Entre las ra¨ªces y la ambici¨®n
?ltima parada del viaje de EL PA?S por tres localidades para explicar qu¨¦ nutre el voto del Frente Nacional, Fr¨¦jus, donde el partido ultranacionalista se mueve entre la reclamaci¨®n de las se?as de identidad y la gesti¨®n de gobierno
Ser alcalde en Francia es ser alguien, una figura respetada: la m¨¢xima autoridad del municipio, pero tambi¨¦n el representante de l¡¯?tat ¡ªel omnipotente Estado¡ª m¨¢s pr¨®ximo de los ciudadanos. Monsieur le maire, le llaman hasta sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos, el Se?or Alcalde, o, seg¨²n la Academia francesa, Madame le maire: no se?ora alcaldesa sino se?ora alcalde.
El alcalde tiene el privilegio de llevar la banda tricolor sobre el pecho ¡ªsiempre el azul m¨¢s cerca del cuello¡ª y un aura solo comparable a la del presidente de la Rep¨²blica. En todo caso, superior a la del diputado o el senador. No es extra?o que muchos presidentes, de Mitterrand a Giscard, de Chirac a Hollande, hubiesen ejercido durante a?os como alcaldes en sus feudos electorales.
Entre los 14 alcaldes del Frente Nacional en Francia, o apoyados por este partido, ninguno es tan poderoso como el de Fr¨¦jus, la ciudad de 50.000 habitantes en la Costa Azul de la que David Rachline es alcalde desde 2014, la m¨¢s grande controlada por el FN. Ning¨²n pol¨ªtico de este partido ¡ªun partido relegado durante d¨¦cadas en los m¨¢rgenes del poder¡ªtoca hoy tanto poder efectivo como Monsieur le maire Rachline.
En Fr¨¦jus confluyen los or¨ªgenes del FN, desde la nostalgia por la Argelia francesa hasta la hostilidad hacia la inmigraci¨®n, con su futuro. Rachline, adem¨¢s de alcalde, es el jefe de campa?a de la candidata Marine Le Pen en las elecciones presidenciales del 23 de abril y el 7 de mayo, uno de los hombres de confianza de quien aspira a ser la primera mujer presidenta de Francia.
A los 29 a?os, aunque aparenta m¨¢s, Rachline se esfuerza por demostrar que su partido ha dejado de ser un club de vociferantes y es capaz de gestionar un gobierno: el microcosmos de lo que ser¨ªa una Francia gobernada por este partido. Un laboratorio.
¡°Prefiero el t¨¦rmino modelo que el de laboratorio¡±, se defiende en su despacho del ayuntamiento de Fr¨¦jus. ¡°Porque, con frecuencia, y desgraciadamente, los medios vienen aqu¨ª a ver a los frejusianos un poco como animales de feria, como seres extravagantes que habr¨ªa elegido para dirigirles a alguien del Frente Nacional¡±.
Fr¨¦jus, entre Cannes y Saint-Tropez, se acerca a la imagen id¨ªlica que algunos extranjeros se hacen de la Costa Azul. Un puerto deportivo. Un paseo mar¨ªtimo con restaurantes y helader¨ªas. La indolencia de la vida bajo el sol mediterr¨¢neo, aunque sea en abril.
A menos de un kil¨®metro de la playa, tierra adentro, el paisaje se transforma. Los edificios de viviendas baratas, los cafetines llenos de hombres, las mujeres con el cabello cubierto con pa?uelo podr¨ªan ser los de cualquier ciudad perif¨¦rica del norte de Francia.
Encajonada entre los bloques uniformes del barrio de La Gabelle, se esconde la mezquita, nueva y reluciente. El templo se ha convertido en un s¨ªmbolo de las batallas del Frente Nacional desde que Rachline conquist¨® la alcald¨ªa con la promesa de derribarlo.
Fr¨¦jus se encuentra en el sureste de Francia, uno de los dos feudos electorales del partido fundado por Jean-Marie Le Pen y heredado por su hija, Marine. El otro feudo es el arco minero e industrial que aproximadamente va de Dunkerque a Metz, en el norte.
El sur fue el escenario de los primeros, a¨²n t¨ªmidos, avances electorales del FN, a finales de los setenta, ¡°signo de su popularidad entre los pieds noirs¡±, como explican Dominique Albertini y David Doucet en su Historia del Frente Nacional. Los pieds noirs ¡ªliteralmente, pies negros¡ª son los franceses de Argelia que abandonaron por la fuerza la antigua colonia cuando esta logr¨® su independencia en 1962. Muchos se implantaron en la costa mediterr¨¢nea. El sentimiento de abandono por parte de las autoridades francesas y la nostalgia por la colonia convirtieron a una parte de ellos en una clientela fiel del partido de los Le Pen.
El irredentismo argelino del FN ¡ªJean-Marie Le Pen combati¨® en Argelia como paracaidista, y ha sido acusado de participar en torturas, que ¨¦l ha negado¡ª es visible en el memorial inaugurado en 2015 por el alcalde Rachline. ¡°Franceses de Argelia, 1830-1962. Homenaje a todos los ca¨ªdos por que Francia viva en Argelia¡±, dicen unas letras grabadas sobre un mapa de Argelia que, a su vez contiene un mapa de Francia con la bandera tricolor.
Si el FN del norte bebe del descontento de las clases trabajadoras golpeadas por la globalizaci¨®n, el del sur, seg¨²n la definici¨®n del ge¨®grafo Christophe Guilluy, es el de las ¡°tensiones identitarias¡±. En el mapa de la geopol¨ªtica frentista, esta regi¨®n se sit¨²a en una especie de falla s¨ªsmica, en ¡°estas tierras de contacto¡± que ¡°tambi¨¦n son la del separatismo y las de una lucha no expresada por el territorio, y notoriamente por los lugares simb¨®licos que representan, por ejemplo, el centro de la ciudad o la plaza del pueblo¡±, escribe Guilluy en La Francia perif¨¦rica. ¡°?Qui¨¦n baja los ojos? ?Qui¨¦n toma el poder simb¨®lico, el de la calle? Los enfrentamientos entre electores frentistas y j¨®venes franceses que acompa?aron la elecci¨®n de alcalde de Fr¨¦jus eran una ilustraci¨®n perfecta de la fractura cultural particularmente llamativa en el conjunto de la zona mediterr¨¢nea¡±.
Cuando llega la hora del rezo, al caer el sol, entran a la mezquita hombres solos o en grupo, unos vestidos con ropas occidentales, los m¨¢s con t¨²nicas, muchos con las barbas pobladas.
¡°Su lucha [la de Rachline] era un plan de campa?a. No hablaba m¨¢s que de la mezquita¡±, dice Oualid Afras, franc¨¦s de origen marroqu¨ª. Afras trabaja en la compa?¨ªa local de aguas y, voluntariamente, ejerce de portavoz de la mezquita. ¡°Afortunadamente que en nuestro pa¨ªs hay justicia¡±.
Se refiere a la historia de recursos, en varias instancias, que Rachline interpuso para lograr la destrucci¨®n del templo. No con ning¨²n argumento identitario, que dif¨ªcilmente habr¨ªa prosperado, sino ampar¨¢ndose en la falta de permisos de construcci¨®n.
He aqu¨ª el problema de Rachline en Fr¨¦jus, y del FN en Francia. Por cada paso hacia la llamada desdiabolizaci¨®n ¡ªel esfuerzo por despegarse del estigma del viejo FN de Jean-Marie Le Pen, ahora enemistado con Marine, un partido abiertamente racista, antisemita incluso¡ª hay otro paso atr¨¢s que recuerda las viejas pulsiones. Entre la gesti¨®n tecnocr¨¢tica y la agitaci¨®n contra mezquita, el cambio de piel no va en l¨ªnea recta.
Por cada elogio al formidable talento pol¨ªtico del alcalde ¡ªhu¨¦rfano de un padre jud¨ªo, estudiante mediocre, carrera fulgurante en el FN¡ª o a su eficacia a la hora de reducir el d¨¦ficit, se citan amistades poco recomendables en su pasado, o se escucha a alguien agraviado por sus ofensas. Los responsables de la mezquita y muchos musulmanes, claro. Pero tambi¨¦n personas como Fran?oise Cauwel, concejala de la oposici¨®n, mujer de derechas y n¨¦mesis de Rachline, de quien critica sus modos autoritarios y la divisi¨®n que ha causado entre los ciudadanos.
Una vez Monsieur le maire, que tambi¨¦n es senador, le falt¨® al respeto usando palabras gruesas. ¡°Aquel d¨ªa lleg¨® sobrexcitado diciendo que no quer¨ªa a la prensa en el consejo municipal¡±, explica Cauwel. ¡°Le denunci¨¦ por injurias p¨²blicas de car¨¢cter sexista¡±.
El despacho del Rachline en el H?tel de ville de Fr¨¦jus parece m¨¢s el de un ministro que el de un alcalde. Amplio y solemne, una doble puerta lo protege. Tiene una foto del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y otra de Johnny Halliday, la gran estrella del rock¡¯n¡¯roll franc¨¦s. No se ve ninguna de Jean-Marie Le Pen, con quien trabaj¨® al entrar en el partido. Si no fuese porque hoy es una figura inc¨®moda, podr¨ªa estar.
¡°Sin duda, aprend¨ª mucho [de ¨¦l]. Pero hemos deseado pasar la p¨¢gina de Jean-Marie Le Pen, porque Marine ha deseado dar un nuevo impulso¡±, dice. ¡°El Frente Nacional es nuestro movimiento pol¨ªtico, yo soy miembro desde los 15 a?os, as¨ª que no tengo gran cosa que reprocharle¡±.
¡ª?Y qu¨¦ diferencia hay entre el FN de Jean-Marie y el de Marine?
¡ªSi quiere que le diga que los fundamentales son los mismos. Sin duda...