Las voces de la tortura en Venezuela
Cuatro v¨ªctimas relatan el trato cruel y los abusos de las fuerzas de seguridad mientras estaban detenidos por protestar
¡°?Arr¨¢strate como un gusano!¡±, gritaban soldados a Paula Colmenarez Bosc¨¢n, una estudiante de Derecho de la Universidad Central de Venezuela, tras ser detenida en el este de Caracas en una movilizaci¨®n contra Nicol¨¢s Maduro en julio. ¡°Me arrestaron decenas de militares. Me manoseaban la entrepierna mientras me trasladaban en una motocicleta. Me cubrieron la cabeza, me golpearon y robaron el celular. Solo me liberaron cuando se hizo viral una foto en la que aparec¨ªa siendo arrestada¡±, dice.
Su ejemplo ha alertado a instancias internacionales acerca de la creciente represi¨®n en Venezuela. El martes, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas se?al¨® al Gobierno de Maduro por el uso ¡°generalizado y sistem¨¢tico¡± de ¡°fuerza excesiva¡± contra miles de manifestantes. El comunicado denunciaba detenciones arbitrarias, tratos crueles y torturas a disidentes durante las protestas de la oposici¨®n, que han entrado ya en su quinto mes. Tarek William Saab, defensor del pueblo y fiscal general designado por la Asamblea Nacional Constituyente, no respondi¨® a EL PA?S sobre este informe.
Tamara Taraciuk, de Human Rights Watch (HRW), dibuja un perfil de los torturados. ¡°Son mayormente disidentes o cr¨ªticos. No son solo aquellos l¨ªderes opositores conocidos, sino que se trata de ciudadanos de a pie que el Gobierno considera disidentes simplemente por participar en manifestaciones o por estar pasando cerca de una¡±, explica.
En junio, Mileidy Gonz¨¢lez, una joven auxiliar de enfermer¨ªa, fue detenida por agentes de la Polic¨ªa Nacional Bolivariana (PNB) cuando caminaba cerca de una protesta en Barquisimeto, capital del Estado de Lara (oeste). ¡°En la comandancia policial me ataron por las mu?ecas, me colgaron y as¨ª comenzaron a golpearme una y otra vez. Amenazaron con violarme y sembrarme droga si denunciaba, me destrozaron¡±, dice.
Sus evidencias son fotos, recuerdos, cicatrices en la piel y una lesi¨®n en el bazo. Gonz¨¢lez estuvo hospitalizada ocho d¨ªas despu¨¦s de ser salvajemente golpeada, pero nunca recibi¨® un informe m¨¦dico que certificara su condici¨®n durante el arresto. ¡°Ning¨²n doctor se atrevi¨® a d¨¢rmelo. Ni siquiera quisieron darme una constancia m¨¦dica en un CDI [Centro de Diagnostico Integral, red de ambulatorios creada por Hugo Ch¨¢vez]¡±, explica. Sus agresores est¨¢n en libertad, mientras ella debe presentarse cada mes ante un tribunal, imputada por da?os violentos y resistencia a la autoridad. ¡°Si eres polic¨ªa o militar en Venezuela, lo puedes todo. Ellos te quitan tu libertad y violan tus derechos sin importar si eres inocente¡±, agrega.
Gaetano Costa, un polit¨®logo de 42 a?os, ya hab¨ªa experimentado los excesos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB, polic¨ªa militarizada) en 2014. En mayo de ese a?o fue detenido en una protesta. ¡°No estaba solo. Varios manifestantes fueron detenidos ese d¨ªa. Nos encerraron en una oficina en el interior de una comandancia de la GNB. All¨ª nos golpearon, amenazaron con desaparecernos, nos apuntaron con armas de fuego y hasta lanzaron dos bombas lacrim¨®genas. Parec¨ªa una c¨¢mara de gas nazi. Los militares dec¨ªan que ¨ªbamos presos por guarimberos [opositores]¡±, recuerda Costa, militante de Voluntad Popular, el partido del preso pol¨ªtico Leopoldo L¨®pez, y regres¨® a las calles para protestar nuevamente contra Maduro este a?o. Fue detenido y golpeado, una vez m¨¢s, en Lara.
Gonz¨¢lez opina que su testimonio puede ser ¨²til para ventilar los atropellos de las fuerzas policiales en el exterior. Andr¨¦s Colmenarez, director de la ONG Funpaz, certifica este trato cruel contra los opositores. Paula, la estudiante pisoteada por militares, es la mayor de sus tres hijos. ¡°Son casos excepcionales, por lo general la mayor¨ªa no se atreve a ser identificado. En las protestas de 2014 unas 80 personas denunciaron torturas en Lara, este a?o han sido 20. Eso no nos habla de una disminuci¨®n de los casos, sino de los ciudadanos que se atrevieron a hacer p¨²blicos estos abusos¡±, expone.
Miedo a denunciar
La abogada Tamara Bechar, del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Cat¨®lica Andr¨¦s Bello, confirma que la alta impunidad puede influir en que las v¨ªctimas no quieran denunciar. ¡°He defendido a dos menores de edad, de 16 y 17 a?os, detenidos durante una protesta. Ellos comentaron en su audiencia de presentaci¨®n sobre los maltratos f¨ªsicos y hasta actos lascivos cometidos contra uno de ellos por fuerzas de seguridad del Estado. Todo eso est¨¢ registrado en actas. No pas¨® nada contra sus agresores, unos militares¡±, explica. Para Taraciuk es elemental que se documenten estos casos. ¡°Hoy en d¨ªa es impensable que se haga justicia en Venezuela porque el poder judicial es un ap¨¦ndice del Ejecutivo¡±.
Spider-Man, alias de un miembro del autoproclamado Movimiento de la Resistencia, no ha denunciado ante el ministerio p¨²blico a los militares que, supuestamente, son culpables de la p¨¦rdida de su ojo izquierdo en una protesta durante la elecci¨®n de la Asamblea Constituyente, el 30 de julio. ¡°Antes me hab¨ªan golpeado dentro de una comandancia de la polic¨ªa de Lara, pero segu¨ªa protestando porque no ten¨ªa miedo¡±, indica. Clandestino y herido en Barquisimeto, este joven de 22 a?os asegura que ser¨ªa un riesgo delatar a sus agresores. ¡°Me meter¨ªan preso, ellos seguir¨ªan libres¡±, supone.
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