El pragmatismo empuja a Reino Unido hacia un Brexit suave
La precariedad de Theresa May y el lento avance de la negociaci¨®n se llevan por delante el dogma de la ruptura radical y preparan el terreno para concesiones
Algo ha cambiado en Downing Street. La precariedad en que ha quedado Theresa May y la constataci¨®n de lo ajustado de los plazos de la negociaci¨®n se ha llevado por delante el dogma del Brexit duro. Mientras la primera ministra se dispone a cargar sus pulmones con aire puro de los Alpes antes de afrontar un curso pol¨ªtico decisivo, dos paisajes se dibujan en el horizonte de Reino Unido: una ruptura suave y escalonada con la UE o un salto al vac¨ªo sin red.
Dos factores explican el cambio en Londres. El primero es el resultado electoral del pasado 8 de junio. Al despojar a May de su mayor¨ªa absoluta, los votantes rechazaron el Brexit duro que ven¨ªa defendiendo desde que lleg¨® al poder hace un a?o. Una encuesta de YouGov para The Economist publicada esta semana constata que, en efecto, el 51% de los brit¨¢nicos quiere un Brexit suave frente al 44% que prefiere una ruptura radical.
Tampoco la realidad parlamentaria aconseja esta ¨²ltima opci¨®n. A la vuelta de vacaciones, se empezar¨¢ a debatir la primera gran ley para el Brexit. Los diputados tendr¨¢n al fin su verdadero escrutinio del proceso, y la oposici¨®n promete una dura pelea, para la que buscar¨¢n aliados entre los tories rebeldes. Los partidarios de un Brexit duro no cuentan con mayor¨ªa en la C¨¢mara: perseguirlo ser¨ªa una batalla suicida para May.
El segundo factor es el reloj que, como advirti¨® Michel Barnier, jefe negociador de la UE, sigue avanzando inexorablemente hacia el 29 de marzo de 2019, fecha en la que, en virtud del art¨ªculo 50 del Tratado de Lisboa, Reino Unido deber¨¢ estar fuera de la UE. Los Veintisiete han dejado claro que, antes de empezar a hablar de un acuerdo que rija las relaciones en el futuro, necesitan avances sustanciales en los t¨¦rminos del divorcio. Estos incluyen tres asuntos peliagudos: el futuro de los ciudadanos europeos residentes en suelo brit¨¢nico y viceversa, c¨®mo evitar una frontera entre Reino Unido e Irlanda y la factura econ¨®mica del divorcio. Han pasado ya cuatro meses desde que se activ¨® el art¨ªculo 50 y, concluidas ya dos rondas de negociaciones en Bruselas, no hay constancia de avances en ninguna de las tres cuestiones.
Los t¨¦rminos del divorcio y del futuro acuerdo deber¨ªan estar cerrados en oto?o del a?o que viene, para que el Parlamento Europeo pueda ratificarlo en plazo. Y ah¨ª s¨ª que parece que se ha alcanzado un acuerdo: es materialmente imposible. Por eso, esta semana el Gobierno ha reconocido que ser¨¢ necesario un periodo transitorio ¨C¡°fase de implementaci¨®n¡± es el eufemismo elegido- despu¨¦s del 30 de marzo de 2019, que evite el salto al vac¨ªo.
Durante sus paseos por los Alpes italianos, May tendr¨¢ ocasi¨®n de pensar qu¨¦ forma tendr¨¢ esa transici¨®n. No es asunto f¨¢cil, sobre todo para una primera ministra cuya autoridad en el Gobierno, el partido, el Parlamento y la sociedad ha quedado gravemente da?ada. Se tratar¨ªa de mantener a grandes rasgos el statu quo, durante tres o cuatro a?os, hasta que se firme la ¡°profunda y especial relaci¨®n¡± que busca May.
Resulta evidente que no es el escenario so?ado por los m¨¢s antieuropeos, temerosos de que el periodo transitorio acabe convirti¨¦ndose en permanente, como secretamente desea el otro bando, o de que se llegue a las elecciones de 2022 sin que se haya salido efectivamente de la UE, y estas se conviertan en un plebiscito sobre un asunto que desean dar por cerrado. Por eso, los m¨¢s recalcitrantes siguen prefiriendo un portazo.
Diversos estudios coinciden en que la econom¨ªa brit¨¢nica sufrir¨¢ m¨¢s cuanto mayor sea su separaci¨®n de la UE. Y muchos, entre ellos el ministro de Econom¨ªa, Philip Hammond, ven las orejas al lobo. La ca¨ªda de la libra y la inflaci¨®n pesan ya en los bolsillos. Quienes, apoyados en los buenos datos econ¨®micos que siguieron al refer¨¦ndum, desde?aron el ¡°proyecto miedo¡± de David Cameron y otros agoreros, deben enfrentarse a una nueva realidad: Reino Unido ha pasado, en el primer trimestre de 2017, de ser una de las econom¨ªas que m¨¢s crec¨ªa de la UE a ser la que crece m¨¢s lentamente.
El pa¨ªs llega a las vacaciones parlamentarias con dos escenarios en el horizonte: un periodo de transici¨®n que difumine la salida o un salto al vac¨ªo. Durante sus paseos alpinos, May tendr¨¢ tiempo para reflexionar sobre c¨®mo vender esto a una opini¨®n p¨²blica a la que los pol¨ªticos populistas y la prensa irresponsable convencieron de que pod¨ªan conservar las ventajas del mercado ¨²nico y mantener el control de las fronteras y las leyes o, en palabras del hoy ministro de Exteriores, ¡°tener su pastel y com¨¦rselo¡±.
Di¨¢logo con los empresarios
Muestra del cambio de actitud de Theresa May en los ¨²ltimos d¨ªas respecto al Brexit es su nueva relaci¨®n con el mundo empresarial. Durante sus primeros meses en Downing Street, la primera ministra propicio un enfriamiento un colectivo tradicionalmente aliado del Partido Conservador. Su empe?o en un Brexit duro no gust¨® en el mundo empresarial, generalmente partidario de mantener el mayor acceso posible al mercado ¨²nico y la posibilidad de contratar mano de obra extranjera. Pero ahora May ha abierto el di¨¢logo con los empresarios. Esta semana recibi¨® a una representaci¨®n en Downing Street y les transmiti¨® su voluntad de evitar un ruptura radical. El creciente poder de Philip Hammond, canciller del Exchequer que se est¨¢ imponiendo a los ministros m¨¢s euroesc¨¦pticos, supone tambi¨¦n un gui?o al mundo empresarial. Hammond y Damian Green, el tambi¨¦n proeuropeo vice primer ministro oficioso, ser¨¢n los encargados de sustituir a May durante sus vacaciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.