Un tropiezo en su programa electoral golpea a la campa?a de Theresa May

La ventaja de los conservadores en los sondeos sigue siendo s¨®lida. Pero esos nueve puntos sobre los laboristas, que algunos daban el domingo, significan que el margen se ha reducido a la mitad desde que se convocaron las elecciones y que se ha rebasado la barrera psicol¨®gica de los dos d¨ªgitos. Con ese resultado, Jeremy Corbyn (35%, seg¨²n el sondeo de YouGov) superar¨ªa con creces el porcentaje de voto cosechado por su predecesor, Ed Miliband (30,4%). No es exactamente comparable: se espera que estas elecciones deparen una vuelta al bipartidismo y la diferencia en esca?os ser¨ªa sustancialmente mayor a la actual. Pero ese resultado le proporcionar¨ªa al veterano socialista argumentos incontestables para hablar de ¨¦xito.

Lo malo para los tories es que la pol¨ªtica nacional no deber¨ªa haberse colado en una campa?a para la que ten¨ªan un guion muy claro: no meterse en jardines; pescar en el naufragio del antieuropeo UKIP y confiar en la capacidad de May de apelar a cierta clase trabajadora a la que el elitismo de su predecesor, David Cameron, produc¨ªa sarpullidos. El poderoso gur¨² electoral australiano Lynton Crosby, el estratega estrella de los tories, ha dise?ado una elecci¨®n casi presidencial entre Theresa May y Jeremy Corbyn. El orden o el caos. Pero este fin de semana eran los laboristas los que hablaban de ¡°caos, confusi¨®n e indecisi¨®n¡±, tras una m¨¢s en la lista de las sonadas rectificaciones que la primera ministra ha convertido en inconveniente marca de la casa.

En su primer congreso como l¨ªder del Partido Conservador, prometi¨® que obligar¨ªa a las empresas a publicar la lista de sus trabajadores inmigrantes, y d¨ªas despu¨¦s rectific¨®. En sus primeros presupuestos, anunci¨® subidas a las aportaciones a la seguridad social y, tambi¨¦n, rectific¨®. Prometi¨® reiteradamente que no convocar¨ªa elecciones anticipadas, y las convoc¨®. Defendi¨® la permanencia en la UE durante la campa?a del refer¨¦ndum y, despu¨¦s, lidera al pa¨ªs hacia un Brexit duro sin matices.

En esta ocasi¨®n la impopular medida que ha debido ser rectificada golpeaba donde m¨¢s duele a los conservadores: en el colectivo de sus fieles votantes mayores. Bautizada exitosamente por los laboristas como ¡°impuesto a la demencia¡±, supone transferir buena parte del coste de atender a las personas mayores de los contribuyentes a los propios receptores que pueden permitirse pagar su propia atenci¨®n. Los mayores deber¨¢n pagar esa ayuda con su patrimonio (incluida la vivienda) hasta las ¨²ltimas 100.000 libras. El programa, adem¨¢s, descarta el techo m¨¢ximo de 72.000 libras que alguien pod¨ªa pagar por su asistencia, adoptado por Cameron. Los cr¨ªticos denuncian que eso, en muchos casos, obligar¨ªa a los herederos a vender las viviendas de sus padres y que la medida perjudicar¨ªa especialmente a quienes necesitan atenci¨®n a largo plazo en sus domicilios.

¡°Desde que se public¨® mi programa, las propuestas han sido objeto de acusaciones falsas por parte de Jeremy Corbyn¡±, ha denunciado Theresa May en un acto electoral en Gales. ¡°As¨ª que quiero aclarar algunos puntos. El programa dice que presentaremos un documento para su consulta, y eso incluir¨¢ un l¨ªmite en la cantidad que la gente deber¨¢ pagar por sus cuidados¡±. Pero la primera ministra se ha negado a especificar la cuant¨ªa de ese l¨ªmite m¨¢ximo y ha pasado un aut¨¦ntico mal rato tratando de defender ante los periodistas que nada hab¨ªa cambiado.

La pol¨¦mica es grave para May no solo porque erosiona, con una nueva rectificaci¨®n, la imagen de solidez y estabilidad que quiere proyectar. Adem¨¢s, afecta al colectivo social al que precisamente May quiere redirigir el partido: a esa clase media baja que, como la defini¨® el oto?o pasado, se las arregla para salir adelante, aunque con dificultades.

La medida, seg¨²n informa el Financial Times, fue introducida en el programa en el ¨²ltimo minuto por la propia primera ministra y pocos miembros del Gobierno fueron consultados. El revuelo y los ¨²ltimos sondeos dan argumentos para cuestionar la estrategia de centrar la campa?a en Theresa May.