China invita a médicos extranjeros a tratar el cáncer del Nobel Liu Xiaobo
Los defensores de los derechos humanos insisten en que el disidente pueda recibir tratamiento en el extranjero
El premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo, condenado en 2009 a once a?os de cárcel, languidece en un hospital del noreste de China, donde se le trata del cáncer terminal de hígado que se le detectó recientemente en la cárcel. Poco se sabe a ciencia cierta de su tratamiento o su pronóstico: incluso en el hospital, permanece férreamente vigilado y apenas unos poquísimos allegados, entre ellos su esposa Liu Xia, han tenido acceso a él. Ahora, ante el clamor internacional sobre su situación, Pekín ha tendido un ramo de olivo y ha invitado a oncólogos extranjeros a examinarle.
“A petición de la familia de Liu Xiaobo, y con el visto bueno de los expertos médicos, el Hospital Universitario Primero de la ciudad de Shenyang ha invitado a destacados especialistas de Estados Unidos, Alemania y otros países a participar en el equipo médico que trata a Liu Xiaobo”, indica el sucinto comunicado, de una sola frase, del gobierno municipal de Shenyang, donde se encuentra ingresado el premio Nobel.
Hasta ahora, China había insistido en que Liu recibía los mejores cuidados de ocho de los mejores oncólogos del país, incluida la quimioterapia y medicina tradicional china como tratamiento paliativo para un cáncer que ya se ha extendido a otras zonas del cuerpo. Pero, a través de allegados, la familia de Liu ha insistido en que el disidente deseaba tratarse en el extranjero. Pekín, cuyos medios oficiales describen al activista como un “criminal” y que insiste en considerar la salud del disidente un “asunto interno”, ha rechazado hasta el momento esa posibilidad.
“Las autoridades chinas están demostrando nuevos niveles de crueldad al impedir que Liu Xiaobo abandone el país para recibir tratamiento urgente”, indica Amnistía Internacional en un comunicado este miércoles.
El anuncio de Pekín parece motivado, según han apuntado diplomáticos y defensores de los derechos humanos en China, por la cercanía de la cumbre del G-20 de este fin de semana en Hamburgo y el temor a que la situación de Liu pudiera convertirse en blanco de críticas hacia Pekín durante la reunión. El Gobierno alemán, precisamente, ha sido uno de los más activos a la hora de exigir libertad para Liu y ofrecer tratamiento al activista, sea en suelo germano o la propia China.
Y más allá de la cita internacional inmediata, China quiere neutralizar posibles acusaciones de negligencia en el trato a su disidente más famoso. Desde que hace diez días se diera a conocer que Liu padece cáncer y que la enfermedad se encuentra más allá de soluciones -“no cirugía posible, no radioterapia posible, no quimioterapia posible”, sollozaba Liu Xia en un vídeo difundido por sus amigos-, los defensores de los derechos humanos han puesto en cuestión si el premio Nobel recibió tratamiento médico adecuado en la cárcel. O incluso si se ocultó la enfermedad para denegarle terapia y deshacerse de su opositor más incómodo.
“Las autoridades chinas están intentando atajar futuras acusaciones de que sus cuidados inadecuados llevaron al cáncer terminal y posible fallecimiento de Liu Xiaobo”, opina desde Hong Kong William Nee, investigador de Amnistía Internacional para China. “Pero el mundo exterior no tiene idea de quiénes son estos doctores (extranjeros) o si se verán limitados a la hora de emitir sus opiniones médicas, o controlados de algún modo por las autoridades chinas para hablar a la prensa sobre la situación de Liu”.
“Esta nueva acción no cambia en absoluto el hecho de que Liu Xiaobo, como preso de conciencia, nunca debió haber sido encarcelado, y tiene el derecho bajo la ley internacional de viajar libremente”, agrega Nee.
Los familiares, en cualquier caso, siguen prefiriendo que el premio Nobel sea tratado en el extranjero. El activista y amigo de los Liu, Hu Jia, ha indicado a través de su cuenta de Twitter que “salir es la meta definitiva de Liu Xiaobo y Liu Xia”. Estados Unidos y Alemania son sus opciones favoritas.
Liu, un activista en el punto de mira del Gobierno chino desde hace largo tiempo, fue condenado en 2009 a once a?os de cárcel como culpable de subversión por redactar la “Carta 08”, un osado manifiesto en el que pedía democracia y separación de poderes para China. Al a?o siguiente se le concedió el premio Nobel de la Paz. Pekín no le permitió asistir a la ceremonia: su presencia estuvo simbolizada por una silla vacía.
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