Una guerra mundial de baja intensidad
El conflicto sirio entra en su s¨¦ptimo a?o sin atisbos de que la espiral del horror se acerque a su fin y con unas negociaciones de paz en punto muerto
La fotograf¨ªa muestra el horror de la guerra en Siria. Ante los autobuses calcinados a¨²n humeantes, varios socorristas se afanan rescatando cad¨¢veres a las afueras de Alepo. Una furgoneta cargada con explosivos se empotr¨® hace una semana contra el convoy en el que eran evacuados miles de civiles desde dos poblaciones favorables al r¨¦gimen cercadas desde hace m¨¢s de dos a?os por las fuerzas rebeldes. Un centenar de civiles perdieron la vida, entre ellos 68 ni?os.
Difundida a trav¨¦s de la redes sociales, se trata de una rara imagen de unidad ante la tragedia despu¨¦s de m¨¢s de seis a?os de guerra civil. Miembros de la Media Luna Roja, organizaci¨®n reconocida por el Gobierno de Damasco, trabajan codo con codo con voluntarios de la llamada Defensa Civil, m¨¢s conocidos como cascos blancos, que operan en el territorio de la oposici¨®n. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos ha abierto una investigaci¨®n por cr¨ªmenes de guerra tras la matanza de Rachidin. Sigue la pista de otra foto, la de un hombre que entregaba dulces a los menores poco antes de que se produjera la explosi¨®n.
La cat¨¢strofe del conflicto sirio parece no tener fin. El dolor traspasa las l¨ªneas del frente. El atentado contra el convoy procedente de Al Fua y Kefraya se produjo 11 d¨ªas despu¨¦s del bombardeo con gas t¨®xico contra Jan Sheijun, en la cercana provincia de Idlib, donde perecieron 87 civiles. El segundo ataque con armas qu¨ªmicas m¨¢s mort¨ªfero del conflicto desencaden¨® la primera intervenci¨®n estadounidense contra el r¨¦gimen: el lanzamiento de misiles contra la base a¨¦rea de Shayrat.
Armas prohibidas. Atentados contra civiles arrancados de sus hogares. El pa¨ªs ¨¢rabe sufre una inacabable contienda civil en la que se entrometen las potencias regionales y globales para apuntalar a cada bando. Cada d¨ªa se asemeja m¨¢s a una guerra mundial de baja intensidad. En apariencia al menos, en Siria rige desde diciembre una tregua en la que las armas no terminan de callar. Cuando el 15 de marzo de 2011, en plena efervescencia de la primavera ¨¢rabe, la mayor¨ªa social sun¨ª desaf¨ªo al r¨¦gimen de sustrato alau¨ª (variante de la rama chi¨ª del islam) del presidente Bachar el Asad con manifestaciones pac¨ªficas masivas tambi¨¦n se desat¨® un conflicto que ha acabado desbord¨¢ndose. A la despiadada represi¨®n que ejercieron las fuerzas gubernamentales sobre las protestas la oposici¨®n respondi¨® con la lucha armada.
El enfrentamiento desemboc¨® en una confrontaci¨®n civil que ha acabado atrayendo a fuerzas rusas y estadounidenses; milicianos chi¨ªes y tropas turcas, a extremistas isl¨¢micos locales y brigadistas de la yihad internacional¡ Un juego de alianzas incierto en el que no tiene por qu¨¦ cumplirse la m¨¢xima de que los enemigos de mi enemigo son mis amigos.
El r¨¦gimen cuenta con el respaldo interesado de Mosc¨² ¡ªque dispone en la costa siria de su ¨²nica base aeronaval en el Mediterr¨¢neo, reforzado con un intenso despliegue a¨¦reo desde septiembre de 2015¡ª, y tiene adem¨¢s el apoyo confesional y estrat¨¦gico de Ir¨¢n, enfrentado a Arabia Saud¨ª por la hegemon¨ªa regional, y de sus sat¨¦lites en L¨ªbano (Hezbol¨¢) e Irak (milicias chi¨ªes). La nebulosa de la insurgencia ¡ªdecenas de grupos, muchos de los cuales son apenas partidas tribales en manos de se?ores de la guerra¡ª recibe armas y financiaci¨®n de las monarqu¨ªas del Golfo o del Gobierno de Ankara, en funci¨®n de la afinidad de cada guerrilla.
Una de las cuestiones clave es si hay una alternativa al ¡®mal menor¡¯ que representa El Asad
frente al califato y al salafismo
EE UU tambi¨¦n ha rearmado a grupos insurrectos en el pasado, con escasos resultados. Ahora cuenta sobre todo con las milicias kurdas Unidades de Protecci¨®n del Pueblo (YPG). Est¨¢n distanciadas del resto de la oposici¨®n por su supuesto entendimiento con el r¨¦gimen de El Asad. Son perseguidas desde el verano de 2016 por Turqu¨ªa (integrada en la OTAN), que las considera cercanas a la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdist¨¢n (PKK), al que combate en Anatolia. Pero para los responsables del despliegue de Washington sobre el terreno ¡ªun millar de miembros de las fuerzas especiales¡ª, las YPG, al frente de la coalici¨®n Fuerzas Democr¨¢ticas Sirias, se presentan como ¨²nicos socios locales fiables en la lucha contra el yihadismo.
Todos dicen combatir al Estado Isl¨¢mico en Siria, aunque es bien distinta la intensidad y la eficacia en la batalla que muestra cada actor en el tablero de la guerra. La tregua no est¨¢ trayendo la paz. El ISIS y las filiales de Al Qaeda est¨¢n excluidas del cese de hostilidades. Pero el r¨¦gimen y sus aliados rusos siguen bombardeando la provincia de Idlib bajo el pretexto de atacar a los yihadistas. Despu¨¦s de casi cuatro meses de alto el fuego, la reanudaci¨®n de las conversaciones de paz de Ginebra auspiciadas por Naciones Unidas se ha vuelto a cerrar en falso. La delegaci¨®n del Gobierno de Damasco no se mostr¨® dispuesta a ofrecer concesiones tras la victoria militar en Alepo despu¨¦s de medio a?o de f¨¦rreo asedio. Los representantes de la oposici¨®n, en contrapartida, solo aceptan participar en negociaciones de transici¨®n que conduzcan a la salida del presidente sirio.
320.000 muertos
La guerra de Siria, que empez¨® hace seis a?os con protestas contra el presidente, Bachar el Asad. Entre los fallecidos, seg¨²n el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, hay 96.000 civiles. Al menos 652 ni?os fueron asesinados el a?o pasado, un 20% m¨¢s que en 2015, seg¨²n UNICEF. Estos datos solo tienen en cuenta v¨ªctimas oficialmente identificadas; el n¨²mero real puede ser mucho mayor.
5 millones de refugiados
Casi todos los refugiados viven en pa¨ªses lim¨ªtrofes como Turqu¨ªa, Jordania y L¨ªbano. Adem¨¢s, otros 6,3 millones de sirios son desplazados internos. En total, el conflicto ha obligado a la mitad de la poblaci¨®n (22 millones de habitantes antes del inicio de la guerra) a dejar su hogar, seg¨²n datos de Reuters. En Europa, casi un mill¨®n de sirios han pedido asilo: dos tercios de las peticiones han ido a Alemania y Suecia.
?Hay una alternativa al mal menor que representa El Asad frente al califato y el salafismo? ¡°Los moderados se han debilitado y han sido derrotados en Oriente Pr¨®ximo excepto en T¨²nez, la excepci¨®n que confirma la regla¡±. As¨ª describe el fracaso de las opciones democr¨¢ticas y laicas en la primavera ¨¢rabe el experto estadounidense Joshua Landis, en una entrevista en el blog Syria Comment.
Tharir al Sham, plataforma islamista radical donde se integran los combatientes del Frente al Nusra, la antigua filial de Al Qaeda, o el eje salafista Ahrar al Sham son fuerzas hegem¨®nicas ¡ªy en ocasiones antag¨®nicas¡ª en feudos rebeldes de Siria como Idlib. El Ej¨¦rcito Libre Sirio y otras coaliciones nacionalistas han pasado a segundo plano frente a la indudable capacidad de combate de las milicias integristas.
El peso de las ramas militares de los insurgentes ha ido desplazando adem¨¢s a los brazos pol¨ªticos en el Alto Comit¨¦ para las Negociaciones, la principal estructura de la oposici¨®n en Ginebra. ¡°Plataformas opositoras como el Congreso Nacional Sirio (...) disponen de escasa credibilidad en el interior y han quedado bajo la tutela qatar¨ª o saud¨ª, dos fuerzas que no simpatizan precisamente con los principios revolucionarios que desataron el levantamiento popular¡±, destaca el profesor Ignacio ?lvarez-Ossorio en Siria, revoluci¨®n, sectarismo y yihad (Catarata).
El ataque qu¨ªmico de Jan Sheijun y el bombardeo con misiles Tomahawk ordenado por el presidente Donald Trump parecen haber arruinado las expectativas de di¨¢logo.
4.300 millones en asistencia humanitaria
La ONU acaba de pedir 4.300 millones en asistencia humanitaria adicionales para cubrir las necesidades de los refugiados y las comunidades de acogida en varios pa¨ªses de la zona. Tambi¨¦n ha solicitado 3.200 millones de euros para los 13,5 millones de personas en Siria que apenas tienen acceso a atenci¨®n sanitaria y alimentos. La situaci¨®n es a¨²n m¨¢s extrema para los cinco millones de sirios atrapados en zonas de combate.
170.000 millones
Para reconstruir el pa¨ªs en diez a?os los sirios necesitar¨¢n 170.000 millones, seg¨²n las estimaciones del Banco Mundial. El 50% de las infraestructuras de Siria han quedado totalmente destruidas. Adem¨¢s la producci¨®n de petr¨®leo ha ca¨ªdo de 385.000 barriles diarios en 2010 a 8.000 este a?o. Ser¨¢ dif¨ªcil levantar una econom¨ªa arrasada. La tasa de alfabetizaci¨®n cae porque 1,75 millones de ni?os y j¨®venes no pueden ir a clase.
22.000 combatientes extranjeros
Alrededor de 22.000 extranjeros de 100 nacionalidades se han unido a las filas del Estado Isl¨¢mico (ISIS, en ingl¨¦s) para combatir principalmente en Siria, seg¨²n un informe de la ONU. Los m¨¢s numerosos son saud¨ªes y tunecinos. Unos 4.800, seg¨²n Europol, han llegado de Europa. Por otra parte, hay entre 15.000 y 30.000 milicianos coordinados por Ir¨¢n luchando junto a las tropas de El Asad.
El Asad ha demostrado desde 2011 la crueldad que puede llegar a ejercer sobre su propio pueblo. Gracias a la absoluta superioridad a¨¦rea del r¨¦gimen ¡ªahora reforzada por la aviaci¨®n rusa¡ª ha podido bombardear a su antojo feudos insurrectos. Zonas residenciales, escuelas y hospitales han quedado arrasadas en Homs o en Alepo. Cuando escasean las bombas y misiles, el Ej¨¦rcito del r¨¦gimen no vacila en arrojar desde helic¨®pteros barriles cargados de explosivos, combustible y metralla.
En agosto de 2013, cuando se encontraba acorralado por una ofensiva de la oposici¨®n en Damasco, fue acusado de lanzar un ataque con gas sar¨ªn que caus¨® al menos un millar de muertos en el reducto rebelde de Guta. Entonces se libr¨® del castigo militar estadounidense por la mediaci¨®n de Mosc¨² ante Washington. A cambio, la comunidad internacional le impuso la entrega su arsenal qu¨ªmico para que fuera destruido.
Todo apunta a que el r¨¦gimen ha sido de nuevo el responsable del bombardeo con el letal gas sar¨ªn del pasado d¨ªa 4. Algunos analistas se preguntan por qu¨¦ tom¨® la decisi¨®n de lanzar un ataque qu¨ªmico despu¨¦s de la estrat¨¦gica victoria obtenida en Alepo y en pleno retroceso de la insurgencia. Precisamente poco despu¨¦s de que la nueva Administraci¨®n republicana en Washington hiciera p¨²blico que la salida de El Asad ya no era una prioridad.
A la vista de su historial, El Asad es considerado por numerosos observadores capaz de haber atacado con gas t¨®xico a la poblaci¨®n civil en territorio de la oposici¨®n con el prop¨®sito de disuadir mediante el terror a quienes se declaren dispuestos a combatirle de forma indefinida. Puede que el bombardeo no tuviera sentido militar, pero el mensaje recibido por la base social de la oposici¨®n fue contundente.
El presidente sirio dijo d¨ªas m¨¢s tarde en un entrevista con France Presse que el ataque hab¨ªa sido un montaje, ya que sus tropas carecen de armas qu¨ªmicas. Pero la inteligencia militar israel¨ª estima que el r¨¦gimen ha mantenido al menos un 1% del millar de toneladas en las que se cifraba su arsenal qu¨ªmico antes de su destrucci¨®n.
?Servir¨¢ para algo el bombardeo de represalia de EE UU? Tal vez limite un nuevo ataque con armas prohibidas, pero dif¨ªcilmente cambie el curso de la guerra. La eliminaci¨®n de hasta el 20% de la fuerza a¨¦rea de Damasco que se atribuy¨® el Pent¨¢gono, as¨ª como la destrucci¨®n de radares, sistemas antia¨¦reos e instalaciones auxiliares, no oculta el hecho reflejado por las im¨¢genes de los sat¨¦lites de que las pistas de la base de Sharat quedaron pr¨¢cticamente intactas tras el ataque del d¨ªa 4.
Despu¨¦s de contabilizar al menos 320.000 muertos en seis a?os de confrontaci¨®n civil, con la mitad de los 22 millones de sirios expulsados de sus hogares ¡ªentre ellos cinco millones de refugiados¡ª en uno de los mayores ¨¦xodos de poblaci¨®n civil desde la II Guerra Mundial, el fuego de la guerra sigue ardiendo sin cesar en Siria. El conflicto ha hecho retroceder tres d¨¦cadas la econom¨ªa del pa¨ªs ¨¢rabe. El 83% de la red de suministro el¨¦ctrico est¨¢ fuera de servicio. Solo una quinta parte de la poblaci¨®n vive por encima del umbral de pobreza, seg¨²n datos de Naciones Unidas.
Es el due?o de la Siria ¨²til en el oeste del pa¨ªs, pero El Asad solo domina barrios fantasmas en ciudades y vecindarios anta?o controlados por la oposici¨®n. El este de Alepo escenifica mejor que ning¨²n otro frente el vac¨ªo que deja a su paso la confrontaci¨®n civil. Casi el 80% de la destrucci¨®n de la ciudad se concentra en los barrios del este, el mayor basti¨®n urbano de los insurrectos entre 2012 y 2016, de acuerdo con la informaci¨®n recabada por el experto en el conflicto sirio Aron Lund para IRIN, una publicaci¨®n de la ONU.
Tres cuartas partes de la poblaci¨®n de la parte oriental huy¨® a la zona occidental gubernamental. El resto fue evacuada hacia ¨¢reas insurgentes. La comisi¨®n internacional que investiga en Ginebra los cr¨ªmenes de guerra en Siria est¨¢ analizando este caso de desplazamiento forzado de civiles. Antes de la guerra, el este de Alepo contaba con 1,5 millones de vecinos. Durante la segunda mitad de 2016 los ¨²ltimos 150.000 permanecieron cercados bajo un diluvio de bombas hasta la ca¨ªda del reducto insurgente en diciembre. Los pocos que se han atrevido a regresar a sus casas han sido v¨ªctimas de las minas abandonadas o de la represi¨®n de los vencedores.
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