La oposici¨®n venezolana apuesta al desgaste en las calles del Gobierno
La decisi¨®n de convocar a una segunda marcha eleva la apuesta del sector opositor y pone en riesgo su capital pol¨ªtico
¡°El que se cansa, pierde¡±, fue un lema que impuso el hoy encarcelado dirigente Leopoldo L¨®pez durante las protestas callejeras, coloquialmente llamadas guarimbas, que en 2014 brotaron en las mayores ciudades de Venezuela. Es una consigna a la que ahora parecen plegarse Henrique Capriles Radonski ¡ªgobernador del estado de Miranda y dos veces excandidato presidencial¡ª y la plana mayor de la Mesa de Unidad Democr¨¢tica (MUD). Para sorpresa de sus adversarios del chavismo y, quiz¨¢s, de muchos de sus propios partidarios, los l¨ªderes de la coalici¨®n opositora convocaron a otra movilizaci¨®n masiva en Caracas, ¡°a la misma hora y en los mismos lugares¡±, apenas horas despu¨¦s de terminar la que hab¨ªan descrito como ¡°la madre de todas las marchas¡±.
La decisi¨®n eleva la apuesta del sector opositor y, en particular, de Capriles, que ponen en riesgo su capital pol¨ªtico. Una concurrencia magra ante el llamado este jueves pondr¨ªa en entredicho la capacidad de convocatoria de los l¨ªderes, siempre bajo la mira cuestionadora de las diferentes facciones que componen la MUD.
Pero tambi¨¦n es cierto que el esp¨ªritu insurreccional que se ha sembrado en las calles de las ciudades venezolanas, al que la represi¨®n por ahora parece alimentar en vez de aplacar, ofrece una oportunidad ¨²nica para virar la estrategia opositora hacia una confrontaci¨®n abierta y de desgaste. Es el mensaje impl¨ªcito en el llamado de Capriles: se ha entrado en una nueva fase en la que se hace necesario mantener la presi¨®n sobre el Gobierno.
¡°Es momento de resistir para avanzar¡±, dijo el gobernador en su intervenci¨®n del mi¨¦rcoles en la noche, al final de una jornada de protestas que se sald¨® con las muertes de dos manifestantes y un agente de la Guardia Nacional.
El cansancio cunde en las filas opositoras. Desde que comenz¨® la presente ola de protestas, hace tres semanas tras un fallo del Tribunal Supremo que la oposici¨®n y varios organismos internacionales juzgaron como un autogolpe de Estado apenas velado, ya suman ocho los fallecidos, alrededor de 100 heridos y m¨¢s de 500 detenidos. Con un estoicismo que todav¨ªa no da se?ales de agotarse, los ciudadanos de oposici¨®n acuden d¨ªa tras d¨ªa a la cita en las calles, a sabiendas de que ser¨¢n repelidos, en el mejor de los casos, por los piquetes bien armados de los cuerpos de seguridad. En el peor, podr¨ªan toparse con la violencia sin normas de los llamados colectivos, los grupos de choque del chavismo.
Sin embargo, en el bando contrario la situaci¨®n luce a¨²n m¨¢s descorazonadora. El r¨¦gimen de Nicol¨¢s Maduro enfrenta la peor crisis econ¨®mica en la historia del pa¨ªs, sin soluci¨®n a la vista. La producci¨®n de la industria petrolera sigue en picada y el pron¨®stico para los precios del petr¨®leo no es bueno. Mientras, la actividad econ¨®mica, ya menguada, amenaza con paralizarse del todo en medio de los disturbios.
Por primera vez en sus casi dos d¨¦cadas en el poder, la revoluci¨®n bolivariana convive con un escenario internacional adverso. Sus pares de Mercosur ya la han puesto en cuarentena mientras en la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) avanza el proceso de activaci¨®n de la Carta Democr¨¢tica Interamericana, que aumentar¨ªa el aislamiento del r¨¦gimen de Caracas. Cada v¨ªctima mortal por la represi¨®n a las manifestaciones es un folio adicional en el expediente que acumulan los organismos multilaterales contra Caracas.
Las fisuras empiezan a manifestarse en el oficialismo, como consecuencia de esta presi¨®n. Seg¨²n se acent¨²en la conflictividad y los costos de la represi¨®n, aumentar¨¢n las disidencias internas. En el c¨¢lculo opositor, ello puede debilitar al r¨¦gimen y ayudar a conformar un ala con la que se pueda negociar una transici¨®n.
Al mismo tiempo y por el contrario, la ¨¦pica de la insurgencia callejera ha permitido a la oposici¨®n, por primera vez en mucho tiempo, mostrarse unida no solo entre su dirigencia, sino adem¨¢s alineada con las aspiraciones de unos seguidores que ya no quieren m¨¢s apaciguamiento. Se trata de un beneficio adicional al que dif¨ªcilmente la dirigencia opositora quiera renunciar de inmediato, pero que augura m¨¢s enfrentamientos.
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