Estados Unidos sigue matando a los amigos de Bin Laden
EE UU ha aniquilado en los ¨²ltimos dos a?os a un gran n¨²mero de veteranos deAl Qaeda reunida ahora en el frente sirio

El saud¨ª Osama Bin Laden recibi¨® una carta en su complejo de Abbottabad (Pakist¨¢n) unos meses antes de ser abatido por los Navy Seal. La fecha de la misiva era el 17 de julio de 2010. Es el d¨ªa en el que se firm¨®, aunque su periplo da seguro para un buen largometraje. La carta estaba escrita por el libio Atiyah Abd al Rahman, uno de los hombres fuertes de Bin Laden en Al Qaeda desde los tiempos de Afganist¨¢n. Al Rahman, entre muchas otras cosas, reza por la puesta en libertad de tres individuos. Seg¨²n la traducci¨®n de los servicios de inteligencia estadounidenses, se tratar¨ªa de Abu Muhammad al Zayyat, Abu al Khayr y Saif al Adel. ¡°Si Dios ordena su puesta en libertad¡±, dice el texto, ¡°deber¨ªan pasar seis meses o un a?o con su familia para que puedan reanudar sus contactos, actividades y medio de vida¡±. Y vaya si lo hicieron. El egipcio Al Khayr, preso en Ir¨¢n, sali¨® en 2015 y viaj¨® a Siria para unirse a la filial de Al Qaeda en el pa¨ªs ¨¢rabe. A finales del pasado mes de febrero, cuando Al Khayr se mov¨ªa en un coche Kia por la provincia siria de Idlib, fue alcanzado por un avi¨®n norteamericano. Muri¨® a los 59 a?os.
La historia y muerte de Al Khayr sirve para poner rostro a la siguiente frase: ¡°Estamos matando a tipos que se unieron a la yihad en 1979, 1980 y 1981. Siguen en juego y a¨²n sirven a Al Qaeda¡±. La pronunci¨® en febrero el experto en terrorismo y editor de Long War Journal Thomas Joscelyn ante un subcomit¨¦ de seguridad de la C¨¢mara de Representantes de EE UU. La guerra de primera plana est¨¢ clara y se dirige a aniquilar al Estado Isl¨¢mico. Pero en paralelo, los cazas de Washington mantienen un martilleo constante con el punto de mira en la red de veteranos yihadistas de la que se rode¨® Bin Laden para que no se repita el 11-S. A los campos de batalla tradicionales, Afganist¨¢n, Pakist¨¢n y Yemen, se ha unido ahora, eso s¨ª, Siria.
Joscelyn dijo tambi¨¦n ante el subcomit¨¦ cosas como que ¡°Al Qaeda ha construido en Siria su mayor fuerza paramilitar de la historia¡± o que ¡°sigue planeando ataques contra Estados Unidos desde Afganist¨¢n¡±. Las cifras le avalan: solo en los primeros 20 d¨ªas de enero, la aviaci¨®n norteamericana mat¨® en Siria a 150 miembros de Al Qaeda, seg¨²n el Pent¨¢gono. Un centenar de ellos habr¨ªa muerto en el ¨²ltimo ataque de la era Obama, lanzado contra el campo de entrenamiento de yihadistas Sheikh Suleiman. Entre las bajas de aquel mes estar¨ªa el veterano Khattab al Qahtani, natural del golfo P¨¦rsico ¡ªse desconoce su pa¨ªs natal¡ª y con v¨ªnculos en el pasado con Bin Laden.
Antes de todo eso, antes incluso del fat¨ªdico 11-S, cinco l¨ªderes yihadistas se unieron para firmar una fetua (edicto religioso) en contra de EE UU. Fue el 23 de febrero de 1998. Entre los signatarios estaban Bin Laden, el egipcio Ayman al Zawahiri, actual l¨ªder de Al Qaeda, y su compatriota Rifah Ahmad Taha. A principios de abril de 2016, cuando contaba 61 primaveras, el egipcio Taha cay¨® en un bombardeo norteamericano. Como le pas¨® a Al Khayr, tambi¨¦n viajaba en un veh¨ªculo por Idlib, basti¨®n de grupos armados tras el asedio de Alepo.
William McCants, de la Brookings Institution, es autor de varios libros sobre terrorismo islamista, el ¨²ltimo bajo el t¨ªtulo El apocalipsis del ISIS (Deusto). ¡°Estados Unidos¡±, se?ala McCants en un intercambio de correos, ¡°se ha centrado en matar a los l¨ªderes de Al Qaeda y eliminar su capacidad [para perpetrar] operaciones en el extranjero¡±. Y aqu¨ª est¨¢ la madre del cordero. El egipcio Taha formaba parte del selecto grupo de veteranos de la organizaci¨®n Khorasan, con fuerte presencia en Siria. Su objetivo: entrenar yihadistas y organizar atentados en Occidente. A esta agrupaci¨®n pertenec¨ªa tambi¨¦n el kuwait¨ª Muhsen al Fadli, abatido por los aviones de Estados Unidos en abril de 2015. Sobra decir que tambi¨¦n se encontraba en el noroeste de la provincia de Idlib.
Dice la literatura en torno al 11-S que Al Fadli, pese a contar solo con 20 a?os cuando cayeron las Torres Gemelas, era de los pocos, muy pocos, que conoc¨ªan los planes de boca de Bin Laden. Tambi¨¦n se le vincula al atentado en 2002 frente a la costa yemen¨ª contra el carguero franc¨¦s MV Limburg. ¡°Al Qaeda¡±, apunta McCants, ¡°a¨²n persigue meter una bomba en un avi¨®n americano y detonarla sobre Estados Unidos¡±.
Tras Al Fadli tambi¨¦n han ca¨ªdo en Siria otros dos veteranos del grupo: el estratega saud¨ª de 30 a?os Sanafi al Naser y el egipcio Ahmed Salama Mabrouk, de 59 a?os. Seg¨²n escribi¨® el premio Pulitzer Lawrence Wright en La torre elevada, Mabrouk fue secuestrado por la CIA en 1998 en Azerbaiy¨¢n. La informaci¨®n que se obtuvo de su ordenador permiti¨® a Washington conocer la estructura de la red Al Qaeda.
Aquel grupo comandado por Bin Laden no logr¨® tras el 11-S controlar un pedazo de territorio, algo que s¨ª ha conseguido el ISIS. Pero la cosa ha cambiado y las circunstancias son otras. Al Qaeda ha aprovechado esos territorios sin Estado dejados por las guerras de Siria y Yemen para construir sus peque?os emiratos y formar a un nuevo ej¨¦rcito de yihadistas. Y Washington est¨¢ al tanto. Solo en los primeros cinco d¨ªas del pasado marzo, la aviaci¨®n norteamericana lanz¨® 40 ataques contra objetivos en Yemen, una cifra sin precedentes. Y eso con Donald Trump ya al mando de las operaciones.
La carta que recibi¨® Bin Laden en Abbottabad all¨¢ por 2010 de pu?o y letra de Abd al Rahman citaba tambi¨¦n al egipcio Saif al Adel, jefe militar y peso pesado de la red. Washington ofrece todav¨ªa hoy cinco millones de d¨®lares por informaci¨®n para su captura. Le vincula a los atentados de 1998 contra las Embajadas de Nairobi (Kenia) y Dar es Salam (Tanzania). Como Al Khayr, abatido en febrero, Al Adel fue puesto en libertad en 2015 en un intercambio pactado entre Teher¨¢n y AQAP, que ten¨ªa un diplom¨¢tico iran¨ª bajo su custodia. As¨ª lo contaron la especialista en terrorismo de The New York Times Rukmini Callimachi y su colega Eric Schmitt. Pero a diferencia de Al Khayr, Al Adel sigue en libertad y paradero desconocido. Es un pez gordo en el punto de mira de EE UU. Y como coinciden los expertos en el fen¨®meno yihadista, es el que podr¨ªa liderar Al Qaeda si Al Zawahiri desaparece
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