Trump ante el nombramiento de un fiscal especial: ¡°Es la mayor caza de brujas en la historia de Am¨¦rica¡±
El Departamento de Justicia elige al respetado Robert Mueller, que dirigi¨® el FBI de 2001 a 2013, para investigar la trama rusa
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a estallar. En un gesto que quedar¨¢ para los anales, el presidente de Estados Unidos sac¨® sus peores modos y ante el nombramiento de un fiscal especial para investigar la trama rusa clam¨® que era "v¨ªctima de la mayor caza de brujas a un pol¨ªtico en la historia de Am¨¦rica". "Con todos los actos ilegales que tuvieron lugar en la campa?a de Clinton y la Administraci¨®n Obama, jam¨¢s se nombr¨® un fiscal especial", se quej¨® Trump por Twitter.
This is the single greatest witch hunt of a politician in American history!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) May 18, 2017
Las palabras de Trump rompen cualquier contenci¨®n. Si tras la designaci¨®n del investigador especial, la Casa Blanca emiti¨® un comunicado escueto y que evitaba valorar el nombramiento, esta ma?ana Trump entr¨® en uno de sus episodios de autocombusti¨®n tuitera. Una andanada en la que mostr¨® su escaso respeto a la divisi¨®n de poderes, pero sobre todo su beligerancia a unas pesquisas que cada vez estrechan m¨¢s el cerco en torno a la injerencia de Rusia en la campa?a electoral y su posible coordinaci¨®n con el equipo de Trump.
No es la primera vez que menciona el fantasma del macartismo. Otras veces que se ha visto asediado lo ha hecho. Pero nunca ha tra¨ªdo a la memoria que su gran amigo, mentor y abogado Roy Cohn fue precisamente el consejero jefe del senador Joseph McCarthy (1908-1957) durante la persecuci¨®n a los comunistas.
El detonante del estallido de Trump fue el nombramiento la v¨ªspera por el Departamento de Justicia del respetado Robert Mueller, director del FBI de 2001 a 2013, como fiscal especial. La extraordinaria medida, que otorga a Mueller amplios poderes y la posibilidad de presentar cargos penales, llega justo despu¨¦s de que se destapasen las presiones que ejerci¨® el presidente sobre el anterior responsable del FBI, James Comey, para que dejase de indagar al exconsejero de Seguridad Nacional y sus conexiones con el Kremlin.
El nombramiento fue obra del fiscal general adjunto, Rod Rosenstein, el mismo que aval¨® con un dur¨ªsimo informe el despido de Comey. Una decisi¨®n que le acarre¨® cr¨ªticas generalizadas y ante la que ¨¦l quiso distanciarse, recordando que el escrito de argumentaci¨®n le hab¨ªa sido solicitado. De poco sirvi¨®. El director del FBI es una figura blindada con un mandato de 10 a?os y su destituci¨®n fue entendida como una interferencia presidencial en la investigaci¨®n de la trama rusa.
Bajo esta tormenta, la designaci¨®n de Mueller es un intento de recuperar credibilidad y una v¨¢lvula de escape ante una sociedad cada vez m¨¢s escandalizada por los derroteros de la? Casa Blanca. ¡°Mi decisi¨®n no supone reconocer ning¨²n delito ni que se vaya a perseguir a nadie. Lo que he determinado es que dadas las circunstancias excepcionales, el inter¨¦s p¨²blico requiere que ponga las investigaciones bajo la autoridad de alguien que tenga cierto grado de independencia de la cadena de mando normal. Un investigador especial es necesario para que el pueblo americano tenga total confianza en los resultados¡±, dijo Rosenstein. Su jefe, el fiscal general, Jeff Sessions, no intervino al haberse autorecusado para tratar cualquier aspecto relacionado con la trama rusa, debido a que ocult¨® al Senado sus conversaciones con el embajador ruso en Washington.
La medida es extraordinaria. Anteriormente, el Departamento de Justicia s¨®lo hab¨ªa designado una vez en su historia a un investigador de este tipo. Fue en 1999 para dirimir las responsabilidades policiales en la matanza de Waco. Aunque el puesto estar¨¢ bajo el mando del fiscal general adjunto, posee mayor autonom¨ªa que cualquier integrante del ministerio p¨²blico, puede presentar cargos penales e incluso convocar jurados. Su ocupante, adem¨¢s, ser¨¢ dif¨ªcil de someter.
Mueller, de 72 a?os, es una figura altamente respetada. En 2001 fue elegido por George W. Bush para dirigir el FBI y, cumplido el decenio de mandato, Barack Obama le prorrog¨® otros dos a?os. Esta larga experiencia asegura al Departamento de Justicia un efecto interno: tranquilizar las aguas del FBI, donde el abrupto despido de James Comey ha sido visto como una humillaci¨®n.
Trump, en un principio, evit¨® valorar el nombramiento y en un escueto comunicado se?al¨®: "Como he afirmado otras veces, una investigaci¨®n completa confirmar¨¢ lo que ya sabemos, que no hay colusi¨®n entre mi campa?a ni entidad extranjera alguna. Espero que esto concluya r¨¢pidamente". Luego, por la ma?ana, lanz¨® su pol¨¦mico tuit.
La elecci¨®n de Mueller llega tras desbordarse las sospechas contra Trump. El ¨²ltimo golpe lo public¨® The New York Times el martes y desat¨® una reacci¨®n en cadena en el universo pol¨ªtico estadounidense. Comey filtr¨®, a trav¨¦s de allegados, el contenido de una de las numerosas notas que posee de sus contactos con Trump. El memor¨¢ndum relata una reuni¨®n en el Despacho Oval el 14 de febrero pasado, al d¨ªa siguiente de que el teniente general Flynn fuese destituido por haber mentido sobre sus conversaciones con el embajador ruso en Washington, Sergu¨¦i Kislyak.
Tras una sesi¨®n sobre seguridad con otros altos cargos, Trump pidi¨® quedarse a solas con el director del FBI. Cara a cara, el presidente empez¨® quej¨¢ndose de las filtraciones y de la inacci¨®n de la agencia a la hora de detener a sus causantes. Incluso, lleg¨® a expresar su deseo de ver detenido a alg¨²n periodista. Aclarada su posici¨®n, el republicano salt¨® a la yugular.
¡°Espero que puedas ver la forma de dejar pasar esto, de dejar pasar lo de Flynn. Es buen tipo. Espero que lo puedas dejar ir¡±, le dijo el presidente. Comey guard¨® silencio y s¨®lo coment¨®: ¡°Estoy de acuerdo en que es un buen tipo¡±.
La reconstrucci¨®n, desmentida por la Casa Blanca, figura en la nota que el director del FBI redact¨® al d¨ªa siguiente de la reuni¨®n. Comey, como ha sido pr¨¢ctica suya desde hace d¨¦cadas, elabor¨® un memor¨¢ndum privado por cada conversaci¨®n (telef¨®nica o presencial) que mantuvo con el presidente. Luego, adem¨¢s, las coment¨® con su equipo. En este caso, concluyeron que Trump hab¨ªa intentado influir en la investigaci¨®n de la trama rusa, pero decidieron guardar el secreto para no afectar las pesquisas.
Petici¨®n de documentaci¨®n
Este tipo de documentos pueden ser requeridos en un juicio como prueba. Y ahora amenazan con salir a la luz y convertirse en un ob¨²s contra la Casa Blanca. El presidente del Comit¨¦ de Supervisi¨®n de la C¨¢mara de Representantes, el republicano Jason Chaffetz, ha exigido ya al FBI que se le entreguen ¡°todos los memoriales, notas, grabaciones o cualquier comunicaci¨®n entre Comey y el presidente¡±. Una petici¨®n a la que se ha sumado el Comit¨¦ de Inteligencia del Senado, que tambi¨¦n ha requerido la comparecencia del ex director del FBI.
La solicitud de documentos puede ser rechazada por el Departamento de Justicia, pero una negativa total es dif¨ªcil. No s¨®lo ser¨ªa de dudosa legalidad, sino que agudizar¨ªa la crisis pol¨ªtica. Y desde luego no cerrar¨ªa el paso a nuevas filtraciones. La bomba, por tanto, est¨¢ servida.
Los expertos apuntan a que si se demuestra que Trump, como entendi¨® Comey, quiso alterar una investigaci¨®n federal podr¨ªa derivarse un cargo de obstrucci¨®n. La base de una impugnaci¨®n presidencial. La madre de todas las crisis. La posibilidad es a¨²n remota, sobre todo, porque este procedimiento requiere de mayor¨ªa en las C¨¢maras y hasta ahora los republicanos se han cerrado en banda. ¡°No nos apresuremos en el juicio, necesitamos hechos, toda la informaci¨®n; no podemos tratar con especulaciones e insinuaciones¡±, zanj¨® este mi¨¦rcoles el l¨ªder republicano en el Congreso, Paul Ryan.
Su postura es reflejo de un sentir mayoritario, pero no un¨¢nime. Tanto el presidente del Comit¨¦ de Relaciones Exteriores, Bob Corker, como el jefe de filas en el Senado, Mitch McConnell, han mostrado su enfado por la crisis. Y algunos parlamentarios han pedido abiertamente que Comey vaya a testificar al Congreso. ¡°Este esc¨¢ndalo est¨¢ alcanzando el tama?o y la escala del Watergate¡±, ha sentenciado el senador John McCain, enemigo declarado de Trump.
Las fisuras empiezan a surgir. Tras ocho a?os de presidencia dem¨®crata, los conservadores no piensan derribar a su l¨ªder, pero la impaciencia es evidente. Su sue?o de liquidar el legado de Obama se ve interrumpido por los incendios que prende Trump. Lejos del paseo triunfal que esperaban, en la retina de los ciudadanos solo aparece la imagen de un presidente desmedido y tumultuoso, incapaz de dar una semana de paz a sus parlamentarios.
Esta desmesura se ha vuelto el peor enemigo de Trump. Los excesos en los que incurre al tratar a quienes declara adversarios, sus exabruptos por Twitter, su innata capacidad para descolocar a sus propios colaboradores han llevado a su presidencia a multiplicar los frentes y las v¨ªctimas. Una de ellas, quiz¨¢ la m¨¢s peligrosa, es Comey, un hombre respetado por sus agentes, y que ahora, tras haber sido humillado p¨²blicamente, parece dispuesto a vengarse.
Bajo esta amenaza, el cerco se estrecha. Trump es consciente pero est¨¢ decidido a combatir, incluso a presentarse como un m¨¢rtir. Es un mensaje que cala entre su electorado. ¡°Ning¨²n pol¨ªtico ha sido peor tratado en la historia. Pero la adversidad te hace fuerte. Cuanto m¨¢s noble sea tu lucha, a m¨¢s oposici¨®n te enfrentar¨¢s. No hay que retroceder, sino luchar, luchar y luchar¡±, clam¨® este mi¨¦rcoles ante la Academia de Guardacostas, en Connecticut. Asediado e incluso tocado, Trump sigue en la brecha.
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