¡°Con Mubarak hab¨ªa una dictadura, con Al Sisi un r¨¦gimen criminal¡±
Hamzawy sostiene que el r¨¦gimen egipcio es insostenible y augura que, si no cambia, habr¨¢ una nueva rebeli¨®n
Amr Hamzawy (Minia, 1967) se sum¨® hace casi dos a?os a la lista disidentes egipcios que han optado exiliarse ante el riesgo de ser encarcelados. Joven, elocuente y elegante, hubo una ¨¦poca, tras la revoluci¨®n, en la que Hamzawy se convirti¨® en una presencia habitual en los plat¨®s de televisi¨®n. Gracias al prestigio adquirido en su trayectoria como investigador en EE UU, fue elegido diputado en las primeras elecciones libres, y era considerado la gran esperanza blanca del liberalismo en Egipto. Sin embargo, el golpe de Estado del 2013 cort¨® de ra¨ªz su proyecci¨®n, y le llev¨® al ostracismo. Ahora ha retornado al think tank Carnegie Endowment, en Washington, donde prepara un libro sobre el nuevo autoritarismo egipcio. Concedi¨® esta entrevista en T¨²nez, adonde viaj¨® para impartir una conferencia.
Pregunta. ?El r¨¦gimen de Al Sisi representa un retorno al pasado?
Respuesta. Solo en parte. Existen algunos patrones parecidos con el r¨¦gimen de Mubarak, como el hecho de que ambos presidentes sean militares, que organicen pseudo-elecciones cuyos resultados son ya sabidos de antemano o la aplicaci¨®n de unas pol¨ªticas econ¨®micas y sociales neoliberales. Ahora bien, las diferencias son a¨²n m¨¢s relevantes. Para empezar, Mubarak permit¨ªa un cierto espacio para la libertad de expresi¨®n y asociaci¨®n en lo que podr¨ªamos llamar la ¡°pol¨ªtica informal¡±, como las ONG, los sindicatos, etc. En cambio, Al Sisi est¨¢ cerrando tambi¨¦n esos espacios. Parece haber concluido que la existencia de esos espacios fue lo que hizo posible la revoluci¨®n. Por otra parte, pasada la confrontaci¨®n de los a?os 90 con la Gam¨¢ Islamiya, lo de Mubarak era una dictadura, pero la violencia no era sistem¨¢tica. Ahora la represi¨®n es estructural, y la podemos definir al r¨¦gimen como criminal.
P. ?En qu¨¦ pilares se asienta el nuevo autoritarismo?
R. Adem¨¢s de la represi¨®n estructural, hay una estrategia de asentar el Estado autoritario de forma legalista. En los ¨²ltimos a?os, se han aprobado unas 400 leyes y decretos que ampl¨ªan los poderes del Ejecutivo, que ni tan siquiera quiere respetar la independencia judicial, un estamento que siempre le ha apoyado. Por otra parte, hay una militarizaci¨®n del Estado en detrimento de su componente civil en muchos ¨¢mbitos, como el econ¨®mico y medi¨¢tico. Al Sisi ha permitido al Ej¨¦rcito crear empresas con ¨¢nimo de lucro, y est¨¢ claro que su peso en la econom¨ªa va en aumento, por mucho que no sepamos exactamente cu¨¢l es su porcentaje sobre el PIB. En los medios, las agencias de seguridad no se conforman con imponer l¨ªmites y censura, ahora poseen televisiones.
P. ?Es un r¨¦gimen de este tipo sostenible?
R. En el largo plazo no, pero no sabemos cu¨¢ndo cristalizar¨¢ la oposici¨®n. El Estado est¨¢ perdiendo su efectividad, incluso en el ¨¢mbito de la seguridad, como demuestra el fortalecimiento de los grupos terroristas, que cada vez suponen un mayor peligro. La situaci¨®n en el Sina¨ª se est¨¢ deteriorando. La actual pol¨ªtica antiterrorista resulta contraproducente. En el ¨¢mbito econ¨®mico, cada vez hay menos egipcios que se beneficien de la distribuci¨®n de la riqueza. Nunca antes tantos egipcios lo hab¨ªan pasado tan mal.
P. ?Sirvi¨® la revoluci¨®n para algo, o todos sus logros han sido neutralizados?
R. La revoluci¨®n cambi¨® la conciencia pol¨ªtica de los egipcios. A pesar de la intensidad de la represi¨®n, de que haya 50.000 personas en las c¨¢rceles y cientos de desaparecidos, el activismo no ha desaparecido en las universidades, en los movimientos sindicales, en las asociaciones profesionales, como los periodistas y m¨¦dicos ... Incluso ha habido explosiones de ira popular a causa del precio del pan y de algunos abusos policiales. Por todo esto, el r¨¦gimen no es sostenible.
P. ?Existe otra alternativa al Ej¨¦rcito que no sean los Hermanos Musulmanes?
R. Ahora mismo no. Los liberales y progresistas perdieron su legitimidad al apoyar al golpe. De momento, lo primero que hemos de hacer es crear una narrativa conjunta sobre lo que ha pasado estos ¨²ltimos siete a?os.
P. ?Cambia el apoyo desacomplejado de Trump a Al Sisi la ecuaci¨®n pol¨ªtica en Egipto?
R. No de forma sustancial, sino m¨¢s bien simb¨®lica. La comunidad internacional decidi¨® legitimar a Al Sisi, m¨¢s all¨¢ de alg¨²n gesto como la congelaci¨®n parcial de Obama de la ayuda militar. Con un menor grado de apoyo, sobre todo de las monarqu¨ªas del golfo P¨¦rsico, Al Sisi habr¨ªa pasado por mayores dificultades, sobre todo econ¨®micas.
P. ?C¨®mo ve la situaci¨®n de los Hermanos Musulmanes?
R. Probablemente, pasan por el momento m¨¢s dif¨ªcil de su historia. La represi¨®n antes nunca hab¨ªa sido tan profunda. Ahora bien, han sido capaces de mantener la mayor¨ªa de la organizaci¨®n unida, m¨¢s all¨¢ de alguna peque?a escisi¨®n, en torno a la resistencia no violenta. Contin¨²an siendo un actor importante, y los laicos debemos hablar con ellos. No podemos construir una alternativa democr¨¢tica excluy¨¦ndoles. Dicho esto, tienen un discurso a menudo infantil. No han sido capaces de reconocer los errores que cometieron cuando ten¨ªan el poder, y que abrieron la puerta a los militares. En esto, son iguales que Al Sisi. Y en cualquier momento son capaces de llegar a un acuerdo de reconciliaci¨®n con el r¨¦gimen.
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