Sean Spicer, un portavoz digno de Trump
El vocero de la Casa Blanca ha logrado convertir las ruedas de prensa en una constante batalla verbal
A Sean Spicer (Rhode Island, 1971) el traje de chaqueta no acaba de sentarle. Aunque lleva m¨¢s de una d¨¦cada en los c¨ªrculos republicanos de Washington, al flamante portavoz y director de comunicaci¨®n de la Administraci¨®n de Donald Trump cuesta no imaginarle vestido con bermudas, camiseta, y una gorra de b¨¦isbol bien calada, bajando latas de cerveza en alguna barbacoa de vecindario y subiendo el tono de voz para dejar claro que, evidentemente, ¨¦l tiene raz¨®n, y su jefe sabe lo que hace.
En el impredecible guion de un Gobierno presidido por una estrella de la telerrealidad, adicto al revuelo y enemigo declarado de la independencia informativa, el secundario Spicer ha demostrado estar a la altura. Tiene madera de estrella. No decepciona.
Spicer ha logrado convertir la, hasta ahora mayormente tediosa, rueda de prensa diaria en el ala oeste de la Casa Blanca, en una batalla verbal que por momentos roza el esperpento. Es un culebr¨®n que engancha. Podr¨ªa parecer un programa de inocentadas y c¨¢mara oculta. Porque ?qui¨¦n habr¨ªa imaginado que un portavoz del Gobierno estadounidense negar¨ªa el uso de armas qu¨ªmicas por parte de los nazis en Alemania? Pues ah¨ª estaba Spicer el 10 de abril ante el atril (en una atestada y destartalada estancia, antigua piscina cubierta reconvertida en tiempos de Nixon en sala de prensa) pronunciando una frase que ning¨²n guionista se habr¨ªa atrevido a meter por exagerada ¡ªni siquiera en una desternillante s¨¢tira televisiva de in¨²tiles pol¨ªticos como Veep¡ª.
Spicer, al tratar de justificar la decisi¨®n del Gobierno de EE UU de bombardear Siria, dijo: ¡°Alguien tan despreciable como Hitler no se rebaj¨® a usar armas qu¨ªmicas¡±. Una estupefacta periodista quiso asegurarse de que hab¨ªa escuchado correctamente. Y, mientras Spicer trataba de aclararse, el charco se fue haciendo m¨¢s profundo: ¡°El gas sar¨ªn¡ [Hitler] no lo us¨® contra su propio pueblo¡ como El Asad. Llev¨® a gente a centros del Holocausto. El Asad ha ido a las ciudades y lo ha tirado a inocentes¡±. A continuaci¨®n pas¨® 24 horas pidiendo perd¨®n en plat¨®s televisivos. Al fin un peque?o ba?o de humildad.
Enemigo declarado de la independencia informativa, es un firme defensor de los ¡°hechos alternativos¡±
A estas alturas los corresponsales pol¨ªticos ya hab¨ªan soportado casi 100 d¨ªas de insultos y desabridos rapapolvos. A Jim Acosta de la CNN, Spicer le solt¨® ¡°tienes cero inteligencia¡±, y a una periodista de ABC le recomend¨® que se comprara un diccionario si no entend¨ªa el ingl¨¦s. Una semana antes de que Trump entrara en la Casa Blanca ¡ªen l¨ªnea con su err¨¢tico jefe¡ª, Spicer ya dej¨® claro que la prensa era ¡°irresponsable¡± y ¡°temeraria¡±. No s¨®lo el Gobierno deb¨ªa rendir cuentas de sus acciones, tambi¨¦n los medios, y ¨¦l se ocupar¨ªa de ello.
Curtido en los pasillos del Congreso, Spicer es una de las aportaciones del Partido Republicano al Gabinete de Trump. Y por incre¨ªble que parezca al ver su agresivo tono con los reporteros, su campo de acci¨®n ha sido siempre la comunicaci¨®n. Trabaj¨® con el secretario de Comercio de George W. Bush ¡ªdefendiendo entonces a ultranza el libre comercio¡ª y desde 2011 ha sido portavoz del Comit¨¦ Nacional Republicano, siendo la persona que m¨¢s tiempo dur¨® en el puesto. Se uni¨® a las filas de Trump el pasado agosto, y su lealtad al disparatado magnate fue recompensada. Logr¨® imponerse a la estrella de la radio conservadora, Laura Ingraham, y a la reportera de Fox, Kimberley Guilfoyle, y quedarse como portavoz de la nueva Administraci¨®n.
A una periodista de la cadena ABC le dijo que se comprara un diccionarios si no entend¨ªa el ingl¨¦s.
Miembro de la Armada en la reserva y consumidor diario de paquete y medio de chicles de canela ¡ªque no solo masca sino que se traga y a su m¨¦dico le parece bien, como explic¨® a The Washington Post¡ª, a Spicer no le tiembla el pulso. Tampoco, como se ha visto, la lengua. Ha demostrado ser capaz de defenderlo todo sin arrugarse: desde el evidente plagio del discurso de Michelle Obama que hizo Melania Trump en la convenci¨®n republicana de julio, hasta la constante presencia del presidente en el campo de golf.
A los pocos d¨ªas de ocupar su cargo surgi¨® la etiqueta en Twitter #spicerfacts cuando asegur¨® enf¨¢ticamente que la toma de posesi¨®n del 20 de enero hab¨ªa sido la m¨¢s concurrida hasta la fecha. Y ?esas fotos a¨¦reas que mostraban grandes claros en el Mall? Por favor, el ¡°encuadre era intencionado¡±, denunci¨® Spicer. ¡°Fue la muchedumbre m¨¢s grande que jam¨¢s asisti¨® a una investidura. Punto¡±. La asesora del presidente, otro folcl¨®rico miembro del Gabinete, Kellyanne Conway, sali¨® en su defensa y acu?¨® la delirante expresi¨®n ¡°hechos alternativos¡±, a la que Spicer se ha mostrado adepto. No en vano, Steve Bannon, estratega y fuerza oscura de la Casa Blanca, le ha definido como ¡°un luchador¡±. Uno de sus casus belli favoritos antes de llegar a la Casa Blanca fue con la compa?¨ªa de helados Dipin' Dots: pas¨® cuatro a?os burl¨¢ndose de su eslogan publicitario en Twitter, enfatizando que NO pod¨ªa ser "el helado del futuro", y alegr¨¢ndose de las penurias econ¨®micas que sufri¨® la marca. Ahora la compa?¨ªa ha terminado por contestarle con una carta, que pronto se volvi¨® viral, en la que explicaban que comprend¨ªan que el tema de los helados era un asunto serio y que quer¨ªan hacerle saber que la compa?¨ªa radicada en Kentucky "en el coraz¨®n de nuestro gran pa¨ªs" y da empleo a cientos de trabajadores. ?Algo que objetar??
Los primeros sparrings de Spicer con la prensa capitolina no acabaron de gustar a Trump ¡ªconsider¨® que su portavoz deb¨ªa mostrarse m¨¢s seco¡ª, pero ha acabado por rendirse ante la popularidad de hot Spicer, a quien ha calificado como ¡°superestrella¡± (un elogio que punt¨²a muy alto en el ranking trumpiano). Aqu¨ª, y sin restarle m¨¦ritos al verdadero Spicer, hay que hacer una menci¨®n especial a la actriz Melisa McCarthy. Su parodia del portavoz en Saturday Night Live ha venido a corroborar que detr¨¢s del ascenso de todo hombre, hay una gran mujer.
Parec¨ªa que despu¨¦s de Alec Baldwin imitando a Trump, en ese mismo programa, quedaba espacio para poco m¨¢s. Pero lleg¨® McCarthy-Spicer y a voz en grito, empujando el atril literalmente contra los reporteros, tragando pu?ados de chicles, y sacando mu?ecos de un caj¨®n para explicar gr¨¢ficamente los comunicados del presidente ¡ªcomo si en vez de una rueda de prensa se tratara de una clase de preescolar¡ª, clav¨® al portavoz. Vestida de conejito de Pascua ¡ªel verdadero Spicer se disfraz¨® as¨ª en tiempos de Bush para el tradicional Egg Hunt¡ª, hizo su m¨¢s reciente aparici¨®n en el programa pidiendo impertinentemente perd¨®n por lo de los ¡°centros del Holocausto¡±.
Mientras tanto, y sin disfraz de por medio, Spicer sigue dando la cara, aportando sabor. La semana pasada defendi¨® el rumbo de las fragatas y portaviones que iban a Corea y resultaron ir a Australia. ¡°Pregunten al Pent¨¢gono, nosotros habl¨¢bamos de la se?al que estos movimientos mandaban¡±.
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