Melania Trump brilla en la sombra
La primera dama de Estados Unidos sale reforzada de la gira internacional del presidente
Es imposible saber las razones precisas pero el contraste fue elocuente. Al volver la noche del s¨¢bado a la Casa Blanca tras nueve d¨ªas en el extranjero, Donald Trump aparec¨ªa serio y cansado pero su esposa Melania luc¨ªa sonriente y relajada. Los gestos simbolizaron la conclusi¨®n prevalente tras la primera gira internacional de Trump: el balance es agridulce para el presidente estadounidense, que ha profundizado las alianzas de Washington en Oriente Pr¨®ximo pero las ha debilitado en Europa; mientras que la primera dama ha reforzado su figura.
El viaje tambi¨¦n era una prueba de fuego para Melania Trump. Nunca hab¨ªa tenido tal presencia p¨²blica desde el inicio de la presidencia, en enero. Hab¨ªa sido una primera dama en la sombra con apariciones muy espor¨¢dicas condicionada por el hecho de que vive en Nueva York con Barron, el hijo que tiene con Trump. Y eclipsada tambi¨¦n por el protagonismo de Ivanka, hija de Donald y asesora presidencial. Melania y Barron tienen previsto mudarse pronto a la Casa Blanca dado que el chico de 10 a?os estudiar¨¢ el pr¨®ximo curso en una escuela a las afueras de Washington.
Son incontables los rumores sobre si Melania, de 47 a?os, y Donald, de 70, se llevan bien. El lema Free Melania, la idea de que la primera dama trata de huir de su marido, no cesa de viralizarse. El viaje internacional tambi¨¦n ha alimentado las elucubraciones sobre una crisis de pareja. Por ejemplo, con el v¨ªdeo que muestra c¨®mo ella rechaza darle la mano tras aterrizar en el aeropuerto de Tel Aviv.
Pero la gira ha servido sobre todo a Melania para reivindicarse y dejar entrever qu¨¦ tipo de primera dama puede ser. La exmodelo eslovena ha mostrado una faceta amable y humana, sin perder la seriedad y con miles de ojos examinando al detalle su vestuario, caro y glamoroso.
Por momentos, Melania ha parecido la adulta en la sala, en detrimento de Donald. Ha esquivado el desgaste constante que erosiona al republicano. Su actitud ¡ªprofesional pero amigable¡ª ha quedado a¨²n m¨¢s resaltada si se la compara con la del presidente estadounidense. Algunas de las escenas visuales que deja la gira son las de un Trump chulesco empujando al primer ministro de Montenegro, Dusko Markovic, para situarse en primera fila o desafiando con un en¨¦rgico apret¨®n de manos al nuevo presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron.
Melania ha superado el examen con sobresaliente, pero es pronto para sacar conclusiones. A diferencia de sus predecesoras, la primera dama no ha abrazado por ahora una causa determinada ni ha dado grandes discursos. Posiblemente porque ser¨ªa escrutado al detalle. La ¨²nica alocuci¨®n relevante que pronunci¨® fue el pasado julio en la convenci¨®n del Partido Republicano que, para humillaci¨®n del equipo de Trump, se revel¨® que conten¨ªa partes calcadas a la que hab¨ªa dado ocho antes a?os su antecesora, Michelle Obama, en la convenci¨®n dem¨®crata.
¡°Las primeras damas son mujeres modernas con problemas modernos, alegr¨ªas, carreras, dudas, inseguridades y crisis¡±, escribe la periodista Kate Andersen Brower en su libro First Women (Primeras mujeres), publicado en 2016 y que se sumerge en el papel de las primeras damas de EE UU. ¡°Son esposas, mujeres trabajadoras y asesoras pol¨ªticas que son transformadas en celebridades internacionales simplemente por quien escogen para casarse. Son amadas con frecuencia, vilipendiadas en ocasiones y son casi siempre las asesoras m¨¢s fiables de sus maridos¡±.
Brower recuerda que las primeras damas no siempre aman su trabajo. Martha Washington lamentaba ser una ¡°prisionera del Estado¡±, Jacqueline Kennedy denostaba el t¨¦rmino primera dama porque sonaba como un ¡°asiento de caballo¡±, y Michelle Obama se quejaba de que vivir en la Casa Blanca era como hacerlo en una ¡°prisi¨®n muy bonita¡±.
Al seguir viviendo en su apartamento de lujo en Nueva York, Melania Trump todav¨ªa es una rara avis en el mundo de las primeras damas. Pero en la gira por Oriente Pr¨®ximo y Europa ha dado muestras de sentirse c¨®moda en el papel. Y de caer bien, al menos m¨¢s que su marido.
Una an¨¦cdota sirve de ejemplo. En su audiencia el pasado mi¨¦rcoles en el Vaticano con Donald Trump, el papa Francisco se mostr¨® apagado y r¨ªgido. Pero cuando salud¨® a Melania Trump, el pont¨ªfice esboz¨® una sonrisa y le hizo una broma sobre un postre esloveno. Ella, que es cat¨®lica ¡ªla ¨²ltima primera dama en serlo fue Jacqueline Kennedy en los sesenta¡ª, se sorprendi¨®, pero luego sonri¨® de vuelta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.