Los cr¨ªmenes de la calle Cajigal
El desgobierno de Maduro ha empezado a asesinar a los habitantes de su propio barrio
La parroquia de El Valle, al suroeste de Caracas, fue durante lustros un basti¨®n chavista. All¨ª creci¨® Nicol¨¢s Maduro. Fue tambi¨¦n all¨ª donde, pronto har¨¢ 20 a?os, surgieron los primeros ¡°c¨ªrculos bolivarianos¡±, c¨¦lulas del vasto e incontenible descontento que, en 1998, llev¨® a Hugo Ch¨¢vez al poder. El Valle fue tambi¨¦n uno de los campos de matanza del Caracazo, la ola de saqueos y motines que estremecieron desde sus inicios el malhadado segundo periodo presidencial de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez. En aquella ocasi¨®n, febrero de 1989, la parroquia aport¨® una cuota considerable a los centenares de muertos que dej¨® el ametrallamiento de las barriadas con que el Ej¨¦rcito sofoc¨® la revuelta.
Las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, contra todo el ventajismo chavista y las marruller¨ªas sin cuento del organismo electoral, otorgaron a la oposici¨®n venezolana una aplastante mayor¨ªa en la Asamblea Nacional y pusieron al descubierto que El Valle hab¨ªa dado la espalda a Nicol¨¢s Maduro. Jos¨¦ Guerra, brillante economista y acad¨¦mico, candidato de la Mesa de Unidad Democr¨¢tica a la diputaci¨®n de El Valle, arras¨® en las urnas.
?Cu¨¢nto deber¨¢ esperar Venezuela para que este asesino sea desalojado del poder que usurpa?
Hoy, la dictadura de Maduro pretende inculparlo como ¡°golpista¡± y lo acusa de ser promotor de la letal conmoci¨®n que sacude la parroquia desde la noche del pasado 20 de abril. Ante la indoblegable determinaci¨®n de protestar pac¨ªficamente de que ha dado muestra la hoy m¨¢s que mayoritaria masa opositora, la violencia desatada por todos los brazos armados con que cuentan Maduro y su camarilla luce camino a superar la ignominiosa cifra de m¨¢s de 40 muertos que dejaron las protestas de hace tres a?os. En El Valle, esta violencia que c¨ªnicamente Maduro atribuye a la oposici¨®n provoc¨®, el 20 de abril, una conmoci¨®n tal que los vecinos no dudan es describirla como otro Caracazo.
Aun para las magnitudes de una ciudad convertida en capital mundial del homicidio impune, lo ocurrido en la calle Cajigal ¡ªy en toda la parroquia¡ª rebasa todos los horrores imaginables y testimonian cu¨¢n demencial y sangrienta es la interminable ordal¨ªa que atraviesa mi pa¨ªs. La noche del 20 abril estall¨® en El Valle un cacerolazo de protesta acompa?ado de gritos que clamaban por la renuncia de Maduro. Nadie ha podido cabalmente dar cuenta de lo que ocurri¨® a partir de ese momento. Pero una hip¨®tesis muy veros¨ªmil sugiere que, exaltados por la ruidosa protesta, muchos hambrientos se echaron a la calle para saquear comida. Al parecer, la Guardia Nacional, los sicarios motociclistas del paramilitarismo chavista conocidos como ¡°colectivos¡± y las bandas delictivas locales no solo atacaron a los saqueadores para reprimirlos, sino que terminaron ametrall¨¢ndose unos a otros.
Es un hecho que no todos los colectivos act¨²an ya coordinadamente con la Guardia Nacional. Para los vecinos es concebible que, por una vez, los sicarios motociclistas fueron atacados por grupos rivales, desprendidos del propio paramilitarismo, que han preferido volver a ser agentes del hampa com¨²n.
El comunicado oficial sobre lo ocurrido habla de ocho muertes ¡°por electrocuci¨®n¡± que atribuye, sin m¨¢s, a la cerca de seguridad de una panader¨ªa saqueada en la calle Cajigal. Este tipo de cercado, dicen los expertos, est¨¢ concebido para repeler en¨¦rgicamente al intruso, no para matarlo. Los vecinos insisten en que, tal como ocurri¨® durante el Caracazo, las v¨ªctimas fueron masacradas y nunca se sabr¨¢ por qui¨¦nes. No se permiti¨® a sus familiares presenciar el levantamiento de los cad¨¢veres. El desgobierno de Maduro ha comenzado a asesinar tambi¨¦n a los habitantes de su propio barrio. ?Cu¨¢nto deber¨¢ esperar Venezuela para que este asesino sea desalojado del poder que usurpa?
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