Trump resucita el eje del mal
El mandatario apunta a Ir¨¢n, Siria y Corea del Norte. Su concepto de mal se limita al terrorismo y descuida la represi¨®n de derechos pol¨ªticos y civiles
Donald Trump acaba de resucitar el eje del mal. George Bush hijo acu?¨® la c¨¦lebre expresi¨®n en su discurso del estado de la uni¨®n de 2002, en referencia a Corea del Norte, Ir¨¢n e Irak. Trump, sin mencionarlo expl¨ªcitamente, ha reflotado de forma rompedora ese concepto durante su visita en Arabia Saud¨ª. Ante una audiencia de l¨ªderes ¨¢rabes en Riad, el presidente de EE UU sostuvo que en el mundo se libra una batalla ¡°entre bien y mal¡± y reincorpor¨® sin contemplaciones a Ir¨¢n en el club maudit despu¨¦s del deshielo impulsado por la Administraci¨®n Obama. En Riad, Trump calific¨® a Teher¨¢n como un r¨¦gimen que ¡°ha alimentado durante d¨¦cadas los fuegos del terror y el conflicto sectario¡±, que ¡°financia, arma y entrena a terroristas¡±. El r¨¦gimen sirio ¡ªal que EE UU acaba de bombardear¡ª sustituye a Irak en el tr¨ªptico horribilis de Trump.
El ¡°mal¡± al que se refiere el l¨ªder estadounidense es solo el terrorismo islamista. Un concepto filos¨®fico y pol¨ªtico un¨ªvoco, en el que no tienen cabida otros elementos. No interesa a Trump la represi¨®n ¡ªa menudo brutal en los pa¨ªses a cuyos mandatarios se dirig¨ªa¡ª de los derechos de los opositores, de las minor¨ªas, de las mujeres, de los homosexuales. ¡°No estamos aqu¨ª para dar lecciones¡±, zanj¨® el magnate ante el gotha ¨¢rabe. ¡°Buscamos socios, no perfecci¨®n; aliados que compartan nuestros objetivos¡± (y no, elocuentemente, valores), se?al¨® el presidente en otro pasaje. Significativamente, en primera fila del acto no estaban ni el democr¨¢tico T¨²nez, ni el L¨ªbano que desde hace d¨¦cadas intenta con dificultad avanzar en la senda del pluralismo pol¨ªtico, sino reg¨ªmenes autoritarios m¨¢s lejanos en valores pero m¨¢s ¨²tiles en objetivos.
As¨ª, el concepto de mal que elabora Trump (en may¨²sculas en la transcripci¨®n del discurso facilitada por la Casa Blanca) parece una conjugaci¨®n ¨¦tica y geopol¨ªtica de su gran mantra: America First. El ¨²nico mal que interesa es el que preocupa a Estados Unidos. Los otros no entran en el ¨¢ngulo visual. Y si bien es cierto que Trump, correctamente, menciona que los propios musulmanes son los m¨¢s mueren por el terrorismo perpetrado por sus correligionarios, el contexto general de su propuesta pol¨ªtica parece reducir esa menci¨®n a un elemento instrumental para convencer a los socios a cooperar en la direcci¨®n deseada.
El discurso de Riad por tanto declina en pol¨ªtica exterior el verbo ganador de Trump, y acomete una profunda ruptura con la tradici¨®n de las Administraciones estadounidenses previas quienes, de forma m¨¢s o menos vocal, han defendido la expansi¨®n universal de derechos civiles y pol¨ªticos liberales, en nombre de la visi¨®n de EE UU como pa¨ªs con vocaci¨®n de liderazgo moral global. Seg¨²n las etapas y los observadores, ese esfuerzo ha sido considerado un velo hip¨®crita sobre descarnados intereses o un loable intento de promover el progreso. Fuera lo uno u lo otro, Trump acaba de hacer un viraje de 180 grados. Para algunos tendr¨¢, al menos, la virtud de la franqueza; para otros, el espanto de la definitiva abdicaci¨®n del universo de valores que es la espina dorsal de Occidente en paulatino desarrollo desde el humanismo, el renacimiento, la ilustraci¨®n, el advenimiento de las democracias liberales.
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