El elefante en el Rin

Mientras el Canal de la Mancha se convierte en oc¨¦ano con el Brexit, y el Mediterr¨¢neo en un inmenso cementerio con el desesperado flujo migratorio hacia Europa, conviene fijar la atenci¨®n en otro curso de agua: el Rin. En estos procelosos tiempos para Europa, la relaci¨®n franco-germana, hist¨®rico motor del proyecto europeo, vuelve a ser esencial. Berl¨ªn y Par¨ªs muestran unidad en muchas pol¨ªticas. Sin embargo, fuera de los focos, el eje sufre grietas en un punto cr¨ªtico para el futuro de la UE.

Mientras el Brexit y el desaf¨ªo migratorio copan la atenci¨®n, el elefante en la habitaci¨®n del que no se habla es la crisis no resuelta de la zona euro y las divergencias de Berl¨ªn y Par¨ªs sobre c¨®mo superarla. Si el Brexit constituye una dolorosa pero no letal amputaci¨®n, y si la oleada de refugiados representa gasolina para la peligrosa pero contenible fiebre populista, la crisis de la zona euro conforma una amenaza letal. Una implosi¨®n en el ¨¢rea monetaria com¨²n destruir¨ªa la UE tal y como la conocemos. Y si bien la econom¨ªa europea muestra s¨ªntomas de mejora, Grecia e Italia proyectan largas sombras sobre el euro.

Atenas afronta importantes vencimientos en verano, inasumibles sin el desembolso de un nuevo tramo del pr¨¦stamo, y el desacuerdo entre los prestamistas es profundo. A la vez, Italia sigue gestando una importante crisis bancaria, con un Gobierno en estado de casi par¨¢lisis desde hace mucho tiempo: primero se par¨® todo por el refer¨¦ndum de diciembre sobre la reforma constitucional, y despu¨¦s por el fr¨¢gil liderazgo del actual Ejecutivo. El tama?o de la econom¨ªa italiana y el auge de las formaciones que abogan por un refer¨¦ndum sobre su pertenencia a la zona euro hacen de la cuesti¨®n italiana un asunto inquietante.

Una d¨¦cada de crisis de la eurozona ha demostrado que, al margen de las coyunturas, esta sufre graves defectos en su arquitectura. Alemania y Francia comprenden la necesidad de avanzar hacia una mayor integraci¨®n; pero divergen sobre c¨®mo hacerlo.

La diferencia tiene ra¨ªces profundas, en la concepci¨®n del Estado y en la visi¨®n econ¨®mica. Alemania observa con recelo muchos de los principales conceptos franceses: el intervencionismo y el gigantismo del Estado, la fe keynesiana, el mimo a los campeones industriales, cierta flexibilidad/laxitud fiscal. Estos elementos son centrales en la visi¨®n de futuro para la zona euro. Francia aboga por un gobierno econ¨®mico de la UE, que haga de contrapeso al BCE, que cuente con un Parlamento propio, presupuesto, eurobonos, garant¨ªa com¨²n de dep¨®sitos bancarios. Alemania entiende la necesidad de avanzar en la integraci¨®n, pero teme verse entrampada en un sistema que la utilice como fondo de garant¨ªa para todo y reclama que la disciplina fiscal prime sobre la flexibilidad.

Estas divergencias deben adem¨¢s ser afrontadas en medio del cambio en el equilibrio de fuerzas entre las dos naciones ¡ªa favor de Alemania¡ª, lo que obliga a una compleja redefinici¨®n de la relaci¨®n.

El reto es may¨²sculo, y quiz¨¢ m¨¢s existencial para la UE que el Brexit. Pero hay margen para el optimismo. Alemania y Francia han construido el proyecto europeo, y nunca tuvieron los mismos intereses. Pero a menudo lograron hacerlos converger. Se construyeron muchos puentes sobre el Rin.