Hero¨ªna, la pesadilla de Am¨¦rica
La epidemia de muertes por c¨®cteles de opi¨¢ceos revienta los registros hist¨®ricos en EE UU
Luis Gonz¨¢lez fue adicto al crack y a la coca¨ªna, estuvo preso, se rehabilit¨®, fue guardaespaldas de un cantante de los Bee Gees y se hizo gu¨ªa de adictos en un centro de desintoxicaci¨®n. Pero a sus curtidos 59 a?os no hab¨ªa visto nada como lo que est¨¢ pasando ahora. ¡°Se est¨¢n yendo todos al cementerio¡±, dice. La epidemia de los opi¨¢ceos abrasa las venas de EE UU. Seg¨²n The New York Times, en 2016 las drogas mataron a m¨¢s personas que nunca, al menos 59.700 (una proyecci¨®n a partir de datos oficiales del primer semestre y que contin¨²a la escalada desde los 47.000 de 2014 y los 52.400 de 2015). El a?o pasado murieron por esta causa m¨¢s americanos que en los 19 a?os de la guerra de Vietnam.
Del total de muertes, unas 35.000 fueron por consumo de hero¨ªna sola o cortada con opi¨¢ceos sint¨¦ticos ilegales que tienen su principal origen en China y que hasta traficantes de poca monta logran recibir por correo tras pedirlos en p¨¢ginas ocultas de Internet. El compuesto m¨¢s com¨²n desde hace cinco a?os, 50 veces m¨¢s fuerte que la hero¨ªna, es el fentanilo ¡ªque mat¨® a Prince en 2016¡ª, y otro m¨¢s reciente pero poco usual es el carfentanilo, 100 veces m¨¢s potente que el fentanilo y capaz de sedar con una pizca a un elefante de seis toneladas.
Pero ning¨²n peligro por desmedido que sea parece espantar a un heroin¨®mano. ¡°No me da miedo¡±, afirma Edward [los nombres de los adictos entrevistados son ficticios a petici¨®n suya], un blanco de 31 a?os en Overtown, el gueto negro m¨¢s antiguo de Miami. ¡°Es una jodida locura lo que te digo, ?verdad? Pues no me da miedo. Llega un momento en que no te importa nada. Esta ma?ana me levant¨¦ enfermo, vomitando y acab¨¦ comprando una hero¨ªna de mierda, sin ninguna potencia. Una pura basura¡±. Diez minutos despu¨¦s, Edward estaba en suelo, desplomado contra un sem¨¢foro, viendo los coches pasar.
¡°La informaci¨®n disponible sugiere que el problema seguir¨¢ empeorando durante 2017¡±, indica por correo electr¨®nico Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA). ¡°Esta tendencia es el resultado de una crisis de salud p¨²blica alarmante. La sobredosis de droga ya es la causa de muerte m¨¢s com¨²n entre los americanos menores de 50 a?os¡±, a?ade.
El boom de la hero¨ªna ha escalado esta d¨¦cada y es consecuencia de la barra libre que se dio en la anterior al consumo m¨¦dico de potentes analg¨¦sicos legales. Siguiendo la estela de la batalla de los noventa contra las tabaqueras, varios Estados han demandado a farmac¨¦uticas por haber alentado supuestamente el consumo de medicamentos adictivos influyendo en infinidad de doctores que los recetaron sin mesura. Florida se volvi¨® la capital de las cl¨ªnicas que despachan pastillas, llamadas pill mill (molinos de p¨ªldoras)
¡°Yo empec¨¦ con la oxicodina¡±, recuerda Dylan, un rubio de teleserie de adolescentes de 23 a?os enganchado a la hero¨ªna. ¡°Odio estar as¨ª. Yo fui un tipo muy popular cuando era un chaval. Pero la cagu¨¦¡±. Ana, de 25 a?os y origen puertorrique?o, tuvo una entrada a la hero¨ªna que rompe el alma: ¡°Mi abuelo era adicto y me la puy¨® para violarme cuando ten¨ªa 14 a?os. Me qued¨¦ embarazada y abort¨¦¡±. Ahora camina sobre la cuerda de los c¨®cteles salvajes que consume: ¡°Desde enero ya me he muerto cinco veces. Cada d¨ªa le ponen cosas m¨¢s fuertes a la mezcla y me muero m¨¢s que antes¡±.
Ana, Edward y Dylan reciben atenci¨®n del Miami Needle Exchange, una ONG de financiaci¨®n privada que les da jeringuillas nuevas, y les hace pruebas de VIH ¡ªMiami es la segunda ciudad en nuevas infecciones tras Baton Rouge (Luisiana)¡ª. Los trabajadores del programa aparcan su furgoneta y la briosa coordinadora Emelina Mart¨ªnez, de 49 a?os, sale a caminar por Overtown para saludar y que se sepa que han llegado. En cada esquina se perciben los movimientos huidizos entre manos que hacen correr la droga con discreci¨®n. Una blanca dicharachera y delgada como un alambre se saluda en medio segundo con un negro en bicicleta y esconde sus dosis bajo el pantal¨®n. ¡°Es La Flaca¡±, dice Emelina. Un treinta?ero blanco con una calavera en la camiseta pasa en patinete a su lado y le hace un gesto malencarado. ¡°?l es de los m¨¢s ariscos¡±, comenta.
En Florida, uno de los Estados m¨¢s castigados por la plaga, murieron m¨¢s de 4.000 personas en 2016 por sobredosis relacionadas con opi¨¢ceos, seg¨²n c¨¢lculos preliminares no oficiales. Las estad¨ªsticas p¨²blicas registraron de 2014 a 2015 un incremento de m¨¢s del 100% en muertes por hero¨ªna y fentanilo. Los casos recogidos por los medios resultan cada vez m¨¢s cruentos. El pasado s¨¢bado se difundi¨® la autopsia de una pareja que fue hallada muerta en la madrugada de A?o Nuevo en Daytona Beach (Florida) con sus tres hijos peque?os en la parte trasera de su coche. Sobredosis por fentanilo.
Despu¨¦s de varios a?os resisti¨¦ndose, el gobernador Rick Scott, un republicano muy conservador, declar¨® en mayo el estado de emergencia sanitaria y asign¨® 54 millones de d¨®lares (48,2 millones de euros) para el pr¨®ximo bienio dedicada a la prevenci¨®n, el tratamiento y la rehabilitaci¨®n. Los adictos, reconoci¨® Scott, ¡°son hijos, hijas, madres, padres, hermanas, hermanos y amigos y sus tragedias dejan a sus seres queridos buscando respuestas y elevando plegarias para que alguien los ayude¡±
Tomando caf¨¦ junto a su amigo de origen cubano Luis Gonz¨¢lez, Danny Tricoche, de origen puertorrique?o, exheroin¨®mano de 63 a?os y miembro de otro centro de rehabilitaci¨®n, dice con resquemor: ¡°Antes la droga era cosa de los latinos y los negros pobres de las grandes ciudades y ahora que se fue para los suburbios de blancos, ?ah!, ahora s¨ª que tenemos un gran problema¡±. Los registros de usuarios de la organizaci¨®n Miami Needle Exchange plasman la novedosa caracter¨ªstica racial de la epidemia: 152 son blancos, 117 son latinos y solamente 12 son afroamericanos. Emelina Mart¨ªnez dice: ¡°A los j¨®venes negros les gusta la marihuana pero no los sueles ver consumiendo hero¨ªna. Creo que como se criaron viendo en sus calles a estos drogadictos y saben lo que pas¨® con sus padres con el crack en los noventa, no se meten en eso¡±. Cuenta que a su furgoneta llegan profesionales de barrios acomodados conduciendo sus coches de gama alta, intercambian sus jeringuillas sin apenas decir palabra y se retiran.
¡°Yo no entiendo esta mataz¨®n¡±, se lamenta Gonz¨¢lez, y relata con cercan¨ªa ejemplos de la nueva pesadilla americana que por su trabajo conoce de primera mano, como ¡°una cheerleader de Carolina del Norte que no sale de Overtown¡± o una bailarina de streptease a la que llamaban Strawberry [fresa] por su melena pelirroja: ¡°Hace un tiempo me vino a pedir dinero y le rogu¨¦ que anduviera con cuidado porque le est¨¢n echando fentanilo a todo. Pero ella ya estaba tan malita que dijo: ¡°A m¨ª el fentanilo me cura¡±. Bueno, pues hace un mes apareci¨® muerta debajo de un puente. As¨ª se nos fue la Strawberry. Pobre blanquita¡±.
Datos de una naci¨®n adicta
Las cifras de la epidemia son desmesuradas. En 2015 dos millones de americanos tuvieron problemas con opi¨¢ceos de receta y 591.000 con hero¨ªna. Esta droga supuso ese a?o un costo social de 51.000 millones de d¨®lares, casi lo mismo que el nuevo aumento para gasto militar anunciado por la Casa Blanca. EE UU suma un 5% de la poblaci¨®n mundial pero consume el 80% del mercado global de opi¨¢ceos farmacol¨®gicos. Polic¨ªas y bomberos han empezado a portar dosis de naloxona, un ant¨ªdoto urgente para sobredosis, para intervenir en las que se encuentran en las calles. Nora Volkow, directora del principal instituto p¨²blico contra la droga, afirma que urge una respuesta ¡°multifac¨¦tica¡± para la que defiende ¡°investigar medicamentos alternativos no adictivos contra el dolor; desarrollar m¨¦todos m¨¢s efectivos para contrarrestar las sobredosis y para el tratamiento de la adicci¨®n; y educar a la poblaci¨®n, incluyendo a los doctores¡±. Trump ha creado una comisi¨®n contra la epidemia. En sus discursos la ha definido ¨Cjunto ¡°al crimen y las pandillas¡±¨C como un factor de lo que denomina ¡°la carnicer¨ªa americana¡±.
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