25 gr¨²as gigantes amenazan Miami
Las m¨¢quinas, que no han sido desmontadas, resisten vientos de 230 kil¨®metros por hora, inferiores a los del cicl¨®n
El vertiginoso desarrollo de los rascacielos en Miami se ha encontrado con un enemigo imprevisto: el hurac¨¢n Irma y sus vientos de 250 kil¨®metros por hora. Las autoridades han advertido de que al menos 25 gr¨²as que surcan los cielos de la ciudad podr¨ªan llegar a desplomarse convirti¨¦ndose en proyectiles contra los edificios vecinos en las lujosas zonas de Downtown y Brickell, pulmones empresariales de la ciudad.
¡°Si pasa algo deber¨ªan denunciar al Gobierno por no haber retirado las gr¨²as a tiempo¡±, dec¨ªa ayer resignada Nikki Casta?eda, de 23 a?os, mientras compraba su almuerzo en la ¨²ltima pizzer¨ªa abierta en su barrio, donde un empleado se preguntaba si hab¨ªa sido lo m¨¢s prudente que su jefe demorase el cierre m¨¢s que la competencia. Casta?eda sali¨® de all¨ª enojada hacia casa, donde pasar¨¢ el previsto como peor hurac¨¢n de la historia de Florida en la tercera planta de un edificio costero enfrente de uno de los rascacielos en obras m¨¢s altos, con dos gr¨²as gigantes en la cima.
Al pie de la fastuosa torre en construcci¨®n de la fallecida arquitecta estrella Zaha Hadid, el futuro One Thousand Museum, el obrero Juan V¨¢squez indicaba que en ese momento continuaban las labores para asegurar arriba las gr¨²as: ¡°Va a quedar bien amarrado. No creo que haya problema, solo ya que Irma tumbe todo el edificio¡±, afirmaba.
Las gr¨²as de los rascacielos suelen estar preparadas para vientos de unos 230 kil¨®metros por hora y se prev¨¦ que el s¨²per tif¨®n Irma rompa esa barrera. Las autoridades han admitido que las estructuras podr¨ªan no soportar la embestida.
Toda la zona donde est¨¢n las 25 gr¨²as, expuesta adem¨¢s al desborde del mar, han recibido orden de evacuaci¨®n ¡ªaunque vecinos como Casta?eda han decidido quedarse¡ª.
El ingeniero de Miami Sergio Purrinos explicaba que los vientos que traer¨¢ Irma estar¨¢n al borde del l¨ªmite de aguante de las gr¨²as pero confiaba en que no pasase nada. Le preocupaban m¨¢s los materiales de construcci¨®n abandonados y la cantidad de edificios acristalados que podr¨ªan ser reventados por los vientos sostenidos. ¡°Pero un hurac¨¢n como Irma puede ser un problem¨®n para cualquier clase de estructura¡±, dec¨ªa.
Ciudad desierta
Miami Beach, que podr¨ªa sufrir una inundaci¨®n sin precedentes, ya estaba casi desierta ayer a mediod¨ªa. Pocos se aventuraban a salir a las calles. Pero algunos lo hac¨ªan con pasmosa tranquilidad. Daisy Medina y su esposo Wally Ochalez paseaban con su perro como en cualquier d¨ªa de verano, ella con gafas de sol y una bebida energ¨¦tica en la mano y ¨¦l con un sombrero playero. Se quedar¨¢n en Miami Beach en su apartamento en una tercera planta. Estaban tranquilos. ¡°Tengo mucha comida y unas seis o siete cajas de agua. Suficiente como para aguantar dos semanas¡±, explic¨® ella. ¡°El coche s¨ª me preocupaba, pero lo dej¨¦ en el d¨¦cimo piso de un aparcamiento¡±.
Toda la ciudad funcionaba bajo m¨ªnimos en v¨ªspera de la llegada del monstruoso cicl¨®n. Las autopistas ¡ªtodos los peajes gratis¡ª con poqu¨ªsimo tr¨¢fico, con los coches apurados en sus ¨²ltimos traslados. En el aeropuerto de Miami despegaban y aterrizaban los ¨²ltimos aviones. El viento empezaba a soplar amenazador, con cartones y ramas de palmeras haciendo piruetas por las carreteras. Casi todos los restaurantes estaban cerrados. Las grandes tiendas de ropa tambi¨¦n. El estadio de los Marlins de b¨¦isbol hab¨ªa cerrado su prodigioso techo retr¨¢ctil. Los cruceros que el jueves a¨²n estaban en el puerto, se hab¨ªan esfumado. Pese a que por la ciudad a¨²n circulaban algunos tipos sin camiseta y en bici, Miami hab¨ªa echado el cierre.
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