La aburrida soledad de Trump en la Casa Blanca
Hay quienes creen que los incendiarios mensajes en Twitter del presidente reflejan tics paranoicos y falta de sue?o
En una noche de esta semana, solo se ve¨ªa una peque?a luz encendida en la segunda planta de la Casa Blanca, donde se ubica la residencia presidencial. El resto de ventanas estaban a oscuras. Es imposible saberlo, pero puede que indicara que Donald Trump ya dorm¨ªa. Esa noche, a diferencia de las anteriores, el mandatario estadounidense no public¨® ning¨²n mensaje en Twitter.
La red social es un term¨®metro del hombre m¨¢s poderoso del planeta. Y de los m¨¢s imprevisibles. La cuenta de Trump en Twitter no solo es un reflejo del volc¨¢nico estado de ¨¢nimo del republicano sino de sus h¨¢bitos. Desprende su furia en 140 caracteres, desnuda su personalidad y sus obsesiones. Cuesta imaginar un giro m¨¢s abrupto respecto a la cautela y el aura cerebral de su predecesor Barack Obama, del que costaba descifrar qu¨¦ pensaba realmente.
Trump suele tuitear muy pronto por la ma?ana, alrededor de las 6, y por la noche. En ocasiones, incluso pasada la medianoche, como cuando a finales de mayo escribi¨® por error la incomprensible palabra ¡°covfefe¡± al final de un mensaje. Sus incendiarios tuits desatan crisis, movimientos de la bolsa y eternas elucubraciones y bromas. Son una pesadilla para los asesores del presidente, obsesionan a periodistas y electrizan a los seguidores del magnate neoyorquino.
Una pregunta sobrevuela Washington: ?Qu¨¦ hace Trump cuando tuitea y qu¨¦ le lleva a hacerlo con tanta animosidad? ¡°Creo que es porque est¨¢ solo, como rumiando y pensando sobre cosas, volvi¨¦ndose paranoico, como nixoniano. Probablemente se sienta muy solo¡±, responde la periodista Kate Andersen Brower, autora de dos libros de referencia sobre los entresijos de la Casa Blanca.
Trump, de 70 a?os, vive solo en la Casa Blanca. Su esposa Melania y Barron, el hijo de 11 a?os que tiene con ella, tienen previsto mudarse en los pr¨®ximos d¨ªas a Washington al haber finalizado el curso escolar. Es una situaci¨®n infrecuente. Solo hay un precedente, en el siglo XIX, de una primera dama que no se instalara inmediatamente en la residencia presidencial. Melania viaja ocasionalmente a Washington entre semana y suele pasar los fines de semana con su marido.
Trump duerme poco. ¡°Me gustan tres, cuatro horas. Me echo, me giro. Hay pitidos y quiero descubrir qu¨¦ est¨¢ ocurriendo¡±, explic¨® en 2015. Trump ¡ªque ha admitido que ser presidente es m¨¢s dif¨ªcil de lo que imaginaba¡ª ve en la Casa Blanca varias horas de televisi¨®n por la ma?ana y la noche, seg¨²n la prensa estadounidense. En ocasiones, ha tuiteado a partir de informaciones que acaba de ver en el programa matinal de Fox News. No lee libros, que eran una pasi¨®n y v¨ªa de evasi¨®n para sus predecesores. Se desvive por la comida basura y el ¨²nico deporte que practica es el golf cuando se desplaza algunos fines de semana a sus propiedades en el pa¨ªs.
¡°?Puede que tengamos como inquilino de la Casa Blanca a una persona carente de sue?o? Es bastante posible y es algo que deber¨ªa preocuparnos porque podr¨ªa contribuir al caos pol¨ªtico que Trump genera¡±, ha escrito en The New York Times Richard Friedman, profesor de psiquiatr¨ªa en la Universidad de Cornell. El experto sostiene que los tuits del mandatario por la ma?ana indican que suele levantarse enfadado, advierte de los perjuicios de dormir poco y le lanza un consejo: ¡°Por el bien de la naci¨®n, deje de tuitear y vuelva a la cama¡±.
La vida privada del presidente de EE UU siempre ha estado envuelta en un aura de secretismo. ¡°Ser¨ªa maravilloso poder hablar con algunos de los mayordomos cuando se van para saber qu¨¦ ven con este presidente¡±, dice Brower en una entrevista. Por lo que le ha llegado, Trump ¡ªmuy acostumbrado a tener empleados de servicio¡ª trata correctamente al personal de la Casa Blanca. Y como todos sus predecesores, ha hecho cambios en la decoraci¨®n de la residencia y tiene sus costumbres.
Una de las inc¨®gnitas del verano es qu¨¦ efecto tendr¨¢ la llegada de Melania y Barron Trump al 1600 de Pennsylvania Avenue. ?Tuitear¨¢ menos? ?Ser¨¢ m¨¢s disciplinado? ?Parecer¨¢ menos enfadado? Es dif¨ªcil saberlo, pero la experiencia del a?o y medio de campa?a electoral parece descartar un viraje significativo.
Brower, que cubri¨® para la agencia Bloomberg los primeros a?os de Obama, subraya que lo que es seguro es que la vida de la familia presidencial seguir¨¢ alejada de los formalismos tradicionales. ¡°Creo que la est¨¢n redefiniendo porque no vieron ninguna obligaci¨®n de seguir el protocolo. No lo hicieron durante la campa?a y fueron exitosos¡±, dice la autora de dos libros sobre las interioridades de la Casa Blanca (La Residencia) y sobre primeras damas (Primeras Mujeres).
No solo es ins¨®lito que la primera dama no se mude a la Casa Blanca. Tambi¨¦n que una hija del presidente, Ivanka Trump, le asesore y tenga una oficina en el Ala Oeste (igual que su marido, Jared Kushner) y que, adem¨¢s, eclipse en ocasiones a la primera dama. Tampoco es com¨²n que el presidente haga una publicidad impl¨ªcita de sus propiedades, a las que viaja con frecuencia.
En apenas cuatro meses, los Trump se han convertido en una especie de familia real estadounidense que pone a prueba los manuales del poder. ¡°Nunca tuvimos una familia as¨ª de involucrada¡±, asegura Brower.
Despu¨¦s de que John F. Kennedy nombrara a su hermano Bobby fiscal general, se aprobaron leyes contra nepotismo. Los ¨²nicos paralelismos son los papeles de Julie Nixon para ayudar a su padre durante el esc¨¢ndalo del Watergate que le cost¨® la presidencia, y de Billy Carter durante la presidencia de su hermano Jimmy. ¡°Pero no hab¨ªamos visto nada as¨ª¡±, enfatiza la periodista.
A Obama le gustaba repetir que Trump no ganar¨ªa las elecciones porque ¡°ser presidente es un trabajo serio¡± y ¡°no es presentar un talk-show o un reality show¡±. Err¨® en el resultado electoral, pero no en el vaticinio de c¨®mo ser¨ªa una presidencia Trump. El empresario de hoteles y casinos, sin experiencia pol¨ªtica y que entr¨® en los hogares estadounidenses a trav¨¦s de sus excentricidades televisivas ha llevado la telerrealidad a la Casa Blanca. Empezando, sobre todo, por su cuenta de Twitter.
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