¡°?Est¨¢ diciendo que hay una conspiraci¨®n en su contra?¡±: los di¨¢logos clave entre Lula y el juez
El interrogatorio al expresidente se convirti¨® a ratos en un cara a cara entre las personalidades m¨¢s opuestas de la pol¨ªtica brasile?a
En las cinco horas que dur¨® la deposici¨®n realizada el mi¨¦rcoles por el expresidente brasile?o Luiz In¨¢cio Lula da Silva ante el juez S¨¦rgio Moro, que investiga si el pol¨ªtico forma parte del entramado corrupto del caso Petrobras, hubo varios momentos en los que los interlocutores se distrajeron del tema previsto. A veces era porque las acusaciones -si Lula acept¨® o no sobornos en forma de favores de empresarios a cambio de contratos p¨²blicos: ¨¦l lo niega rotundamente- exig¨ªan hablar del contexto general del pa¨ªs. Pero sobre todo porque ambos tienen personalidades tan opuestas, tan enfrentadas p¨²blicamente, que muchas de las cuestiones les obligaban a enzarzarse discusiones sobre asuntos casi filos¨®ficos sobre la naturaleza del pa¨ªs. A veces Lula intenta adelantarse al desacuerdo para dominar la conversaci¨®n, a veces es Moro quien gu¨ªa a Lula con preguntas cargadas de intenci¨®n.
Nada m¨¢s empezar la conversaci¨®n, por ejemplo, Lula saca el tema de por qu¨¦ intenta implicarle en la macrotrama del caso Petrobras.
-Soy v¨ªctima de la mayor cacer¨ªa jur¨ªdica jam¨¢s sufrida por un presidente, por un pol¨ªtico, brasile?o -protesta.
-Se?or presidente, lo que est¨¢ en juicio no es su gobierno, sino cosas concretas -le contesta Moro.
-Lo que se est¨¢ juzgando es mi gobierno, mire si vamos a estar en desacuerdo con esto. Lo que se est¨¢ juzgando es exactamente mi gobierno.
Ambos comenzaron hablando del objetivo de la declaraci¨®n, el supuesto soborno a Lula: un piso en una zona costera de S?o Paulo. Los ejecutivos de la constructora OAS, due?a del inmueble, aseguran que lo reformaron como regalo para el expresidente, que era quien lo usaba. Hay pruebas como que Lula fue a visitarlo en 2014, junto con el presidente de OAS, Leo Pinheiros. Lula se defiende diciendo que Pinheiros solo se lo quer¨ªa vender. "Fui a verlo, le encontr¨¦ 500 defectos, me volv¨ª y nunca m¨¢s trat¨¦ del tema con Leo. Dijo que har¨ªa reformas y las hizo¡±. Y se justific¨®: ¡°Soy una figura p¨²blica, solo podr¨ªa ir a la playa los lunes o el jueves de Ceniza [d¨ªa del carnaval en el que nadie sale de casa]¡±.
M¨¢s tarde, Moro recuerda a Lula que su mujer, muerta el pasado febrero, hab¨ªa invertido dinero de la familia en el edificio all¨¢ por 2005. ¡°No s¨¦ si usted est¨¢ casado, pero mi mujer no siempre avisa de lo que va a hacer¡±, responde Lula. Y, entre l¨¢grimas, las l¨¢grimas m¨¢s recurrentes de la historia pol¨ªtica brasile?a, alerta: ¡°Solo quer¨ªa pedirle una cosa, se?or Moro. A m¨ª se me hace muy dif¨ªcil que me cite a mi mujer sin estar ella aqu¨ª presente para defenderse. Es muy dif¨ªcil. Es una pena. Y una de las causas por las que muri¨® fue la presi¨®n que sent¨ªa¡±.
As¨ª, tema tras tema, los dos personajes p¨²blicos m¨¢s enemistados en la pol¨ªtica nacional se iban enconando en ejercicios dial¨¦cticos. Moro lanzaba preguntas a su estilo, directo, fr¨ªo y cerebral. Y Lula, que por algo a¨²n es el pol¨ªtico m¨¢s popular del pa¨ªs a¨²n siete a?os despu¨¦s de su ¨²ltimo gobierno, rebat¨ªa con respuestas al suyo: campechano en apariencia, emocional pero astuto y capaz de llevar cualquier cuesti¨®n al terreno que m¨¢s convenga.
Por ejemplo, Lula arrastr¨® a Moro a la nueva obsesi¨®n de la justicia brasile?a: las confesiones premiadas, el sistema por el que empresarios que han sido declarados culpables pueden recortar sus sentencias si acusan a otros, algo est¨¢ causando estragos en el Gobierno de Michel Temer y en Brasilia en general.
-Lo que ha pasado en estos ¨²ltimos d¨ªas 30 d¨ªas pasar¨¢ a la historia como el mes de Lula. El mes en el que todos trabajaron, sobre todo en la Fiscal¨ªa, para pronunciar la misma palabra, que era Lula. Si no dec¨ªan Lula, no val¨ªa.
-?Est¨¢ diciendo que hay una conspiraci¨®n en su contra?
-Estoy diciendo que si primero te condenan a 23 a?os, luego ves por la tele la vida de lujo de los que han confesado y entonces piensas que acusar a quien, quien sea, es una forma que tiene esa gente de saltarse la c¨¢rcel.
Tras cuestionar el caso Petrobras y las confesiones, Lula recrimina a Moro su obsesi¨®n por limpiar el pa¨ªs de corrupci¨®n en lugar de sacarlo adelante.
-?Usted no se siente responsable porque el caso Petrobras [que investiga tramas sobre todo en el terreno de la construcci¨®n y ha impedido que las empresas m¨¢s grandes del pa¨ªs accedan a m¨¢s concursos p¨²blicos] haya destruido la industria de la construcci¨®n de este pa¨ªs? ?No se siente responsable porque 600 millones (sic) de personas del sector hayan perdido el empleo? -le tienta.
-?Pero lo que perjudic¨® a esas empresas fue la corrupci¨®n o el combate a la corrupci¨®n? -provoca Moro.
-Es su m¨¦todo de combatir la corrupci¨®n.
Moro no sucumbe a los Lulismos en ning¨²n momento. No se rie ni se deja seducir por las salidas de tono. Ni siquiera cuando Lula suspira, abrumado: ¡°No quiera saber lo que es expresidente de este pa¨ªs". Y, con el cl¨¢sico cierre llenado de significados distintos de un buen Lulismo, a?ade: "No quiera ser exjuez¡±.
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