Trump pone fin al programa que impide la deportaci¨®n de 800.000 ¡®dreamers¡¯
El presidente concede al DACA una pr¨®rroga de seis meses para que el Congreso busque una salida. La medida dejar¨¢ sin protecci¨®n legal a los inmigrantes sin papeles que llegaron de ni?os a EEUU
Nada par¨® su mano. Donald Trump ha puesto fin al programa que permite permanecer legalmente en Estados Unidos a los llamados dreamers (so?adores), los inmigrantes sin papeles que llegaron al pa¨ªs siendo menores. Consciente del impacto pol¨ªtico que las deportaciones causar¨ªan en sus propias filas, el presidente concedi¨® una pr¨®rroga de seis meses mientras el Congreso halla una salida a los 800.000 afectados. Un recurso de compleja andadura, pero que incluso si llega a buen puerto dif¨ªcilmente borrar¨¢ una de las decisiones m¨¢s oscuras de su mandato. "?Que nadie se equivoque, vamos a poner el inter¨¦s de los ciudadanos estadounidenses primero!", tuite¨® Trump.
La inmigraci¨®n es una diana en manos de Trump. Primero fue el muro. Despu¨¦s, los musulmanes. Ahora, los dreamers. Un colectivo, casi al 80% de origen mexicano, que encarna como pocos el sue?o de multiculturalidad e integraci¨®n que desde su nacimiento ha representado Am¨¦rica. Son 800.000 j¨®venes registrados (y otros tantos que podr¨ªan estarlo en el futuro) a los que el propio presidente declar¨® su ¡°amor" y prometi¨® que no ten¨ªan de qu¨¦ preocuparse, pero que ahora han quedado en la cuerda floja a la espera de que un Congreso en guerra permanente decida su suerte.
Aunque sus defensores alegan motivos jur¨ªdicos, la cancelaci¨®n del programa DACA, anunciada por el fiscal general, Jeff Sessions, como "una desconexi¨®n ordenada", tiene una clara ra¨ªz pol¨ªtica. Trump se siente c¨®modo fustigando al indocumentado. Con 11 millones de inmigrantes sin papeles y el fantasma del odio sobrevolando las ruinas del cintur¨®n industrial, el republicano logra sus mayores aplausos en este terreno. Ah¨ª se reconcilia con su base m¨¢s radical y aparece como el pol¨ªtico que cumple sus promesas. El hombre dispuesto a perdonar al exsheriff Joe Arpaio, a guardar la equidistancia ante los neonazis de Charlottesville, a limpiar el pa¨ªs de indocumentados, sin importar que sean ni?os, est¨¦n integrados o sean socialmente productivos. ¡°Somos una naci¨®n de leyes. No vamos a incentivar la inmigraci¨®n ilegal¡±, ha zanjado.
Pero el ataque a los dreamers no est¨¢ movido s¨®lo por el credo ultranacionalista. Perdida la batalla por liquidar la red sanitaria de Barack Obama e incapaz a¨²n de sacar adelante su esperada reforma tributaria, Trump encuentra en la quema del legado de su antecesor el humo que necesita para ocultar sus fracasos. Ataca, rompe y avanza. Esta demolici¨®n perpetua, sin embargo, se ha topado en el caso de los dreamers con un l¨ªmite: las encuestas muestran que en la zona templada de su electorado la medida es vista con horror. As¨ª, el 78% de los votantes registrados, seg¨²n un sondeo de Politico, es favorable a la regularizaci¨®n de los dreamers.
Esta simpat¨ªa habla de la alta penetraci¨®n social de este colectivo. Los beneficiados por el programa DACA deben haber entrado en EEUU con menos de 16 a?os y vivir permanentemente en el pa¨ªs desde 2007. Tambi¨¦n se les exige que carezcan de antecedentes y que estudien o tengan el bachillerato acabado. A cambio se les permite trabajar y conducir, as¨ª como acceder a la seguridad social y disponer de una tarjeta de cr¨¦dito. En un sistema implacable con los d¨¦biles, el DACA brinda un escudo, pero en ning¨²n caso supone la concesi¨®n de residencia. Tan solo una cobertura legal que difiere la posibilidad de deportaci¨®n y que ha de renovarse cada dos a?os.
Congress, get ready to do your job - DACA!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) September 5, 2017
Cumplidores de las reglas del juego, estos j¨®venes, ven ahora en el horizonte una posible deportaci¨®n. La vuelta a un pa¨ªs del que en muchos casos no conocen ni el idioma. Sabedor del esc¨¢ndalo que ello supone, Trump ha intentado eludir el golpe permitiendo una pr¨®rroga hasta el 5 de marzo (s¨®lo para renovaciones, no para nuevas instancias) y entregando su destino al Congreso. Ah¨ª el pacto es impredecible, pero no imposible. Figuras tan destacadas como el presidente de la C¨¢mara de Representantes, el republicano Paul Ryan, han pedido a Trump que deje a los parlamentarios buscar una soluci¨®n permanente. ¡°Estamos hablando de menores que no conocen otro pa¨ªs ni otro hogar. Viven en un limbo que requiere de una soluci¨®n legislativa¡±, ha dicho Ryan. ¡°Creo firmemente que los ni?os que fueron tra¨ªdos ilegalmente a este pa¨ªs no tienen culpa alguna y no deben ser devueltos a un lugar que no conocen¡±, afirm¨® el senador y ex candidato presidencial republicano John McCain.
Al apoyo de un sector de republicanos, se suma la presi¨®n externa de las grandes compa?¨ªas, el coraz¨®n capitalista de Am¨¦rica. Cuatrocientos directivos, entre ellos los de Facebook, General Motors y Hewlett-Packard, han exhortado al presidente a proteger a los dreamers. ¡°Son una de las razones por las que seguimos teniendo una ventaja competitiva global¡±, han escrito en una carta, al tiempo que cifraban en 460.000 millones de d¨®lares el da?o que su salida podr¨ªa acarrear.
Pese a estos factores, el resultado de la negociaci¨®n parlamentaria es incierto. La profunda fractura entre dem¨®cratas y republicanos, as¨ª como el enfebrecido pulso de poder que se libra en el Capitolio ensombrecen el futuro de los afectados y alimentan el miedo entre las v¨ªctimas. Piensan que es casi imposible que si finalmente no se aprueba ninguna ley no se asista a casos de expulsi¨®n. Sobre todo, cuando las autoridades poseen todos sus datos, desde su fecha de entrada en el pa¨ªs a su filiaci¨®n.
"La soluci¨®n menos disruptiva"
La excepcionalidad del programa DACA no es ajena a su atribulado parto. Barack Obama nunca logr¨® que el Congreso le diera un apoyo mayoritario. La ley que en 2010 ten¨ªa que ofrecer cobertura a los dreamers fall¨® por cinco votos en el Senado y la Administraci¨®n dem¨®crata acab¨® imponiendo un remedo legal mediante una orden ejecutiva en junio de 2012.
Esta falta de sustento parlamentario permite ahora que su sucesor la pueda borrar de un plumazo. Adem¨¢s ha dado un argumento venenoso a la derecha m¨¢s radical, que considera el programa un caso flagrante de extralimitaci¨®n de los poderes ejecutivos en materia migratoria. Bajo este razonamiento, diez fiscal¨ªas estatales, encabezadas por Texas, dieron un ultim¨¢tum a Trump para que hoy cancelase el programa. En caso contrario, lo impugnar¨ªan. Ante esta amenaza y en contra del criterio de su jefe de gabinete, el general John Kelly, el presidente ha decidido suspender el programa.
"Esta Administraci¨®n no ha tomado a la ligera la decisi¨®n de poner fin al DACA. Hemos evaluado el programa cuidadosamente y analizado sus problemas legales. S¨®lo ten¨ªamos dos opciones: retirar ordenadamente el programa protegiendo a sus beneficiarios mientras el Congreso trabaja o permitir a los jueces cancelar el programa de forma completa e inmediata. Decidimos adoptar la opci¨®n menos disruptiva", afirm¨® el Departamento de Justicia.
¡°El impacto en las deportaciones ser¨¢ m¨ªnimo. Nuestro foco se centra en criminales, personas con ¨®rdenes judiciales y aquellos que han regresado tras su expulsi¨®n", ha asegurado esta ma?ana un responsable del Departamento de Seguridad Interior en un intento de calmar a los afectados. Algo que dif¨ªcilmente se conseguir¨¢. Si algo ha demostrado Trump es que en este terreno no perdona. El proyecto de muro con M¨¦xico, el veto migratorio y la desprotecci¨®n de los dreamers son hasta ahora sus mayores obras. El signo de una ¨¦poca.
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