Trump critica las sanciones a Rusia que el Congreso le obliga a firmar

Sin otra alternativa que claudicar, Donald Trump se rebela y declara la guerra al Capitolio. El presidente estadounidense firm¨® este mi¨¦rcoles la ley aprobada por el Congreso que impone nuevas sanciones a Rusia y limita la capacidad del mandatario de retirarlas. Pero lo hizo a rega?adientes, cuestionando la separaci¨®n de poderes y alej¨¢ndose de su propio partido, el republicano, que controla ambas c¨¢maras legislativas.

¡°Aunque estoy a favor de medidas duras para castigar y disuadir el comportamiento agresivo y desestabilizador de Ir¨¢n, Corea del Norte y Rusia, esta legislaci¨®n es significativamente defectuosa¡±, dijo Trump en un comunicado. ¡°Traspasa de forma inapropiada el poder ejecutivo, pone en desventaja a compa?¨ªas estadounidenses y da?a los intereses de nuestros aliados europeos¡±.

La ley, que ha enfurecido a Rusia y la Uni¨®n Europea, es una humillaci¨®n para Trump. Se le ha impuesto el Congreso con un respaldo casi mayoritario y revela, pese a la brecha partidista en casi todos los asuntos, la profunda desconfianza que despierta entre republicanos y dem¨®cratas su acercamiento a Mosc¨².

Todos los presidentes recelan de que los legisladores se entrometan en su pol¨ªtica exterior, pero en este caso Trump no ha tenido otra opci¨®n que aceptar una ley que rechaz¨® desde el principio. Intentar vetar la norma -que tambi¨¦n penaliza a Teher¨¢n y Pyongyang- hubiese supuesto un desaire a¨²n mayor porque probablemente los legisladores podr¨ªan haber anulado su veto al sumar el amplio consenso necesario para hacerlo.

¡°Constru¨ª una gran compa?¨ªa que vale muchos miles de millones de d¨®lares. Esta es gran parte de la raz¨®n por la que fui elegido. Como presidente, puedo hacer mucho mejores acuerdos con pa¨ªses extranjeros que el Congreso¡±, se?al¨® Trump. La cr¨ªtica es ins¨®lita sobre todo porque el presidente necesita al Congreso para hacer avanzar su agenda pese a que nunca ha escondido su animadversi¨®n hacia el establishment de Washington.

Trump se present¨® a las elecciones como el antipol¨ªtico, el empresario eficaz, el maestro de la negociaci¨®n que pod¨ªa trasladar esas dotes a la Casa Blanca. Pero en sus seis meses de presidencia, no ha logrado ning¨²n ¨¦xito legislativo. La culpa, alega, no es suya. ¡°El Congreso no pudo ni negociar una ley sanitaria despu¨¦s de siete a?os hablando¡±, ironiz¨® en el comunicado en referencia al debate que naufrag¨® la semana pasada.

El republicano sostiene que la ley ¡°dificulta¡± a EE UU la negociaci¨®n de buenos acuerdos y acercar¨¢ a China, Rusia y Corea del Norte. Tambi¨¦n dice compartir el deseo de dejar claro que no se tolerar¨¢n ¡°interferencias¡± en el proceso democr¨¢tico estadounidense y que Washington est¨¢ con sus aliados frente a la ¡°subversi¨®n¡± rusa.

Pero en su nota Trump obvia la esencia de la ley. El Congreso le ha obligado a hacer lo que rechazaba: castigar la injerencia de Rusia durante la pasada campa?a electoral. La norma tambi¨¦n incluye nuevas penalizaciones por el papel ruso en las crisis de Ucrania y Siria. Los servicios de inteligencia estadounidenses acusan al Kremlin de orquestar una campa?a de ciberataques para ayudar a Trump a ganar las elecciones presidenciales.

El republicano se resiste a aceptar esa conclusi¨®n y dice ser objeto de la ¡°mayor caza de brujas¡± de la historia. Un fiscal especial y varios comit¨¦s legislativos investigan si el entorno de Trump se coordin¨® con la injerencia rusa y pudo cometer un delito de obstrucci¨®n a la justicia. La sombra de la trama rusa planea constantemente sobre la presidencia del republicano. Los contactos, no revelados, del entorno de Trump con personalidades rusas -antes de la investidura presidencial de enero- han provocado dimisiones e investigaciones.

Como candidato, Trump elogi¨® repetidamente al presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, y abog¨® por mejorar la relaci¨®n con Mosc¨², sugiriendo incluso la retirada de sanciones. Como presidente, ha mantenido la distancia en asuntos relacionados con Ucrania pero ha promovido un acercamiento en Siria y ha aparcado el debate sobre la injerencia electoral. Ahora, el Congreso ha atado de manos sus intenciones.