La condena de Lula no deber¨ªa ser un d¨ªa de fiesta para Brasil
La justicia va a ser analizada para saber si se trata de realizar una verdadera catarsis contra la corrupci¨®n o si se trata s¨®lo de intereses poco confesables
Este mi¨¦rcoles, Brasil es noticia mundial por la condena de Lula por corrupci¨®n a m¨¢s de nueve a?os de c¨¢rcel, ya que el exsindicalista ha sido el presidente m¨¢s popular y carism¨¢tico de la democracia. Lula hab¨ªa conseguido que el gigante americano dejase su complejo de perro callejero y se proyectase en el futuro como una pieza importante del ajedrez mundial. Fue, adem¨¢s, el presidente m¨¢s amado, casi adorado, por el mundo de los m¨¢s pobres.
La noticia de su condena, sin embargo, que llega en un momento crucial de la pol¨ªtica brasile?a, con un presidente como Michel Temer, en v¨ªsperas de que pueda ser depuesto por corrupci¨®n y con una sociedad dividida y crispada, atemorizada con 14 millones de desempleados, no puede ser un momento de alegr¨ªa.
Sin entrar en el juicio de la sentencia emitida contra Lula por el m¨ªtico juez S¨¦rgio Moro, algo que deber¨¢ a¨²n ser analizado y decidido en otras instancias judiciales, lo cierto es que, prescindiendo de las ideas pol¨ªticas de cada uno, el d¨ªa de hoy no deber¨ªa ser un d¨ªa de j¨²bilo. No puede ser un momento de alegr¨ªa porque la noticia encierra un sinf¨ªn de simbolismos, la ca¨ªda del ¨ªdolo de la izquierda brasile?a y con ¨¦l la esperanza de una refundaci¨®n del Partido de los Trabajadores (PT) que lleg¨® a ser el m¨¢s importante de la izquierda latinoamericana.
Siempre se dijo que el PT no exist¨ªa sin Lula, ni Lula sin el PT. Hoy, con Lula condenado por un crimen de corrupci¨®n, de alg¨²n modo sufre la democracia y se quiebran muchas esperanzas. Habr¨¢ quien diga que la condena a Lula, la primera contra un presidente del pa¨ªs por motivos criminales, significa, al mismo tiempo, la esperanza de que, por fin, en este pa¨ªs, la justicia es igual para todos.
Podr¨ªa hasta ser verdad, pero se tiene que cumplir una condici¨®n: que todos los otros pol¨ªticos, muchos de ellos acusados y reos de cr¨ªmenes a¨²n mayores, acaben, como Lula, condenados por esa misma justicia, algo que no parece ser lo que siente la sociedad, ya que, la misma diligencia que el juez Moro ha usado con Lula, el Supremo Tribunal Federal deber¨ªa haberla usado ya con docenas de pol¨ªticos de primer plano de la vida nacional de partidos que han gobernado con la izquierda del PT, y que parecen ser tratados con otros metros y medidas.
Si la condena infligida por Moro a Lula, a la que podr¨ªan seguir otras m¨¢s, quiere ser vista como un triunfo de la justicia en un pa¨ªs donde a la c¨¢rcel iban s¨®lo los pobres, los negros y las prostitutas, ser¨¢ necesario que la sociedad pueda ver, sin esperar m¨¢s, que sean condenados los otros l¨ªderes pol¨ªticos, cuyas denuncias no menos graves que las de Lula, se arrastran durante a?os, pareciendo intocables.
Si de lo que se trata es de limpiar la corrompida vida pol¨ªtica de un pa¨ªs para dar paso a una nueva era de esperanza donde la impunidad con los poderosos sea algo del pasado y donde no existan privilegiados ante la justicia, entonces que a la condena de Lula, se sigan las de los dem¨¢s pol¨ªticos corruptos. Y eso, sin esperar m¨¢s, para que la grave decisi¨®n tomada con Lula, no parezca m¨¢s bien una forma de impedirle ser de nuevo candidato a las presidenciales.
Hoy, m¨¢s que ayer, la justicia va a ser analizada por una sociedad m¨¢s madura y m¨¢s incr¨¦dula que en el pasado para saber si se trata de realizar una verdadera catarsis contra la plaga de la corrupci¨®n pol¨ªtico empresarial, o si se trata s¨®lo de fuegos de artificio e intereses poco confesables.
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