Robar no es un pecado
El debilitamiento gradual del presidencialismo en los ¨²ltimos 20 a?os, aplaudido por todos, tuvo un efecto secundario deplorable: hizo de cada Ejecutivo estatal un reyezuelo.
El debilitamiento gradual del presidencialismo en M¨¦xico tuvo un efecto secundario deplorable: hizo de cada Ejecutivo estatal un reyezuelo. Con la detenci¨®n de Tom¨¢s Yarrington en Italia la lista es ya aterradora: seis exgobernadores en la c¨¢rcel, dos que ya han estado entre las rejas, tres pr¨®fugos y 10 con esc¨¢ndalos de corrupci¨®n (la recopilaci¨®n es de Georgina Morett). En total 21 gobernadores y sus riquezas inexplicables han sido exhibidos en los ¨²ltimos a?os.
Un r¨¦cord si consideramos que s¨®lo hay 32 entidades federativas en M¨¦xico. Pr¨¢cticamente desde siempre convertirse en gobernador garantizaba hacerse millonario, gracias a las prerrogativas discrecionales que gozan estos monarcas locales.
En los ¨²ltimos a?os tambi¨¦n equivale a convertirse en delincuente. El debilitamiento gradual del presidencialismo en los ¨²ltimos 20 a?os, aplaudido por todos, tuvo un efecto secundario deplorable: hizo de cada Ejecutivo estatal un reyezuelo. Consultoras especializadas (entre ellas las del exministro Pedro Aspe) desarrollaron estrategias financieras que permitieron a las tesorer¨ªas locales superar sus topes hist¨®ricos de endeudamiento.
En muy poco tiempo los mandatarios locales nadaban entre fortunas ingentes y escasos contrapesos. Desde entonces los excesos y abusos en una escala sin precedente han sido la norma.Todos estos esc¨¢ndalos y aprehensiones no obedecen, por desgracia, a una mejora del desempe?o de tribunales y autoridades en materia de combate a la corrupci¨®n.
No es que el sistema se est¨¦ corrigiendo a s¨ª mismo; el sistema sigue estando tan corrupto como siempre, o m¨¢s. La ¨¦lite pol¨ªtica mantiene la complicidad de antes en lo tocante a proteger a uno de los suyos sin importar las infamias que haya cometido.La persecuci¨®n contra los excesos de los gobernadores procede de tres fuentes: la primera y m¨¢s importante, la alternancia pol¨ªtica.
Un nuevo partido pol¨ªtico toma el poder y presenta cargos contra el gobernador saliente: es el caso de Andr¨¦s Granier de Tabasco, Guillermo Padr¨¦s de Sonora, C¨¦sar Duarte de Chihuahua o Javier Duarte de Veracruz, entre otros.
La nueva Administraci¨®n prefiere exhibir al responsable del boquete en las finanzas p¨²blicas que encuentra, para no ser ella la que pague los platos rotos. En otras ocasiones la denuncia est¨¢ alimentada por el encono personal. Es tal el empe?o de los gobernadores en conservar el poder, hered¨¢ndolo a un hombre de su confianza, que las elecciones estatales se han convertido en sin¨®nimo de guerra sucia. Consecuentemente, todo candidato de la oposici¨®n que logra el triunfo termina siendo un gobernador vengativo y justiciero.
Otra fuente de denuncia procede de la acci¨®n combinada de las redes sociales y la prensa. Son tan obvios los excesos de algunos pol¨ªticos que sus pecados terminan siendo documentados y denunciados ante la opini¨®n p¨²blica. La mayor parte de la veces, por desgracia, eso no significa que sean llevados ante la ley, a menos que eso convenga a un grupo pol¨ªtico en el poder. El caso de Roberto Borge, en Quintana Roo, exhibido una y otra vez, forma parte de los 10 gobernadores que, pese a la evidencia en contra, no han sido procesados por tribunal alguno.
Finalmente, hay un protagonista que adquiere relevancia de vez en vez en materia de fiscalizaci¨®n de gobernadores: Estados Unidos. Cuando el poderoso vecino tiene evidencia de que un mandatario es pieza importante del engranaje del narcotr¨¢fico suele intervenir sin ning¨²n miramiento respecto de las facciones pol¨ªticas en M¨¦xico.
Tom¨¢s Yarrington, exgobernador de Tamaulipas, fue aprehendido gracias a la documentaci¨®n recabada por la DEA y otras agencias estadounidenses, y fueron ellos los que presionaron a las autoridades italianas para su detenci¨®n. Con pocas variantes es el mismo caso de Mario Villanueva de Quintana Roo y de ?dgar Veytia, fiscal de Nayarit.
La aprehensi¨®n de Yarrington ha puesto a temblar a una parte de la ¨¦lite pol¨ªtica. La PGR pose¨ªa un expediente formal en contra del tamaulipeco, pero estaba claro que el Gobierno mexicano no ten¨ªa inter¨¦s en ponerlo tras las rejas. Por lo mismo, hoy carece de argumentos jur¨ªdicos para pedir su extradici¨®n al Gobierno de Italia, en comparaci¨®n con el documentado alegato que presentan los estadounidenses.
As¨ª que, todo indica, Yarrington terminar¨¢ siendo procesado en un tribunal del pa¨ªs vecino. Algo que quita el sue?o a muchos. ?Qu¨¦ estar¨¢ dispuesto a confesar el exgobernador a cambio de un atenuante en su condena?Y por lo dem¨¢s, el asunto tiene que ver con narcotr¨¢fico, no con corrupci¨®n. Me temo que la ¨²nica moraleja que los gobernadores obtendr¨¢n de esto es que robar no es un pecado, meterse con la DEA s¨ª.
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