Las deserciones republicanas hacen naufragar la reforma sanitaria de Trump
El rechazo de cuatro senadores al proyecto auspiciado por el presidente impide su aprobaci¨®n parlamentaria. Trump pide un nuevo proyecto
La gran bandera de la derecha estadounidense vive d¨ªas ag¨®nicos. Las deserciones en las filas republicanas han llevado a un punto de quiebra su mayor iniciativa: la reforma sanitaria. La ley con la que Donald Trump quer¨ªa demostrar su poder¨ªo y liquidar el m¨¢s preciado legado de su antecesor, el Obamacare, ha naufragado ante el rechazo frontal de cuatro senadores. Bloqueada su aprobaci¨®n, el presidente ha propuesto una salida de emergencia: derribar primero el Obamacare y trabajar luego en otro proyecto. La destrucci¨®n antes que el consenso. Y nuevamente, otra minor¨ªa de su partido le ha parado los pies. La crisis est¨¢ abierta.
Era m¨¢s que una ley. La reforma sanitaria hab¨ªa sido presentada por Trump como el s¨ªmbolo de una nueva era. La que iba a enterrar la herencia de Barack Obama y unir a la derecha estadounidense bajo una misma bandera. Pero su tramitaci¨®n ha mostrado justo lo contrario. Pese a tener en sus manos la Casa Blanca, la C¨¢mara de Representantes y el Senado, la unidad republicana es una quimera. No hay una derecha sino muchas; tampoco existe un proyecto, sino casi tantos como grupos de presi¨®n parlamentarios. El golpe es profundo.
Un sistema sanitario complejo y d¨¦bil
Desde su nacimiento fue odiada. Los republicanos consideran que la reforma sanitaria de Barack Obama ampl¨ªa la burocracia federal, ahonda el d¨¦ficit y acaba con la libertad de elecci¨®n. Es decir, ataca de ra¨ªz sus fundamentos ideol¨®gicos. La realidad no es tan simple.
La ley aprobada en 2010 impuso cambios profundos en el modelo sanitario estadounidense. Cre¨® un mercado de compra de seguro, expandi¨® el programa p¨²blico para personas con pocos recursos o discapacitadas (Medicaid), y puso fin a abusos como el rechazo de las aseguradoras a pacientes con dolencias previas. En su af¨¢n por acabar con el vac¨ªo sanitario, generaliz¨® las penalizaciones a quien no contratase un seguro y dispuso un entramado fiscal, con impuestos a las rentas m¨¢s altas, para sostener los gastos. Los resultados fueron una masiva extensi¨®n de las coberturas, con 20 millones de personas m¨¢s aseguradas, pero tambi¨¦n una subida de los precios de las p¨®lizas.
En su ataque al Obamacare, los republicanos alegan que es un sistema destinado no a mejorar la atenci¨®n al paciente o a fomentar el acto m¨¦dico concreto, sino a subvencionar a las compa?¨ªas de seguros y sus c¨¢lculos de riesgo. Frente a ello, propone aligerar las cargas burocr¨¢ticas, reducir subsidios y recortar la expansi¨®n de Medicaid (al que se acoge actualmente 62,4 millones, el 19% de la poblaci¨®n). Unos planes que pueden dejar fuera en los pr¨®ximos a?os a millones de asegurados y afectar seriamente al tejido social m¨¢s d¨¦bil.
A su paso por el Senado, el proyecto ha evidenciado otra vez la debilidad del liderazgo de Trump. Tampoco ha servido la dilatada experiencia del republicano Mitch McConell, quien, fuera de los focos, hab¨ªa preparado una versi¨®n moderada, que manten¨ªa ciertos impuestos y protecciones del actual sistema. Una f¨®rmula mixta encaminada a atraer el voto de los republicanos centristas sin espantar a los halcones. Pero destruido cualquier puente con los dem¨®cratas, unidos como nunca en defensa del Obamacare, la oferta de McConell se diluy¨® con rapidez. La exigua mayor¨ªa republicana (52 esca?os frente a 48) jug¨® en contra y, en un plantel de senadores altamente atomizado, fueron suficientes cuatro deserciones para desintegrar la propuesta.
Esta fragilidad ya hab¨ªa quedado patente la semana pasada, cuando, tras el rechazo de dos senadores (Susan Collins y Rand Paul), los republicanos vieron abrirse ante s¨ª el abismo. Empatados con los dem¨®cratas, s¨®lo el voto de calidad del vicepresidente Mike Pence, que ejerce de presidente del Senado, pod¨ªa sacar adelante la iniciativa. Tal era la zozobra, que cuando el ex candidato presidencial John McCain anunci¨® que no iba a participar en la votaci¨®n porque ten¨ªa que serle extirpado un co¨¢gulo de un ojo, la sesi¨®n fue aplazada hasta su recuperaci¨®n.
Fue en este comp¨¢s de espera, cuando los senadores Mike Lee y Jerry Moran se sumaron a la rebeli¨®n y de una estocada paralizaron el ataque al Obamacare. No es que apoyen la actual legislaci¨®n. Pero, excepto en el caso de la centrista Susan Collins, consideran que el desmontaje se queda corto. ¡°No acaba con todos los impuestos del Obamacare, y no reduce los costes a la clase media ni da el suficiente espacio libre frente a las costosas regulaciones de Obama¡±, afirm¨® el senador Lee, de Utah.
Bloqueada de momento cualquier votaci¨®n, la salida para Trump y los republicanos es compleja y, en cualquier caso, dolorosa. McConell ha dado por perdida la pretensi¨®n inicial de revocar el Obamacare y aprobar inmediatamente una nueva ley, y ha optado por otra v¨ªa: resucitar una propuesta de 2015 (vetada por Obama) que desmantelaba gran parte del sistema y que en su d¨ªa cont¨® con el beneplacito mayoritario de los republicanos.
My statement on an upcoming vote to repeal #Obamacare pic.twitter.com/RdyDiUJfMD ¡ª Leader McConnell (@SenateMajLdr) 18 de julio de 2017
My statement on an upcoming vote to repeal #Obamacare pic.twitter.com/RdyDiUJfMD
— Leader McConnell (@senatemajldr) July 18, 2017
Republicans should just REPEAL failing ObamaCare now & work on a new Healthcare Plan that will start from a clean slate. Dems will join in!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) July 18, 2017
En caso de llevarse adelante este plan, supondr¨ªa el acercamiento a la oposici¨®n, pero sobre todo, la apertura de un proceso negociador con los propios republicanos. Un muro dif¨ªcil de franquear desde el momento en que ayer mismo tres senadores, suficientes para paralizar cualquier iniciativa, mostraron p¨²blicamente su rechazo.
¡°No vine a Washington a da?ar a la gente; no puedo votar contra el Obamacare sin un reemplazo claro que recoja mis inquietudes y las necesidades de mis votantes¡±, afirm¨® la senadora Shelley Moore Capito.
En plena crisis, desde el otro lado de la barrera, los dem¨®cratas aprovecharon para ofrecer un acercamiento, pero sobre la base de una consolidaci¨®n del sistema. ¡°Este segundo fracaso del Trumpcare es una prueba clara de que el n¨²cleo de esta ley es inasumible. Antes que volver a empezar el mismo fracasado proceso, los republicanos deber¨ªan ponerse a trabajar con los dem¨®cratas en reducir los costes de los seguros, dar estabilidad a los mercados y mejorar el sistema de salud¡±, dijo el l¨ªder dem¨®crata en el Senado, Chuck Schumer.
El resultado de la combinatoria a¨²n est¨¢ por ver. El tiempo, en todo caso, corre en contra de los republicanos. No s¨®lo los dem¨®cratas han formado cu?a frente a la reforma sanitaria. Tambi¨¦n se oponen amplios grupos de pacientes, asociaciones m¨¦dicas y el poderoso lobby de las aseguradoras, que alert¨® de que la iniciativa republicana iba a disparar los costes. El debate no ser¨¢ f¨¢cil. En un pa¨ªs donde 28 millones de personas carecen de asistencia sanitaria, el fin del Obamacare representa un punto de no retorno.
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