los que deber¨ªa una oposici¨®n apuntar, se tapan los ojos los integrantes de la que bien llama Ricardo Silva la sociedad de vigilantes impunes.
Pero para esas mentiras convertidas en frases publicitarias en las redes habr¨¢ tiempo. No hay tiempo es para evitar un estallido en la siempre caliente frontera colombo-venezolana. Venezuela se blinda en la incapacidad creciente de organismos multilaterales para encontrar salidas y en la complicidad muda del continente que al menos ahora ha empezado a decir pasito lo que piensa. El tono crecer¨¢ cuando a los otros les pas¨¦ lo que ocurri¨® en Arauquita y, entonces, ojal¨¢ las decisiones no lleguen a destiempo.
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