En la cueva caribe?a del nazi ruso
EL PA?S reconstruye la vida de Aleksei Makeev desde su casa de Canc¨²n, donde un grupo de vecinos intent¨® asesinarlo a pedradas por insultar a los mexicanos
Las gotas de sangre de Aleksei Makeev se han vuelto negras. Del mismo color que la esv¨¢stica pegada a su pared, dibujada en un papel blanco con la precisi¨®n de un ni?o, en su caso, un ni?o muy grande. A un lado, hay fotos de ¨¦l de peque?o con su madre y un relato que sirve de leyenda: cuenta en ruso que ella lo quiso encerrar en un psiqui¨¢trico para quedarse con su dinero. En su refugio de Canc¨²n (M¨¦xico) guarda entre todas esas im¨¢genes una en la que sale favorecido ¡ªmucho m¨¢s joven y esbelto de lo que est¨¢ ahora¡ª con una camiseta de licra adherida a los pectorales y un tubo de snorkel. Y debajo de todo aquello, piedras del tama?o de un pu?o, palos y m¨¢s sangre reseca. As¨ª es la guarida del temido nazi ruso, el escenario macabro de la noche m¨¢s salvaje de Canc¨²n.
El 19 de mayo alrededor de las 21.00 horas
"?Te voy a decapitar!". Las piedras llov¨ªan por todas partes y Makeev, aunque parec¨ªa a punto desfallecer, era m¨¢s duro de matar de lo que hab¨ªan previsto. "La gente de verdad le ten¨ªa miedo, despu¨¦s de que lo golpearan con una barra de madera varias veces el tipo se levantaba", cuenta a este diario un testigo todav¨ªa asombrado, que grab¨® todo y prefiere no dar su nombre. Pero era el barrio contra Makeev y aquella lapidaci¨®n p¨²blica acab¨® tumbando a un hombre alto y robusto, de 43 a?os, que opt¨® por hacerse el muerto sobre un charco de sangre para sobrevivir. Poco antes, hab¨ªa acuchillado con la destreza de un cazador a un joven de unos 20 a?os ¡ªseg¨²n muestra un v¨ªdeo¡ª, que muri¨® desangrado de camino al hospital.
El ataque contra el apodado Nazi Ruso se trat¨® del primer linchamiento masivo perpetrado en el oasis del Caribe mexicano, seg¨²n aseguran a este diario desde la Fiscal¨ªa. Y el primero en M¨¦xico que se retransmiti¨® en vivo, con medio pa¨ªs pegado a los canales de Facebook y Youtube observando cu¨¢l ser¨ªa el destino del ruso como si se tratara de un circo romano.
La sangre que mancha el Caribe
En los pasillos de la Fiscal¨ªa de Canc¨²n, la gente est¨¢ sudando. No hay ventanas y el calor de la calle se queda para siempre en los muros de concreto. Parece una sala de urgencias de un hospital, excepto porque all¨ª lo que falta es urgencia. Una mujer, rubia platino, con gafas de sol negras le habla a una c¨¢mara de televisi¨®n: "Culpo de lo que le ha ocurrido a mi hijo a la Polic¨ªa judicial", espeta al borde del llanto. Es la madre de H¨¦ctor Casique, asesinado a balazos la tarde anterior en una marisquer¨ªa. Su hijo, exagente municipal, hab¨ªa sido detenido a?os atr¨¢s, acusado del homicidio de siete personas. Lo torturaron durante meses y un juez decidi¨® que era inocente, pero ¨¦l nunca perdon¨® a quienes lo aprehendieron. Encontraron 61 casquillos de bala en la escena del crimen.
"Nuestro problema es el narcomenudeo. Y la violencia ha empeorado en los ¨²ltimos a?os, desde que Borge ya no est¨¢ [el exgobernador pri¨ªsta, recientemente detenido]", cuenta a este diario el fiscal Miguel ?ngel Pech. En su oficina hace fr¨ªo, como 10 grados menos que en los pasillos. A la entrada, dos tipos vestidos de civil portan dos armas largas. La Fiscal¨ªa fue baleada el pasado enero, muri¨® un agente y tres atacantes. Unos d¨ªas antes, cinco personas fueron asesinadas en una discoteca a una hora de ah¨ª, en Playa del Carmen. En marzo, un empleado de la discoteca Mandala, en la zona hotelera, fue asesinado a navajazos. La sangre comienza a permear en el foco tur¨ªstico de M¨¦xico.
El brutal linchamiento en directo contra Makeev puso de nuevo a Canc¨²n en el mapa de la inseguridad de M¨¦xico, un lugar que parec¨ªa quedar fuera del terror de la violencia.
Un nazi ruso en Canc¨²n
En el barrio donde viv¨ªa Makeev no es com¨²n ver a un residente ruso, por eso cuentan que "nadie se sab¨ªa su nombre, no era necesario". Sus compatriotas se suelen alojar en la zona hotelera, a unos 12 kil¨®metros. Lleg¨® a M¨¦xico en 2015 con un permiso de asilo que le permit¨ªa residir de forma permanente, seg¨²n cuenta a este diario la c¨®nsul rusa en Quintana Roo, Armina Wolpert. "No hemos podido averiguar c¨®mo consigui¨® ese permiso", reconoce Wolpert. Desde enero le fue revocado y se encontraba de manera irregular en el pa¨ªs. Hab¨ªa llegado despu¨¦s de pasar una temporada en Espa?a y Egipto y de que en Rusia intentaran encerrarlo en un cento psiqui¨¢trico.
Sus vecinos no saben decir a qu¨¦ se dedicaba, s¨®lo que lo ve¨ªan pasar diariamente con una mochila, ataviado con un chaleco que dejaba su pecho al aire, una gorra y una c¨¢mara por la calle principal. Una agencia de tours reconoci¨® que hab¨ªa sido empleado suyo como profesor de buzo, pero que hab¨ªa sido despedido en 2015.
Desde el a?o pasado, comenz¨® a ganarse la fama local porque insultaba a los cancunenses con los que se cruzaba, les llamaba "simios" y les gritaba que iban a morir. Todo lo grababa y lo publicaba en su canal de Youtube, Alextime. En uno de sus ¨²ltimos v¨ªdeos, se ve c¨®mo grita a una mujer que se defiende desesperada porque hab¨ªa golpeado a su hijo peque?o. Esa fue la gota que colm¨® el vaso de la paciencia de los habitantes de Canc¨²n y las im¨¢genes que cambiar¨ªan para siempre su historia.
"Vamos a ense?arle que M¨¦xico se respeta"
Poco despu¨¦s de que aquel v¨ªdeo se hiciese viral, comenz¨® a correr por las redes sociales un llamamiento para vengarse del ruso. Y alrededor de las siete de la tarde del viernes 19 de mayo ya se hab¨ªa reunido un centerar de personas frente a su casa con palos y piedras. "La gente al principio s¨®lo quer¨ªa darle un escarmiento, pero poco a poco se fue calentando", explica Raymundo G¨®mez, un testigo de los hechos y reportero local.
"Nosotros nos vamos a ir, ustedes ver¨¢n..."
Uno de los puntos m¨¢s turbios de este suceso fue la actuaci¨®n de la Polic¨ªa municipal. "Hac¨ªan como que los estaban disuadiendo, pero en un momento, uno de los agentes avis¨® que ya se iban a ir", explica G¨®mez. Fue entonces cuando un joven de 20 a?os se anim¨® a entrar primero y Makeev aprovech¨® que estaba solo para acuchillarlo sin piedad, como muestran las grabaciones. Nadie se atrevi¨® a defenderlo en ese momento. La letalidad del ruso hab¨ªa quedado clara.
"Yo creo que lo que quer¨ªa ese chavo era la lana, como hab¨ªa publicado v¨ªdeos con un chingo de billetes de a 500..", comenta uno de los encargados de la tienda de la esquina, donde el ruso compraba leche, Coca-Cola, y hummus. "Tampoco era una hermanita de la caridad", remata otro parroquiano sobre el joven asesinado. La tienda de ultramarinos es como el bar de la manzana. El ¨²nico que hay de verdad cerca es un club de alterne, un table dance.
"El ruso nos hizo el favor de matar al chavo"
En el bajo del edificio viven tres chicas de entre 20 y 25 a?os que todas las tardes se visten para ir a trabajar al aeropuerto. Esa tarde Karina lleg¨® antes que sus compa?eras. Y en su puerta hab¨ªa un joven apu?alado a punto de morir desangrado. "Pens¨¦ en encerrarme, pero ten¨ªa miedo de que le prendieran fuego a la casa conmigo dentro. Tambi¨¦n ten¨ªa miedo de salir, una piedra de las que ca¨ªan me pod¨ªa abrir la cabeza. Y llov¨ªan...", cuenta. Ellas conoc¨ªan bien al chico que yac¨ªa moribundo sobre la acera. "Hab¨ªa intentado abrir la puerta de nuestra casa alguna vez, sobre todo cuando andaba drogado. Al final el ruso nos hizo un favor con el chavo", cuenta otra de ellas, Susana, con ese humor negro que florece en algunos lugares de M¨¦xico.
La cueva
Makeev no ten¨ªa cama, dorm¨ªa sobre una colchoneta que todav¨ªa permanece enrollada en un rinc¨®n. Debajo de los escombros que lanzaron desde fuera los agresores siguen ah¨ª los restos de comida, ropa sucia y cajas vac¨ªas. El ba?o es un estercolero, la taza del water est¨¢ ennegrecida y un mont¨®n de basura franquea la entrada. En una esquina ha quedado la bolsa con la que paseaba en sus v¨ªdeos. Ni rastro del ordenador o la c¨¢mara. Tampoco de dinero. La habitaci¨®n, por la que pagaba unos 1.500 pesos al mes, est¨¢ precintada por la Fiscal¨ªa. En la puerta de la azotea siguen sus chanclas, los vecinos no se han atrevido a tocarlas.
Desde que Makeev se hiciera el muerto y la ambulancia lograra sacarlo de aquel infierno, ha comenzado para ¨¦l otro tipo de pesadilla. Se enfrenta a un juicio por homicidio y espera su proceso en una prisi¨®n de Chetumal, a casi 400 kil¨®metros de Canc¨²n. Su defensa pidi¨® que fuera trasladado hasta all¨ª por los riesgos que podr¨ªa correr, tambi¨¦n para que pudieran tratar sus lesiones. "Aunque lleg¨® a tener parte del cuerpo paralizado, ahora ya puede caminar", explica el responsable de la Defensor¨ªa P¨²blica de Quintana Roo, Carlos Alberto Grajales.
Lo internaron solo en su celda para evitar que alg¨²n recluso decida terminar lo que empezaron los cancunenses. Su casa se encuentra destruida, asegura que le robaron todo lo que ten¨ªa y ning¨²n familiar se ha preocupado por ¨¦l. A¨²n as¨ª, lo ¨²nico que pide Makeev es que no lo manden a Rusia. ?l quiere seguir viviendo en M¨¦xico.
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