Gobernadores corruptos
Parece que las palabras M¨¦xico o Per¨² se pueden intercambiar en las noticias de procesos a mandatarios regionales
A ratos parecer¨ªa que las palabras M¨¦xico o Per¨² se pudieran intercambiar sin ning¨²n problema en las noticias sobre gobernadores procesados, presos o pr¨®fugos por acusaciones de corrupci¨®n. En la mayor¨ªa de los casos como parte de estructuras del crimen organizado. M¨¢s all¨¢, pues, de una autoridad que simplemente echa mano de algunos recursos p¨²blicos para beneficio personal.
La Semana Santa aport¨® la detenci¨®n en Guatemala del pr¨®fugo exgobernador del Estado de Veracruz (M¨¦xico), Javier Duarte; d¨ªas antes la justicia peruana dispon¨ªa la de F¨¦lix Moreno, gobernador de la regi¨®n Callao, el espacio portuario m¨¢s importante del pa¨ªs andino. La cosecha de gobernadores con serios problemas con la justicia es espectacular; tanto en tierras aztecas como incaicas. En M¨¦xico 11 exgobernadores (de 32 entidades federativas) tienen que rendir cuentas ante la justicia; siete ya est¨¢n tras las rejas. En el Per¨² las cifras no son muy distintas: de los 25 gobernadores regionales, seis est¨¢n ya en la c¨¢rcel y otros 14 acusados o investigados por delitos de corrupci¨®n.
M¨¢s del autor
Vista esta foto dram¨¢tica, surgen varias preguntas. Desde, ?por qu¨¦ se ha desatado esta aparente explosi¨®n de corrupci¨®n? Hasta si esto no revela, acaso, el fracaso de una institucionalidad descentralizadora: esta habr¨ªa acabado en manos de delincuentes. Ninguna conclusi¨®n fatalista o simplista tiene, sin embargo, suficiente sustento. El tema tiene much¨ªsimas aristas, pero en esencia cuatro caracter¨ªsticas fundamentales.
Primero, una positiva: hay problemas serios, pero, a la vez, una institucionalidad judicial y de Ministerio P¨²blico que act¨²a. En otros tiempos podr¨ªa haber prevalecido el pasivo cinismo de "todos roban" o la resignada resignaci¨®n frente a la fuga o evaporaci¨®n de un pr¨®fugo. Esto es cosecha de una democracia que en otros tiempos no habr¨ªa dado se?ales de vitalidad inquisitorial o persecutoria frente al delito cometido desde el poder pol¨ªtico.
Segundo, un resquebrajamiento de la institucionalidad pol¨ªtica y, en particular, de los partidos pol¨ªticos, convertidos ¡ªcuando existen¡ª en simple veh¨ªculo de siglas y colores para conseguir un puesto pol¨ªtico importante. Diluida la institucionalidad partidaria se diluye, tambi¨¦n, un contrapeso del "hago lo que me da la gana". Cero ideolog¨ªa o programa pol¨ªtico; todo oportunismo y personalismo acomodaticio. El problema, pues, no est¨¢ en una estructura estatal descentralizada sino en que pandillas de sinverg¨¹enzas se puedan apoderar de ella.
Tercero, la imbricaci¨®n de la cl¨¢sica corrupci¨®n con poderosas estructuras de crimen organizado en los que la autoridad es una pieza m¨¢s ¡ªimportante, pero una m¨¢s¡ª dentro de un andamiaje mayor. Que tiene que ver, por ejemplo, con el narcotr¨¢fico (especialmente en M¨¦xico) o con redes lucrativas y delincuenciales de tr¨¢fico de terrenos con obras p¨²blicas sobrevaluadas. En casi todos los casos, sin embargo, como eslab¨®n de estructuras mayores que muchas veces hacen uso de violencia sanguinaria. Golpear a esas estructuras criminales es prioridad esencial.
Cuarto, la urgencia de afinar y fortalecer pol¨ªticas preventivas contra la corrupci¨®n; estas han quedado ostensiblemente superadas por la rapi?a delincuencial. Parad¨®jicamente son M¨¦xico y Per¨² dos de los pa¨ªses con legislaci¨®n y pol¨ªticas m¨¢s completas sobre transparencia en el manejo de los recursos p¨²blicos. M¨¢s de 10 a?os de experiencia en pol¨ªticas p¨²blicas al respecto en ambos pa¨ªses indican, sin embargo, que las normas y pol¨ªticas tendr¨ªan que ser autocr¨ªticamente desmenuzadas y reformuladas.
Ocurre, sin embargo, que no estamos ante un vaso medio vac¨ªo sino ante uno medio lleno. Eso no es una ilusi¨®n. El problema es tremendo y la espiral parece incontenible. Pero hay pasos que da la justicia y en la realidad existen pol¨ªticas que deben ser revisadas y no un terreno des¨¦rtico en el que no se ha hecho nada. Y lo principal: una ciudadan¨ªa con una fuerte percepci¨®n de sus derechos democr¨¢ticos y sin paciencia frente al crimen organizado desde el poder.
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