El grito m¨¢s triste
El terremoto y el asesinato de una joven en un taxi dejan un halo de amargura durante la fiesta nacional de M¨¦xico
M¨¦xico tiene la capacidad de ofrecer, en tiempo y forma, los contrastes m¨¢s absolutos. En la misma esquina y hora, el acto m¨¢s cruel y salvaje, o el m¨¢s tierno y dulce. Un tipo comi¨¦ndose el coraz¨®n de una turista o un tatuado pandillero ayudando a cruzar la calle a una anciana.
En el mismo noticiero los cuerpos de tres ni?os masacrados en una zona rural de Guerrero, uno de ellos con la playera de la selecci¨®n nacional y un enorme M?XICO escrito en la espalda, o una desdentada abuela donando en la Cruz Roja varias mu?ecas de su infancia para los ni?os de Chiapas y Oaxaca.
El contraste entre los fuegos- y las sonrisas- artificiales de Palacio Nacional, y la angustia de Puebla.
El grito m¨¢s triste sali¨® ayer de las entra?as de una madre que, hasta la 1 de la tarde, ten¨ªa la esperanza de hallar a su hija con vida. Aspiraba que el taxista la hubiera entregado a una banda local para cobrar el rescate o que estuviera en manos de una red de tr¨¢fico de ¨®rganos. Pero apareci¨® muerta tirada en un predio. Ten¨ªa 19 a?os, estudiaba Ciencias Pol¨ªticas y hab¨ªa elegido un taxi de ¡®seguridad¡¯ para volver a casa.
La violencia que retiembla en los centros de la tierra, son los secuestros y desapariciones de mujeres. El chillido ag¨®nico de un patr¨®n que se repite: mujer, menor de 20 a?os, extrarradio, noche, Ecatepec, Cholula¡Para ellas el grito fue de dolor, y la Independencia, una colonia de la capital.
Se han convocado protestas el domingo en las principales ciudades y las redes arden exigiendo algo tan b¨¢sico que agrede: ¡°quiero pasear por la calle o volver a casa, sin perder la vida en el intento¡± o ¡°Quiero un M¨¦xico que no sea igual a feminicidio¡±.
Hace tiempo que macho dej¨® de ser un recurrente t¨®pico para convertirse en pandemia mortal.
Pero la violencia machista no viaja con los cromosomas ni se hereda como la calvicie. Necesitan un caldo de cultivo: una fiscal¨ªa que no resuelve, una polic¨ªa que no investiga ni detiene y unas madres ninguneadas que arrastran los pies buscando a sus hijas en poblados, morgues y canales de aguas negras.
A la misma hora que aparec¨ªa el cuerpo de Mara Fernanda, Alfredo del Mazo tomaba posesi¨®n como gobernador del Estado de M¨¦xico, la entidad m¨¢s poblada y feminicida del pa¨ªs, con ¡®alerta de g¨¦nero¡¯ vigente en una decena de municipios. De los 45 minutos que habl¨® en el Teatro Morelos ante la ¨¦lite pol¨ªtica del pa¨ªs dedic¨® 58 segundos para hablar de sus medidas para frenar la violencia contra las mujeres.
El presunto asesino de Mara, el taxista de Cabify, se fum¨® un cigarro dentro del coche mientras disimulaba frente a la casa familiar. Luego pas¨® por un Oxxo y se comi¨® unos ¡®jochos¡¯ antes de ir al motel donde la mat¨®, dijo ayer el fiscal de Puebla.
Durante la semana que el conductor entr¨® y sali¨® de la comisar¨ªa- hasta que definitivamente fue detenido- quiz¨¢ sintoniz¨® la radio y escuch¨® al rector de la Universidad Madero de Cholula, cuando dijo: ¡°Para m¨ª (los casos de feminicidios y desapariciones) se deben a la descomposici¨®n de la sociedad y a las libertades que las chicas tienen. Ahora, cualquiera de ellas puede salir a muy altas horas de la noche¡± reproch¨®. Los terremotos son imprevisibles, pero la indulgencia social se cincela desde la escuela.
Ayer Enrique Pe?a Nieto cit¨® frente a la multitud a Hidalgo, Morelos, Josefa Ortiz de Dom¨ªnguez¡Es dif¨ªcil creer en la sacralidad de los pr¨®ceres, en un mundo donde hasta a la Madre Teresa de Calcuta le han sacado una biograf¨ªa paralela donde no es ni buena, ni santa, ni piadosa.
Pero el M¨¦xico de los contrastes tambi¨¦n se asom¨® al balc¨®n, y cualquiera de ellos parec¨ªa un gigante junto al hombre que llevaba la bandera nacional cruz¨¢ndole el pecho.
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