La vida cotidiana en Venezuela ya es una batalla campal
Los habitantes de Caracas, tras tres semanas de protestas, viven entre el racionamiento, la escasez de medicinas, la inseguridad y la polarizaci¨®n pol¨ªtica
Caracas es una monta?a rusa. Cruzar la capital de Venezuela, escenario desde hace tres semanas de las protestas de la oposici¨®n que demanda elecciones al Gobierno de Nicol¨¢s Maduro, supone un viaje a trav¨¦s de mundos paralelos, visiones opuestas de la realidad y disfunciones que ilustran la vida cotidiana de muchos venezolanos.
Los vecinos de Petare, uno de los barrios m¨¢s humildes e inseguros del pa¨ªs, acuden al mercado a media ma?ana. En los puestos predominan la fruta y algunas verduras. Delante de las tiendas de alimentaci¨®n m¨¢s abastecidas, protegidas con rejas de seguridad, son habituales las colas para comprar pan y otros productos b¨¢sicos. En el comercio de Douglas Guti¨¦rrez hay que respetar unas normas: cada cliente puede comprar como mucho cuatro paquetes de arroz, cuatro de az¨²car y cuatro botellas de aceite. Es lunes y hay quien piensa que conviene hacer acopio de comida con vistas a la manifestaci¨®n del mi¨¦rcoles, que los l¨ªderes opositores calificaron de ¡°madre de todas las marchas¡±. Una bolsa de arroz cuesta hoy 4.700 bol¨ªvares, alrededor de un d¨®lar, precio que se multiplica en la reventa ilegal conocida como bachaqueo. En la estaci¨®n de servicio del barrio, 20 litros de gasolina salen por dos pu?ados de c¨¦ntimos de d¨®lar.
Venezuela, pa¨ªs productor de crudo cuya econom¨ªa depende del valor del petr¨®leo, est¨¢ azotada adem¨¢s por una dram¨¢tica tendencia hiperinflacionista. El FMI calcula que los precios subir¨¢n m¨¢s del 1.700% en dos a?os. Mientras el centro comercial de Tol¨®n, en la urbanizaci¨®n de Las Mercedes, exhibe tiendas de firmas europeas donde una blusa vale m¨¢s de tres salarios m¨ªnimos ¨Cde 40.000 bol¨ªvares, menos de 10 d¨®lares-, los caraque?os no logran encontrar decenas de medicamentos ni pa?ales en las farmacias. ¡°El pueblo est¨¢ muerto de hambre¡±, dice Ismael Garc¨ªa, un pol¨ªtico veterano que apoy¨® al expresidente Hugo Ch¨¢vez y ahora es diputado de la opositora Mesa de Unidad Democr¨¢tica (MUD). ¡°Hay que luchar para que los venezolanos se expresen¡±.
El Gobierno de Maduro intervino en el mercado con los llamados CLAP. Se trata de comit¨¦s locales de abastecimiento y producci¨®n que administran productos b¨¢sicos regulados como la harina o la leche en polvo y que Henrique Capriles, l¨ªder del partido Primero Justicia, considera un ¡°chantaje¡± que genera dependencia del oficialismo. Algo parecido hizo Ch¨¢vez en el terreno sanitario con las misiones Barrio Adentro. Este proyecto de atenci¨®n primaria implantado con el apoyo de Cuba sigue en pie despu¨¦s de m¨¢s de una d¨¦cada, aunque su funcionamiento ha quedado afectado por otros de los problemas cruciales de Venezuela: la violencia en las calles. Lo confirma Carlos Villegas, m¨¦dico intensivista que desde hace tres a?os dirige el centro de diagn¨®stico integral R¨ªo de Janeiro a la salida de Petare. Recibe cerca de 60 pacientes al d¨ªa, cree que este modelo funciona pero relata: ¡°La inseguridad es el mayor problema¡±. El a?o pasado hubo, seg¨²n la ONG Observatorio Venezolano de Violencia, 28.479 asesinatos en un pa¨ªs con una poblaci¨®n de 30 millones de habitantes.
Por las calles, no obstante, se ven pocos polic¨ªas uniformados. Salvo antes de las manifestaciones. Esta semana, en medio de las protestas de la oposici¨®n, se han producido barricadas, enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, actos vand¨¢licos y la parroquia de El Valle, cerca de donde creci¨® Maduro, fue escenario de saqueos y una batalla campal la noche del jueves. Las autoridades denunciaron un intento de ataque a un hospital infantil por bandas armadas. Tres personas murieron tiroteadas y nueve electrocutadas durante el asalto a la panader¨ªa La Mayer. A unos metros de ese establecimiento pod¨ªa verse un casquillo a¨²n el viernes por la ma?ana.
¡°Ojal¨¢ que todos estos muertos no se los vengan a echar al Gobierno, fueron ellos mismos que se metieron¡±, afirma Evelia Manrique, quien considera que su pa¨ªs atraviesa un conflicto. ¡°La guerra contra Venezuela es dentro y fuera de Venezuela¡±, a?ade en referencia a la acusaci¨®n cl¨¢sica del chavismo, que atribuye el impulso de las protestas al apoyo de Estados Unidos y de la Organizaci¨®n de los Estados Americanos. Ana Gonz¨¢lez la advierte: ¡°Nos quieren poner a nosotros pele¨¢ndonos con nosotros mismos. Todos andamos con lo mismo, con la comida, con los medicamentos, con la salud, con todo lo que est¨¢ pasando, si es chavista o si no es chavista, todos estamos pasando hambre¡±. ¡°Yo soy oficialista, pero lo que sucedi¨® aqu¨ª no fue oposici¨®n racional ni Gobierno¡±, opina por su parte Angie Barrio, de 38 a?os, trabajadora del metro, sobre los disturbios.
La vida cotidiana en Venezuela est¨¢ marcada por una elevada polarizaci¨®n. Pero eso no quiere decir que todos los opositores o quienes se manifiestan contra el Gobierno comulguen estrictamente con el ideario de las fuerzas que integran la MUD. Ni que todos los que defienden el chavismo lo hagan porque aplauden ese modelo, sino m¨¢s bien porque prefieren la conservaci¨®n de cierto orden, la idea de que cada cosa siga en su sitio. Ch¨¢vez, adem¨¢s, consigui¨® instalar en el imaginario colectivo un concepto de soberan¨ªa y de orgullo nacional que persiste en varios sectores y que asimila la noci¨®n de patria a una opci¨®n pol¨ªtica. Lo reflejan las palabras de Yilson Rodr¨ªguez, que sostiene la pancarta del colectivo Vencedores Lanzas de Vargas durante la marcha convocada por el Gobierno para responder, el mi¨¦rcoles, a la movilizaci¨®n de la oposici¨®n. ¡°No tenemos que permitir que nos invadan, tenemos que defender la revoluci¨®n¡±, explica. Ante esa defensa a ultranza, las incompatibles ganas de cambios de la oposici¨®n. Mientras tanto, a?o tras a?o, Venezuela sigue sumida en el bloqueo.
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