El Ojos, el narco y la pol¨ªtica de la Ciudad de M¨¦xico, a juicio
Anclada en la sospecha y el cruce de acusaciones, la capital digiere con dificultad el primer gran operativo militar contra el narco en suelo urbano
Hay casas bajas, como en los pueblos, y agujeros en el asfalto, carros destartalados, mototaxis. No hay muchos ¨¢rboles, salvo en el bosque, un pulm¨®n, casi el ¨²nico de todo el distrito. Y aunque se llame bosque, es un jard¨ªn, un parque grande. Pero aqu¨ª en M¨¦xico los parques grandes se llaman bosques, como este de Tl¨¢huac, como el de Chapultepec.
En el de Tl¨¢huac, en el sur de la Ciudad de M¨¦xico, hay un estanque y al fondo se ve un cerro con pocas casas, una advertencia de que la ciudad no es tan ciudad aqu¨ª como en el centro. Pese a que ese centro, el del z¨®calo, el del Palacio Nacional y las taquer¨ªas rutilantes, dista menos de una hora del distrito de Tl¨¢huac.
Resulta dif¨ªcil pensar que aqu¨ª, hace apenas dos semanas, fuerzas de ¨¦lite de la Armada cercaron y abatieron a un grupo de narcotraficantes. Y no a cualquier grupo, a la banda de Felipe de Jes¨²s P¨¦rez, alias El Ojos, una de las m¨¢s poderosas de la ciudad, el cartel de Tl¨¢huac.
Era la primera vez que un pelot¨®n de marinos se enfrentaba a unos narcos en la Ciudad de M¨¦xico. Nunca antes se hab¨ªa requerido. O al menos nunca se supo. La ciudad se hab¨ªa encargado de sus propios problemas y los sucesivos jefes de Gobierno enarbolaban satisfechos una extra?a bandera blanca: la Ciudad de M¨¦xico no est¨¢ en guerra. Aqu¨ª no hay c¨¢rteles. Aqu¨ª, a diferencia de otros estados, no tenemos un problema de delincuencia organizada. Com¨²n s¨ª, asaltos, robos a casas, narcomenudeo, s¨ª, pero, ?crimen organizado? No, de eso nada. Luego lleg¨® el operativo de la Armada, los bloqueos de los secuaces del grupo de narcos, la quema de camiones, im¨¢genes nunca vistas en la capital.
Dicen los locales que en los d¨ªas despejados -estos d¨ªas, los de temporada de lluvias- se ven, al fondo de Tl¨¢huac, los volcanes. El Iztacc¨ªhuatl y el Popocatepetl, los dos amantes. Y antes, aunque no se vea, se siente el fin de la ciudad. Los vecinos del sur viven conscientes de la frontera entre la capital y los estados de M¨¦xico y Morelos. Al norte, el asfalto sigue por kil¨®metros, dificultado la sensaci¨®n de cambio. Pero en el sur se siente. Y la diferencia no s¨®lo ata?e al predominio de la tierra, a la orograf¨ªa, al n¨²mero de ¨¢rboles por metro cuadrado. Tambi¨¦n a lo que significa el m¨¢s all¨¢.
Las maestras Luna y Nadia viven en Tl¨¢huac desde hace mucho tiempo. La primera lo que vivi¨® Cristo, 33 a?os. La segunda algunos menos. Sus nombres son falsos porque es dif¨ªcil que alguien hable en Tl¨¢huac a cara descubierta. M¨¢s incluso despu¨¦s del operativo de la Armada. Las dos hablan con la incomodidad de los padres que asumen los actos de sus hijos descarriados. Y recuerdan cu¨¢ndo las piezas dejaron de encajar.
- Fue hace tres o cuatro...
- S¨ª, como cuatro a?os
Las dos coinciden. El recuerdo m¨¢s lejano de un cambio de l¨®gica. Hac¨ªa a?os que el distrito de Tl¨¢huac, de clase media baja, hab¨ªa dejado de ser una gran pradera con casas, un enorme campo de cultivo con algunas viviendas. No, ya hac¨ªa tiempo que era un desordenado pegote de cemento con la ilusi¨®n del campo al fondo. Y sin embargo segu¨ªa siendo un pueblo. Con sus negocios, su ritmo, sus din¨¢micas. As¨ª fue hasta que lleg¨® el rumor.
"Fue", dice la maestra Luna, "hace como tres o cuatro a?os. Recuerdo que fue un jueves por la tarde. Como a las 4 empezaron a gritar que 'ya vienen'. Y la gente, como loca, empez¨® a cerrar sus negocios y a irse a la casa. ?Que ya vienen!"
- Pero, ?y qui¨¦n ven¨ªa?
"?Esa era la cosa!", dice, divertida, la maestra. "Nadie sab¨ªa. Ven¨ªan que si a cobrar piso, que si a asaltar..." ?Qui¨¦nes? Entonces nadie supo. "Aquel d¨ªa ten¨ªan que venir a entregarnos unos melones y el se?or, como hab¨ªamos cerrado la tienda, vino a la casa. '?Y c¨®mo est¨¢ la calle?' Le preguntamos. 'Pues, ?qu¨¦ pas¨® o qu¨¦?', dec¨ªa ¨¦l. No, pues que nos dijeron que ya ven¨ªan".
Nadia dice que entonces trabajaba fuera de Tl¨¢huac y que su mam¨¢ la llam¨®. "?Vente para la casa que ah¨ª vienen!", dice que dijo. Ella pregunt¨® que qui¨¦n viene, y aunque no le supo contestar, agarr¨® un taxi y volvi¨®.
Con el tiempo, ambas supieron que fue un rumor de que La Familia, un c¨¢rtel de narcos que ten¨ªa presencia en el Estado de M¨¦xico y Morelos, iba a apoderarse de Tl¨¢huac. Desde entonces vivieron como en El Desierto de los T¨¢rtaros, la novela de Dino Buzzati, esperando una guerra que no acababa de llegar. Hasta que lo hizo.
Cruce de acusaciones
Escuchaban rumores. Conoc¨ªan el nombre de El Ojos. Que se vend¨ªa droga, que los mototaxistas les ayudaban. Pero no pensaron que fuera a llegar a tanto.
Es un argumento parecido al ensayado por la clase pol¨ªtica de la capital, con la diferencia de la informaci¨®n que manejaron unas y otros. Desde el operativo de la Armada, el partido de Gobierno en la ciudad, el PRD -la izquierda tradicional- ha criticado al jefe del distrito de Tl¨¢huac, Rigoberto Salgado, por obviar el crecimiento de El Ojos y su banda. Es m¨¢s, el diputado del PRD en la asamblea local, Iv¨¢n Texta, dec¨ªa este lunes que tienen v¨ªdeos de Salgado en una fiesta en Tl¨¢huac, compartiendo con el capo del narcotr¨¢fico y su gente.
Salgado se ha defendido y ha culpado al Gobierno de la ciudad. El jueves pasado, sus compa?eros salieron a los medios a decir que en los ¨²ltimos meses hab¨ªa mandado 27 oficios a la alcald¨ªa, informando de los problemas de seguridad de su distrito.
Antiguo cuadro del PRD, Salgado se afili¨® a Morena poco despu¨¦s de su fundaci¨®n, en 2014. Morena es la nueva formaci¨®n de izquierda en M¨¦xico, el partido que arm¨® Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, aspirante a la presidencia del pa¨ªs en 2018, adem¨¢s de uno de los fundadores del PRD.
El jueves, los cuadros de Morena en la ciudad defendieron a Salgado. Lo hicieron una semana despu¨¦s de lo ocurrido, se?alando la negligencia del Gobierno y apuntado al alcalde, Miguel ?ngel Mancera.
Muchos analistas opinan que el caso del cartel de Tl¨¢huac ha abierto la carrera por la jefatura de Gobierno de la ciudad, cuyas elecciones son el a?o que viene. Los mismos cuadros de Morena han se?alado que las cr¨ªticas a Salgado son un intento de malbaratar sus aspiraciones a gobernar la ciudad. Morena dice que son incluso un estrategia para dificultar el camino de L¨®pez Obrador a la presidencia.
De momento, las autoridades de la ciudad han explicado que la fiscal¨¬a local no investiga a Salgado. Este mi¨¦rcoles, el jefe de distrito comparece ante la asamblea local para dar explicaciones de lo ocurrido. El PRD le pide que renuncie y que le investiguen. Morena que no hagan pol¨ªtica a su costa. En medio, ciudadanas como Nadia o la maestra Luna esperan que la guerra no les alcance.
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