Pol¨ªtica y medios: entre el malabarismo y la fragilidad
M¨¢s que l¨ªderes cohesionados con el favor popular en las encuestas, estamos ante mandatarios que se debilitan muy r¨¢pidamente
La fragilidad de los gobiernos pareciera ser la constante en Estados Unidos pasando por los pa¨ªses de la am¨¦rica tropical como Ecuador, donde acaba de perder sus funciones el vicepresidente Jorge Glas hasta tocar los pies de Macron en Francia que ya despidi¨® a dos ministros. M¨¢s que l¨ªderes cohesionados con el favor popular en las encuestas, estamos ante mandatarios que se debilitan muy r¨¢pidamente. Pero no solo ellos.
Adem¨¢s de las amenazas crecientes de la inmigraci¨®n, los extremismos de derecha e izquierda, y la corrupci¨®n o democracias que se sostienen en el autoritarismo como en Venezuela, los elegidos, casi siempre con una votaci¨®n a ras, gobiernan temerosos para los medios de comunicaci¨®n, las redes sociales, los conspiradores y contradictores como se llama ahora a los enemigos.
En Colombia los reajustes en el equipo para la recta final del gobierno de Juan Manuel Santos, a 10 meses de unas nuevas elecciones, mostraron c¨®mo cada movida en el tablero responde a m¨¢s de una variable, lo que no suced¨ªa cuando eran gobiernos de partidos y no de alianzas que se van resquebrajando.
Equilibrio pol¨ªtico, equilibrio en representaci¨®n regional, castigo y desaf¨ªo, tambi¨¦n consideraciones de g¨¦nero y un poco menos de trayectoria o m¨¦ritos, aunque en algunos casos es obligatorio destacar que se premian la lealtad, la honestidad y el profesionalismo.
Acierta Santos esta semana con los nombramientos de Mar¨ªa Lorena Guti¨¦rrez, con el joven caribe Jaime Pumarejo. Desaf¨ªa con Carlos Correa. Improvisa con Juan Carlos L¨®pez, no por incapaz sino porque lo saca del lugar donde lo hace bien para nombrarlo donde se requiere idoneidad en la pol¨ªtica de infancia y adolescencia y menos show, y repite con Germ¨¢n Cardona y Jos¨¦ Jorge Dangond, cuyas gestiones pasadas y futuras merecen una mirada detallada.
Es partida anticipada la salida de Sergio Jaramillo y queda obligado su sucesor Rodrigo Rivera a demostrar sus competencias en la interlocuci¨®n pol¨ªtica con sectores m¨¢s conservadores e incluso el Centro Democr¨¢tico donde le conservan afectos y con los cristianos donde profesa su fe, sin tener ni idea del proceso de paz con las Farc a donde llega como Alto Comisionado.
Ejercer la presidencia termina entonces por mostrar a los gobernantes como malabaristas que saldr¨¢n bien o mal juzgados dependiendo de si sus decisiones tienen una buena reacci¨®n medi¨¢tica. Si desde las decisiones gubernamentales se mantiene a un funcionario por capacidad, m¨¦ritos o transparencia, o se defiende por afectos o compromiso o se empodera para enviar mensajes a un enemigo temporal es parte del juego que termina en el escrutinio de los medios, cuyo papel hay que recordarlo es advertir, develar y reflexionar.
Pero no en todos y en redes menos, ese es el ejercicio que se cumple. Con frecuencia se cuestionan las medidas adoptadas desde sentimientos de superioridad moral o resentimientos de origen y con mala ortograf¨ªa; pocas veces se asume el riesgo de la incomodad de decirle al poder con argumentos y una transparencia real una verdad que haga la diferencia sin la b¨²squeda de una ganancia para el ego personal o el beneficio para otro.
La fragilidad del gobernante no es solo de ¨¦l sino nuestra, de quienes tenemos la oportunidad de informar. No s¨®lo a los gobernantes se les desmorona. A nosotros tambi¨¦n se nos mina la credibilidad. Con excepciones, claro est¨¢.
Fr¨¢giles, fr¨¢giles los gobiernos y con el riesgo adicional de no tener en los centros de pensamiento, y en los medios de comunicaci¨®n puntos de inflexi¨®n, muros de contenci¨®n, intelectuales como los que describe Edward Said, sino a quienes con frecuencia trabajan por mantener per s¨¦ las pol¨ªticas gubernamentales o a quienes con apariencia de transparencia crean la propaganda que le encarga a manteles el candidato de sus preferencias, desviando el papel y mostrando animadversiones poco ilustradas.
Y entre tanto en las plataformas digitales crece la ira, se normalizan los insultos y delitos contra la honra as¨ª como en la pol¨ªtica se normaliza la corrupci¨®n por la pr¨¢ctica clientelar que se soporta en la pobreza y la gobernabilidad que se premia con carreteras y en los medios se normaliza sin verg¨¹enza el abuso del micr¨®fono.
No solo pasa aqu¨ª en Colombia, en Estados Unidos Donald Trump ya ha despedido, sin pedir renuncias, a 12 colaboradores, entre ellos a las dos personas encargadas de sus comunicaciones, o sea de su imagen: Sean Spicer y Anthony Scaramucci.
CNN no es necesariamente hoy el medio privilegiado por equilibrio. Solo el New York Times con un periodismo abiertamente en su contra pero con la ¨²nica certeza y decisi¨®n de condenar al presidente de la naci¨®n como alguien que no merece la majestad del cargo, logr¨® dos millones de suscriptores digitales, los dem¨¢s sufren la misma fragilidad.
Est¨¢n gastando demasiado tiempo los gobernantes del mundo en mandar mensajes, construir narrativas para los medios de comunicaci¨®n y las dispersas audiencias de estas ¨¦pocas, y muy poco gobernando para sus electores naturales, los ciudadanos, tan responsables como todos los dem¨¢s de que unos y otros no cumplan con sus deberes.
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