Europa al Reino Unido: ¡°No es un d¨ªa feliz, pero hay que limitar el impacto del ¡®Brexit¡±
La carta que activa el 'Brexit', firmada anoche por May, ya est¨¢ en manos del presidente del Consejo Europeo
Atr¨¢s queda la poes¨ªa: a partir de hoy es el turno de la prosa. Junto a la union jack y bajo un retrato de Robert Walpole, el primero en ocupar el cargo de primer ministro, Theresa May firm¨® anoche la carta en la que comunica oficialmente la intenci¨®n de Reino Unido de abandonar la UE. El embajador brit¨¢nico, Tim Barrow, la ha entregado ¡ªcon muy poca fanfarria para un momento tan solemne¡ª poco antes de las 13.30 (hora peninsular espa?ola) de este mi¨¦rcoles al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Esa entrega marca el momento de emborronar los versos con prosaicos r¨ªos de tinta. Arranca as¨ª una negociaci¨®n que se cerrar¨¢ en el plazo de dos a?os con la primera ruptura de la Uni¨®n desde su nacimiento en 1957. Y se abre un periodo de incertidumbre, con una v¨ªa de salida dif¨ªcil de sellar en una Europa que arrastra a¨²n los pies ante media docena de crisis, y un periodo de fragilidad interna en Reino Unido, con Escocia e Irlanda del Norte a disgusto con el divorcio entre Londres y Bruselas.
¡°Recuperemos el control¡±. ¡°Que nos devuelvan el pa¨ªs¡±. ¡°Brexit significa Brexit¡±. ¡°Un acuerdo que funcione para todo Reino Unido¡±. Los esl¨®ganes dirigidos al coraz¨®n y a las tripas con los que se ha construido el discurso del Brexit deben traducirse ahora, en el plazo de dos a?os que abre el art¨ªculo 50 del Tratado de Lisboa, en dos acuerdos: uno que fije los t¨¦rminos del divorcio, destejiendo una relaci¨®n de algo m¨¢s de 40 a?os, y otro que establezca el marco de las futuras relaciones entre la quinta econom¨ªa y el mayor marcado ¨²nico del mundo. Una labor colosal para la que no existen precedentes. Nunca antes, en sus 60 a?os redondos de historia, un pa¨ªs ha abandonado la Uni¨®n Europea. Esto es territorio sin cartografiar.
Poco aclara el tenor del art¨ªculo 50 ¡ªen vigor desde 2009 y que contempla por primera vez la posibilidad de que un Estado miembro decida voluntariamente abandonar la Uni¨®n Europea¡ª sobre el contenido de la carta. Sus 260 palabras, como ha reconocido uno de sus autores, el diplom¨¢tico brit¨¢nico Brian Kerr, fueron redactadas para no utilizarse nunca. Pero las poco m¨¢s de 2.000 palabras de la carta de May arrancan en un tono moderado, importante para el arranque de la negociaci¨®n: "El 23 de junio, el pueblo de Reino Unido vot¨® por salir de la UE. Esa decisi¨®n no es un rechazo a los valores que compartimos como europeos". Tusk ha sido rotundo: "No hay ninguna raz¨®n para pretender que este es un d¨ªa feliz para los europeos y los brit¨¢nicos". "Pero hay algo positivo en el Brexit: nos ha hecho a los Veintisiete m¨¢s determinados y m¨¢s unidos que antes", ha dicho el jefe del Consejo Europeo.
El objetivo de Europa es claro: minimizar "el impacto para los Estados miembros y para los ciudadanos", ha subrayado Tusk. Nada cambia hasta que el acuerdo de divorcio se firme. Tusk ha pedido una salida "ordenada", ha anunciado que el viernes dar¨¢ un mandato negociador a la Comisi¨®n Europea, y poco m¨¢s: no ha aceptado preguntas en una corta comparecencia ante la prensa, y ha adoptado el tono solemne de las grandes ocasiones. "?Qu¨¦ m¨¢s puedo a?adir? Ya os echamos de menos", ha dicho el presidente de la instituci¨®n europea como cierre de su intervenci¨®n.
El 'Brexit' duro, peor para Reino Unido
El comercio entre la UE y Reino Unido es pr¨¢cticamente igual que el de la UE y Estados Unidos: solo un 20% menor. Una fractura abrupta provocar¨ªa graves costes en ambos lados, pero sobre todo en el brit¨¢nico: las exportaciones europeas a Reino Unido ascienden al 2,5% del PIB del continente, pero las exportaciones brit¨¢nicas a Europa suponen nada menos que el 7,5% del PIB de Reino Unido. Las inversiones son tambi¨¦n muy elevadas, y perpetuar la actual incertidumbre provocar¨ªa un impacto enorme: de nuevo, m¨¢s importante en suelo brit¨¢nico. Las previsiones son cualquier cosa menos fiables, pero ah¨ª van: los europeos calculan que el divorcio tendr¨¢ un impacto de entre 0,1 y 0,5 puntos de su PIB en la UE hasta 2030; los brit¨¢nicos admiten que el impacto en Reino Unido puede ir de 1,3 a 4,2 puntos de PIB. En caso de terminar sin acuerdo, Reino Unido puede perder hasta 7,5 puntos de PIB hasta 2030. La quinta econom¨ªa del mundo tiene un PIB de 2,4 billones de euros: ese 7,5%, si tiene visos de ser cierto, supondr¨ªa una destrucci¨®n de riqueza de 180.000 millones de euros.
La postura de partida de Reino Unido en la negociaci¨®n est¨¢ relativamente clara: la esboz¨® la primera ministra en su discurso en la Lancaster House londinense el pasado 17 de enero, y la dej¨® por escrito en el llamado ¡°libro blanco¡± de 75 p¨¢ginas que remiti¨® al Parlamento brit¨¢nico el 2 de febrero. B¨¢sicamente, sus prioridades son acabar con la libre circulaci¨®n de personas entre Reino Unido y la UE, y salirse de la jurisdicci¨®n del Tribunal Europeo de Justicia. May reconoce y acepta que esas dos demandas implican la salida del mercado com¨²n. En la carta, May ha optado por un tono moderado, lejos de las soflamas de los ¨²ltimos meses: el Brexit "no es un rechazo de los valores que compartimos con los europeos, ni un intento de lastimar a la UE". "Esperamos lograr una relaci¨®n profunda y especial", afirma en la misiva, de seis folios, "como el vecino y amigo m¨¢s cercano de la Uni¨®n una vez nos marchemos". A pesar de que en el pasado May apunt¨® que "un no acuerdo es mejor que un mal acuerdo", la carta sugiere que ha suavizado su posici¨®n: "Hay que reducir en lo posible la perturbaci¨®n en ambos lados" y "dar la mayor certidumbre posible lo antes posible" a los ciudadanos y a las empresas en el Reino Unido y en la UE.
Bruselas es de la misma opini¨®n. "La Uni¨®n proteger¨¢ sus intereses: la prioridad es minimizar la incertidumbre causada por la salida de Reino Unido para nuestros ciudadanos, empresas y Estados miembros", seg¨²n un comunicado del Consejo Europeo. "Empezaremos por los asuntos clave para lograr una salida ordenada", ha a?adido. Esas claves son tres: la factura del Brexit (Europa habla de 60.000 millones, una cifra que ser¨¢ a buen seguro inferior), los derechos de los ciudadanos (ambas partes quieren un acuerdo r¨¢pido y rec¨ªproco) y las fronteras, b¨¢sicamente con Irlanda.
Eso dibuja lo que se ha venido a llamar un ¡°Brexit duro¡±, frente a otras opciones de salida (Brexit suave) que contemplar¨ªan concesiones en el control de fronteras y la jurisdicci¨®n del tribunal luxemburgu¨¦s, a cambio de seguir de alguna manera en el mercado ¨²nico. El Brexit duro supondr¨ªa un mayor perjuicio econ¨®mico para Reino Unido, que Londres tratar¨¢ de minimizar negociando un acceso al mercado ¨²nico desde fuera, pero todo lo ¡°libre de fricciones¡± que sea posible. Por ¨²ltimo, May ha advertido que prefiere ¡°que no haya acuerdo a que haya uno malo¡±. Si las negociaciones fracasan, asegura, est¨¢ dispuesta a dar el salto al vac¨ªo sin red.
Bruselas, por su parte, est¨¢ expectante. El parto brit¨¢nico para activar oficialmente el Brexit ha durado justo nueve meses: las instituciones europeas escrutar¨¢n cada coma de ese texto, porque tras los duros discursos de Theresa May a lo largo de los ¨²ltimos meses lo fundamental es el tono de esa misiva, que marcar¨¢ los primeros compases de una negociaci¨®n clave para el futuro de la Uni¨®n Europea. Los europeos han subrayado que la Uni¨®n ser¨¢ ¡°firme¡±, seg¨²n el jefe negociador, el franc¨¦s Michel Barnier. Incluso Berl¨ªn, que hace unos meses parec¨ªa partidaria de un Brexit suave, ha endurecido su posici¨®n en las ¨²ltimas semanas, despu¨¦s de un vivo debate interno.
Bruselas es consciente de que el coste de un Brexit abrupto ser¨ªa considerable para ambos bandos. Y se ha preparado a conciencia: las directrices para que la Comisi¨®n negocie se conocer¨¢n el viernes. Se trata de un documento de 10 p¨¢ginas, seg¨²n fuentes conocedoras de un primer borrador, para que Barnier empiece por lo que m¨¢s importa: la factura (se habla de unos 60.000 millones), la gente (los derechos de los 3,3 millones de europeos en Reino Unido y 1,2 millones de brit¨¢nicos en la UE) y la frontera con Irlanda. ¡°No se puede excluir que todo vaya rematadamente mal en los dos a?os que vienen, pero las dos partes tienen incentivos para llegar a acuerdos en esos tres asuntos¡±, declaran las fuentes consultadas en Bruselas.
En un divorcio, lo primero es ver qui¨¦n se queda con la batidora: las directrices establecen que m¨¢s que buscar una cifra hay que acordar con Londres una metodolog¨ªa, y que eso ser¨¢ una suerte de campo minado tanto pol¨ªtica como t¨¦cnicamente. Hay que valorar los activos a los que Reino Unido ha contribuido durante m¨¢s de 40 a?os, los cap¨ªtulos presupuestarios, los compromisos de pago, esas cosas. Lo segundo ser¨¢ dar garant¨ªas de estabilidad a los 4,5 millones de personas afectadas (europeos en Reino Unido y brit¨¢nicos en el continente), con compromisos rec¨ªprocos por parte de Londres y de Bruselas, y ver en qu¨¦ instancia judicial se resuelven los conflictos (las directrices apuntan a la Corte Internacional de Justicia de La Haya). Lo tercero es ver qu¨¦ hacer con la frontera en Irlanda del Norte. Una vez haya un principio de acuerdo pol¨ªtico en esos tres asuntos, Barnier acudir¨¢ de nuevo al Consejo Europeo en busca de directrices m¨¢s amplias. Y la negociaci¨®n entrar¨¢ en otra dimensi¨®n.
¡°El mandato se ampliar¨¢ entonces para darle a Londres la perspectiva de la futura relaci¨®n comercial: sin esa perspectiva, Theresa May tendr¨ªa muy complicado en casa suscribir los pactos sobre la factura, por ejemplo. Y entre el acuerdo de divorcio y el inicio de la negociaci¨®n para el futuro acuerdo comercial, que puede durar a?os, hay que pactar tambi¨¦n un acuerdo de transici¨®n para que las relaciones entre la UE y Reino Unido no caigan en un agujero negro¡±, destaca una alta fuente europea a EL PA?S.
Dicho acuerdo transitorio conlleva problemas dom¨¦sticos para May: mantener temporalmente las cosas como est¨¢n implicar¨ªa seguir unos a?os m¨¢s bajo la jurisdicci¨®n del Tribunal de Justicia Europeo. Llegar a las elecciones de 2020 con el pa¨ªs sometido a¨²n a los dict¨¢menes del vilipendiado tribunal y contribuyendo al presupuesto europeo ser¨¢ dif¨ªcil de vender ante el sector m¨¢s duro del 52% de los brit¨¢nicos que vot¨® por el Brexit.
May, desoyendo los consejos de pesos pesados de su partido, ha descartado reiteradamente adelantar las elecciones y aprovechar la debacle del laborismo para reforzar su endeble mayor¨ªa parlamentaria: m¨¢s por dem¨¦rito del contrario que por m¨¦ritos propios, los sondeos se?alan que, de celebrarse elecciones hoy, obtendr¨ªa una ventaja hist¨®rica de 140 esca?os. Algo tentador, teniendo en cuenta que el proceso del Brexit requerir¨¢ la tramitaci¨®n un buen n¨²mero de leyes; pero peligroso: una campa?a electoral, adem¨¢s de desviar energ¨ªas de la tarea principal, requerir¨ªa respuestas p¨²blicas para las grandes preguntas que inevitablemente surgir¨ªan. Y la primera ministra ha dejado claro en los preliminares que las negociaciones, para ella, cuanto m¨¢s en privado, mejor.
Theresa May podr¨¢ tomar el pulso esta misma tarde al Parlamento cuando comparezca, casi simult¨¢neamente a la entrega de la carta, en la sesi¨®n semanal de preguntas a la primera ministra. All¨ª tiene previsto comunicar oficialmente a los diputados la activaci¨®n del proceso. Est¨¢ por ver si, tal como anunci¨® Jeremy Corbyn despu¨¦s de que los diputados aprobaran sin enmiendas los planes de May para iniciar el Brexit, ¡°la verdadera batalla¡± para la oposici¨®n laborista ¡°empieza ahora¡±. En caso contrario, la principal molestia en casa para la primera ministra vendr¨¢ del sector m¨¢s eur¨®fobo de su propio partido.
La verdadera talla pol¨ªtica de Theresa May se medir¨¢ ahora, entre otras cosas, por la valent¨ªa que sea capaz de mostrar ante ese sector duro y ante el discurso populista de los tabloides. Ese que, en una foto junto a Nicola Sturgeon que adornaba la primera p¨¢gina de ayer del Daily Mail, plante¨® en los denigrantes t¨¦rminos de un concurso de piernas el otro gran reto que tiene May ante s¨ª: Escocia. El Parlamento de Edimburgo entreg¨® ayer a Sturgeon el mandato para solicitar a Londres la celebraci¨®n de un segundo refer¨¦ndum de independencia. En paralelo con las negociaciones del Brexit, May deber¨¢ velar por la unidad del pa¨ªs.
Tambi¨¦n en el lado europeo la clave es la unidad. En los ¨²ltimos nueve meses, la Europa en la encrucijada del t¨®pico, la Uni¨®n que todos los clich¨¦s describen como dividida, ha sorprendido con un consenso inquebrantable en torno a la unidad de los Veintisiete, ya sin Londres. ¡°No hay negociaci¨®n sin notificaci¨®n del art¨ªculo 50¡±, han dicho los l¨ªderes franceses y alemanes, italianos y espa?oles, finlandeses y checos, pese a que cada uno tiene sus intereses y a que Londres es un especialista consumado en el arte del divide y vencer¨¢s. El Gobierno brit¨¢nico ha flirteado con sus socios hist¨®ricos, pero aparentemente ha mordido el polvo. Se ha acercado a las patronales de varios sectores esenciales, desde la automoci¨®n al turismo, para que traten de influir en los Gobiernos continentales: de momento tambi¨¦n con magros resultados. La causa de ese consenso es que hay algo m¨¢s que mucho dinero en juego: el futuro de la UE.
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