Historia natural del librito azul
Esa mostrenca Constituci¨®n deb¨ªa ser la viga maestra del legado de Ch¨¢vez
?Qui¨¦nes redactaron la Constituci¨®n de la Rep¨²blica Bolivariana de Venezuela? Corrientemente, se acepta que el librito azul que Ch¨¢vez sol¨ªa blandir admonitoriamente en su show de televisi¨®n se compuso a partir de una propuesta firmada por el propio comandante eterno.
La propuesta destilaba los t¨®picos de El ¨¢rbol de las tres ra¨ªces, extravagante cacharrer¨ªa ideol¨®gica integrada, a partes iguales, por m¨¢ximas bolivarianas, citas de Sim¨®n Rodr¨ªguez y alguna doctrina igualitarista atribuida al general Ezequiel Zamora, el latifundista en quien la historiograf¨ªa marxista venezolana ve una prefiguraci¨®n de Emiliano Zapata. Los bigotazos de Zamora inspiraron, quiz¨¢, esa mitolog¨ªa.
Zamora fue muchas cosas, entre otras, un hacendado esclavista, caudillo de montonera del siglo XIX, pero en absoluto un Thomas Jefferson: si pudi¨¦semos recorrer las galer¨ªas desiertas de su cerebro, el estruendoso eco de nuestros pasos, rebotando en las paredes desnudas de ideas, podr¨ªa ensordecernos.
En esto de poner a rodar la bola de esti¨¦rcol de una nueva Constituci¨®n, el escarabajo que fue Ch¨¢vez no hac¨ªa sino seguir la tradici¨®n criolla seg¨²n la cual bajo la piel de cada espad¨®n golpista debe haber un Pericles. En 1999, Ch¨¢vez se sent¨ªa Sim¨®n Bol¨ªvar en Angostura, 1819.
Tal como recuerdo la aurora de la revoluci¨®n bolivariana, nutridos pelotones de expertos en derecho constitucional vieron llegar su d¨ªa de suerte. Los programas de opini¨®n se llenaron de aduladores doctores que llevaban agua al molino de Ch¨¢vez. O¨ªamos hablar a toda hora del abate Siey¨¨s, del Tercer Estado, de Benjamin Constant. El verbo ¡°relegitimar¡± se conjugaba en todos los modos y tiempos.
Quiz¨¢ alguien en Venezuela recuerde a¨²n que el tr¨¢nsito de la Constituci¨®n de 1961, vigente por entonces, a la ¡°norma¡± bolivariana requer¨ªa disolver el antiguo Parlamento bicameral y arbitrar un modo siquiera decoroso de elegir a los diputados constituyentes. Muchas reinterpretaciones del esp¨ªritu legislador de la Carta de 1961 se hicieron entonces para allanarle diligentemente el camino del poder omn¨ªmodo a Ch¨¢vez.
El portaviones Ch¨¢vez arras¨® en la elecci¨®n de la Asamblea Constituyente de 1999. La f¨®rmula electoral, astutamente urdida por un socarr¨®n Licenciado en Matem¨¢ticas, permiti¨® que una cohorte de ¡°desconocidos de siempre¡± ocupase las curules.
Al votar por Ch¨¢vez votabas por todos ellos y alzabas hasta la Asamblea una horda obsecuente. En el populoso tarjet¨®n electoral figuraban sus fotos de carnet y una escueta leyenda despachaba sus antecedentes con la f¨®rmula ¡°luchador social¡±. El matem¨¢tico socarr¨®n lleg¨® a ser presidente del Banco Central de Venezuela.
Los contados opositores elegidos, menos del 10% de la C¨¢mara, reun¨ªan en conjunto a los mejores expertos. Tanto as¨ª, que los chavistas se hac¨ªan instruir a escondidas por los diputados de oposici¨®n en los m¨¢s elementales usos de la vida parlamentaria. Hay que decirlo todo: Ch¨¢vez cont¨® con algunos talentos sin probidad.
Los bolivarianos aprendieron a exigir campanudamente que a tal o cual materia de inter¨¦s colectivo se le otorgase ¡°rango constitucional¡±. Reclamaban que fen¨®menos como la inflaci¨®n, los precios del petr¨®leo o el cambio clim¨¢tico obedeciesen la normativa constitucional. ?Era la feria de los disparates!
En la bancada bolivariana figuraban antiguos compa?eros de ruta del Partido Comunista, entre ellos (?horror!) muchos soci¨®logos. Menudeaban popular¨ªsimos cantantes de m¨²sica llanera y actores de telenovela. Tambi¨¦n voces feministas. Un poeta aldeano presidi¨® la comisi¨®n que redact¨® el farragoso y cursil¨ªsimo pre¨¢mbulo del librito azul.
Esa mostrenca Constituci¨®n deb¨ªa ser la viga maestra del legado de Ch¨¢vez, aunque ¨¦l no tuvo empacho en violarla canallescamente tan pronto le fue necesario. Es tambi¨¦n la misma Constituci¨®n por la que se baten nuestros gallardos j¨®venes y por la que son vilmente asesinados en las calles.
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