El Ej¨¦rcito mexicano toma el pa¨ªs de los ¡®chupaductos¡¯ de combustible
M¨¢s de 2.000 militares vigilan el tri¨¢ngulo rojo, entre quejas por su actuaci¨®n en el enfrentamiento que mantuvieron esta semana con ladrones de gasolina
Quiz¨¢ sin darse cuenta, las tres mujeres emplean un eufemismo revelador: ¡°Los se?ores que sacan el producto¡±. No dicen huachicoleros, chupaductos o ladrones de combustible. Son se?ores y no roban, toman lo que es suyo. Juana y sus dos hijas sirven comida en una fonda en Palmarito, el pueblo de la semana en M¨¦xico. Entre el mi¨¦rcoles por la tarde y el jueves por la ma?ana, ¡°los se?ores¡± se enfrentaron al Ej¨¦rcito mexicano a balazos en sus calles. Cuatro militares y seis civiles murieron.
El pa¨ªs entero volte¨® a Palmarito. El robo de combustible se hab¨ªa convertido en un problema hac¨ªa tiempo en M¨¦xico. Sobre todo en el centro, en el Estado de Puebla. Pero la muerte a plomo de cuatro soldados sorprendi¨® a m¨¢s de uno, la agresividad, el descaro.
?Qu¨¦ ha pasado en Palmarito? Seg¨²n quien lo cuente¡ El Ej¨¦rcito, el Gobierno Federal y el de Puebla asumen que la situaci¨®n est¨¢ fuera de control. La Secretar¨ªa de la Defensa informaba el jueves de que los huachicoleros les hab¨ªan atacado, usando a mujeres y ni?os de escudo. Que ellos, por tanto, no hab¨ªan podido responder. El robo de combustible, dec¨ªa este viernes Antonio Gali, gobernador de Puebla, ha corrompido a las familias. No es el crimen frente a la poblaci¨®n, sino junto a la poblaci¨®n. Por eso, Gali ha anunciado la llegada de 2.000 militares al Estado, dedicados casi en exclusiva a vigilar los seis o siete pueblos del tri¨¢ngulo rojo, el pa¨ªs de los chupaductos.
Para Juana y sus hijas, el ¨²nico problema es el Ej¨¦rcito. Les gustan los huachicoleros, aunque dicen que no saben qui¨¦nes son. Una de ellas cuenta que ¡°llegaron hace un a?o y se acab¨® el robo¡±. La madre insiste, ¡°s¨ª, se acab¨® la delincuencia¡±. La segunda hija a?ade que una vez, unos delincuentes robaron a un se?or que vende l¨¢minas de aluminio. ¡°Los se?ores que sacan el producto les agarraron a cinturonazos¡±.
La primera hija, que prefiere ocultar su nombre, cuenta que una vez la ayudaron personalmente. ¡°Ten¨ªa una infecci¨®n en el vientre, y lo que me daba el doctor no serv¨ªa. Ya no aguantaba, ten¨ªa mucho dolor. Un d¨ªa se lo dije a una prima. Me respondi¨®, ?Y si vamos a pedir ayuda?¡¯ ?A qui¨¦n? Le dije yo. ¡®Pues a ellos¡¯. Entonces fuimos a una casa que mi prima conoc¨ªa. Sali¨® una se?ora y le expliqu¨¦. Que ten¨ªa que hacerme un estudio. Y me dieron 2.000 pesos (100 d¨®lares)¡±.
Se acerca un muchacho que ha terminado de comer y dice: ¡°Los huachicoleros roban, pero ayudan a la gente. Llega una se?ora con c¨¢ncer y se lo pagan ¨Cel tratamiento¨C. Controlan a los rateros y que no roben (sic) a los ni?os¡±. La mam¨¢ abunda en las bondades de los ¡°se?ores¡±. Dice que hacen regalos en fechas se?aladas. ¡°En el d¨ªa de la madre regalan refris, el d¨ªa de la mujer, les hacen carnitas¡±. ?Les cocinan? ?D¨®nde? ¡°Ah¨ª en los portales¡±. En el mismo centro del pueblo.
La vieja y rom¨¢ntica preferencia por los ladrones en detrimento del Estado es apenas un envoltorio en Palmarito. Este viernes, la gente estaba enfadada con los militares y con medio M¨¦xico. No son delincuentes, ni tampoco sus c¨®mplices, dec¨ªan. Los militares nos atacaron y no est¨¢bamos haciendo nada.
Las hijas de Juana cuentan que el mi¨¦rcoles por la noche las tirotearon en mitad del pueblo, mientras volv¨ªan de casa de los abuelos. Se tuvieron que refugiar en el patio de una vivienda, en un hoyo cavado en el suelo.
Su historia es parecida a la de una docena de vecinos de Palmarito, que hablaron con EL PA?S este viernes en la localidad. Est¨¢, por ejemplo, el se?or Jos¨¦ S¨¢nchez, abatido el mi¨¦rcoles por la tarde durante el primer enfrentamiento, ocurrido a las afueras del pueblo, al otro lado de la autopista.
Varios vecinos refirieron que Jos¨¦ era campesino. Aquella tarde estaba en el lavadero que hay camino a San Bartolo, cerca de donde pasa el oleoducto de la discordia. Los campesinos lavan en unas albercas r¨¢banos, br¨®coli y cebollines. Les limpian la tierra. El Ej¨¦rcito inform¨® que acudi¨® a la zona en respuesta a una denuncia an¨®nima. Jos¨¦, explicaron los vecinos, estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Est¨¢ tambi¨¦n el caso de Jos¨¦ Bernardino Navarro, taxista, que se recupera de dos heridas de bala en el hospital general de Tecamachalco. ¡°Eran como las 20.30¡±, cuenta el se?or Navarro, ¡°ya hab¨ªa acabado mi turno y volv¨ªa a casa, a San Bartolo. Cuando bajaba del puente, vi a los militares all¨¢ abajo. No s¨¦ qui¨¦n me dispar¨®, pero me dieron dos veces, una me roz¨® la cabeza y otra me dio en el pecho¡±. El se?or Navarro explica que la segunda bala a¨²n la tiene dentro. ¡°Es muy caro sacarla¡±, justifica.
O tambi¨¦n el caso de Esther Nabor, prima de una de las fallecidas, Felipa Olayo. ¡°Mi prima volvi¨® del campo y fue a buscar tortillas. Ten¨ªa que dar de comer a su mam¨¢, que ya est¨¢ mayor. Ella vive en el centro. Cuando sali¨®, la mataron¡±. ?Qui¨¦nes? ¡°Los militares¡±.
El profesor Ramiro Fuentes cuenta una historia parecida: caminaba por el centro, junto a la iglesia. Ser¨ªan pasadas las 22.00, cuando los militares empezaron a disparar desde unos 100 metros. ?l y su esposa se refugiaron en el predio del templo. Otra, la se?ora Aurelia Ju¨¢rez, dice que sal¨ªan de misa de ocho, a eso de las 21.00 y que ¡°los militares ven¨ªan disparando¡±. Volvieron al interior de la iglesia y al rato salieron, se fueron y cuando llegaban a casa, unos militares les interceptaron y enca?onaron. Varios vecinos han protestado por situaciones parecidas: llegar a su casa y, de sorpresa, toparse con el fusil de un militar en la cara.
A juzgar por los comentarios que se escuchaban este viernes en el pueblo, el mayor componente del enojo era la falta de sensibilidad de sus compatriotas. Ellos no son ladrones (aunque los acepten). A eso de las 15.00, un contingente de camionetas sali¨® camino a Puebla, la capital. Dec¨ªan que iban a recoger los cad¨¢veres de dos de los seis muertos ¨Cla se?ora Felipa una de ellos- y se iban a plantar frente a la casa de Gobierno para pedir justicia. A la misma hora, decenas de huachicoleros ofrec¨ªan el litro de gasolina a 11 pesos en la central de abastos de Huixcolotla, en medio del tri¨¢ngulo rojo. 11 pesos, seis m¨¢s barato que el litro de las gasolineras. Uno de los vendedores dec¨ªa que estaba muy alto. Se justificaba: ¡°Es por todo el desmadre¡±.
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