El muro mexicano que separa el golf de la miseria
Una urbanizaci¨®n de lujo, blindada entre barriadas populares, ejemplifica la desigualdad en Edomex
Es el mejor de los barrios y es el peor de los barrios.
A un lado, un interminable manto de casas grises de cemento y techo de l¨¢mina, cables que salen de las viviendas como tent¨¢culos agarrados a los postes de la luz y calles con el asfalto agujereado que bajan retorci¨¦ndose en eses imposibles hasta un r¨ªo de excrementos: una cloaca a cielo abierto decorada en las orillas con cruces negras que recuerdan a las mujeres asesinadas.
Al otro lado, se?ores con pantalones a cuadros, viseras y zapatos blancos pasean ligeros por la pradera verde y brillante de un campo de golf, al fondo se ve un peque?o lago, dunas de arena cristalina, dos torres de dise?o minimalista y una casa de campo.
Separando los dos universos, un muro de tres metros de alto. Una frontera de ladrillo entre la exclusividad blindada como un b¨²nker de la urbanizaci¨®n de lujo Bosque Real Country Club y la barriada popular La Mancha. Una foto fija de la desigualdad extrema en el Estado de M¨¦xico, que en dos semanas elegir¨¢ nuevo gobernador.
El muro est¨¢ levantado al final de una calle empinada y es lo suficientemente alto como para que los golfistas no vean al barrio ni el barrio vea a los golfistas.
Dos j¨®venes descansan sentados en las escaleras de una tienda de abarrotes, a unos 100 metros de la frontera de ladrillo. ¡°Aqu¨ª estamos todas las ma?anas¡±, dice Jos¨¦ Bravo. Nariz gruesa y acampanada, todos le conocen como el Trompas.
¨C?Alguna vez hab¨¦is jugado al golf?
¨CYo no, eso es para los riquillos de all¨ª arriba. Yo juego al futbol en una cancha de concreto de aqu¨ª abajo¨C responde Alejandro Rodr¨ªguez, el amigo del Trompas.
¨C?Para qu¨¦ crees que sirve ese muro?
¨CEs para que no entren las personas de aqu¨ª.
Para ver a los de all¨ª, Alejandro no ha necesitado saltar el muro. Tiene 14 a?os, ha abandonado ya la escuela y de vez en cuando entra a limpiar los coches de uno de los vecinos de Bosque Real. Su madre tambi¨¦n trabaja all¨ª. Limpiando las casas de all¨ª. De ocho de la ma?ana a cuatro de la tarde: 400 pesos diarios (unos 20 d¨®lares). Echar unos hoyos en alguno de los dos campos de golf de la urbanizaci¨®n cuesta 30.000 pesos al mes (m¨¢s de 2.000 d¨®lares).
El Estado de M¨¦xico es el m¨¢s poblado del pa¨ªs y tambi¨¦n uno de los m¨¢s desiguales
Los terrenos de Bosque Real Country Club, equivalentes a 600 campos de f¨²tbol, separan a su vez a dos ayuntamientos ¨CHuixquilucan y Naucalpan¨C del cintur¨®n conurbado de la capital, a menos de una hora en coche. Ambos son ejemplos del crecimiento en avalancha del valle de M¨¦xico desde mediados del siglo pasado: una mezcolanza ca¨®tica de zonas residenciales de clase media, alguna urbanizaci¨®n de lujo y capas y capas y capas de infravivienda levantadas por los propios habitantes en los cerros. El Estado de M¨¦xico es el m¨¢s poblado del pa¨ªs ¨C15 millones de habitantes¨C y tambi¨¦n uno de los m¨¢s desiguales.
Huixquilucan ¨C225.000 habitantes, feudo del PRI y donde fue alcalde el candidato Alfredo del Mazo¨C y Naucalpan ¨C800.000 habitantes y gobernado la derecha panista¨C est¨¢n por debajo de la media de pobreza de la entidad y por encima de la tasa que mide la desigualdad. Seg¨²n las cifras oficiales, el 49% de la poblaci¨®n del Estado de M¨¦xico es pobre, por el 32% de estos dos ayuntamientos. Mientras que el coeficiente GINI ¨Cla medida m¨¢s utilizada para medir la desigualdad¨C registra una tasa respectivamente del 0.49 y del 0.45, donde el uno tiende a la concentraci¨®n ¨Ces decir, una persona acumular¨ªa toda la renta¨C y el 0 a la distribuci¨®n equitativa.
El Estado de M¨¦xico tambi¨¦n es de los m¨¢s violentos. El Gobierno estatal activ¨® el a?o pasado la llamada alerta de g¨¦nero en 11 ayuntamientos por la crecida de feminicidios. Naucalpan est¨¢ en la lista roja: en noviembre, el cad¨¢ver de una ni?a con la garganta rebanada en una bolsa de pl¨¢stico. Un mes antes, otras dos j¨®venes mutiladas y escondidas en maletas.
Guetos urban¨ªsticos
¡°Estas comunidades blindadas de hiperricos no son un fen¨®meno exclusivo del Edomex. Pasa en toda Latinoam¨¦rica. Es una manera de descomposici¨®n de cualquier idea de urbanidad, en el sentido de vivir juntos. Es entender el mundo a trav¨¦s de guetos. Ricos que viven sitiados en su gueto de ricos y al lado, otro gueto de marginalidad¡±, explica el arquitecto y urbanista Miquel Adri¨¤, que sintetiza el an¨¢lisis desde la l¨®gica binaria de ¡°incluidos y excluidos¡±. Los de aqu¨ª y los de all¨ª.
¡°Son ciudades que nacen muchas veces de la ocupaci¨®n ilegal de terrenos ¨Ccontin¨²a Adri¨¤ acerca del modelo urban¨ªstico de exclusi¨®n en el Edomex¨C mayoritariamente no urbanizables, pero que al pasar los a?os se produce una urbanizaci¨®n de facto. Las consecuencias son deficiencias graves de servicios b¨¢sicos: accesibilidad, drenaje, zonas verdes, electricidad, agua¡±.
A menos de un kil¨®metro del r¨ªo de excrementos, la otra cara del muro. Bosque Real ¨Cseg¨²n la informaci¨®n de su web¨C ofrece a los vecinos de sus 580 hect¨¢reas y 18.000 viviendas: red de fibra ¨®ptica, plantas de tratamiento para suministro de agua potable, un ducto de 15 kil¨®metros para el mantenimiento de los servicios el¨¦ctricos, telef¨®nicos e hidr¨¢ulicos, 13 kil¨®metros de carreteras privadas construidas con concreto hidr¨¢ulico, escuelas, cafeter¨ªas, bares, parques, salones de belleza y (sic) ¡°la casa club m¨¢s grande del mundo¡±.
Consultados por este medio, tanto la empresa responsable de Bosque Real como el ayuntamiento declinaron hacer comentarios. Seg¨²n la informaci¨®n de varias webs inmobiliarias mexicanas, una casa de 500 metros cuadrados dentro de la urbanizaci¨®n se vende por algo m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares.
Suena salsa en la casa de V¨ªctor V¨¢zquez, pegada al muro y levantada por sus padres con sus propias manos en los a?os setenta. ¡°Antes era todo campo. Hab¨ªa una vista bien chingona¡±, dice mientras asoma el hocico de su perro por las rejas de la ventana. Cada ma?ana lo primero que ve al levantarse es la frontera de ladrillo de sus vecinos golfistas. Lleva menos de un a?o trabajando como conductor de autobuses en la zona y tres veces le han colocado ya un revolver en la sien para atracar a los pasajeros.
Desde su ventana, cuando termina el muro y empieza una barranca que hace de l¨ªmite natural, se ve un trozo de las carreteras de concreto hidr¨¢ulico, sin tr¨¢fico y con vigilancia las 24 horas.
La publicidad de la urbanizaci¨®n dice:
Yo vivo en Bosque Real. Y t¨², ?d¨®nde vives?
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