Maduro y su revoluci¨®n al rev¨¦s
Venezuela convive con la c¨²pula del poder transformada en una oligarqu¨ªa y el pueblo hambreado
Am¨¦rica Latina carece de una agenda internacional com¨²n. La prueba est¨¢ en que la crisis de Venezuela es el ¨²nico motor de las relaciones exteriores entre los pa¨ªses de la regi¨®n. Los intereses compartidos afloran solo en la emergencia. Nicol¨¢s Maduro, en su novelesca precariedad, tiene derecho a atribuirse ese m¨¦rito, por la v¨ªa del absurdo.
La interminable tragedia venezolana logr¨® que Donald Trump gire su cabeza hacia la regi¨®n. El presidente de los Estados Unidos suspendi¨® por un instante su predilecci¨®n por la diplomacia bilateral y entendi¨® que, aprovechando la Asamblea General de Naciones Unidas, conven¨ªa sentar a un grupo de colegas a su mesa. Eligi¨® al brasile?o Michel Temer, al colombiano Juan Manuel Santos, al peruano Pedro Pablo Kuczynski, al paname?o Juan Carlos Varela y al argentino Mauricio Macri, que no acudir¨¢ por no estar en Nueva York. La selecci¨®n de esos mandatarios se debe a que en Washington son vistos como aliados. O como severos cr¨ªticos de la dictadura de Maduro. Se podr¨ªa pensar que ambos criterios son la misma cosa. Pero ser¨ªa un error. El mexicano Enrique Pe?a Nieto, cr¨ªtico de Maduro, no fue invitado.
En varias canciller¨ªas se discuti¨® la conveniencia de asistir a la convocatoria. Nadie quiere favorecer la tesis de que la presi¨®n contra el gobierno venezolano es un servicio a la ambici¨®n imperial de los Estados Unidos. Es la visi¨®n, por ejemplo, del boliviano Evo Morales, para quien ¡°Trump y sus agentes insisten en el intervencionismo golpista¡±.
La cena pretende lo contrario. Trump, como de costumbre, debe volver de un tuit. En este caso, del que emiti¨® para advertir que sus opciones para Venezuela inclu¨ªan una invasi¨®n militar. Santos, Macri y Varela rechazaron esa pretensi¨®n cuando, un mes atr¨¢s, recibieron al vicepresidente Mike Pence en sus pa¨ªses. La reuni¨®n en Nueva York es el t¨¢cito reconocimiento de que la soluci¨®n a la peripecia venezolana tiene que contar con consenso regional y debe ser pac¨ªfica.
El gobierno de Maduro intenta respirar reclamando en voz muy baja una nueva mediaci¨®n con sus opositores. El jueves pasado comenz¨® en Santo Domingo otro intento de di¨¢logo. Se lo sugiri¨® el canciller venezolano, Jorge Arreaza, a su colega de Rep¨²blica Dominicana, Miguel Vargas. Como no tuvo ¨¦xito, Nicol¨¢s Maduro se comunic¨® con el presidente de ese pa¨ªs, Danilo Medina. Pero Medina solo acept¨® la idea despu¨¦s de una consulta informal con la diplomacia de los Estados Unidos. El Departamento de Estado emiti¨® m¨¢s tarde un comunicado saludando, con extrema cautela, una negociaci¨®n.
El expresidente espa?ol Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero tambi¨¦n gestion¨® una nueva ronda de contactos entre el Gobierno y la oposici¨®n. Sobre todo, persuadiendo a Antonio Guterres, el secretario general de la ONU, para que se involucre en el proceso. Guterres propuso constituir un grupo de pa¨ªses para acompa?ar las tratativas. Los opositores postularon a M¨¦xico, Paraguay y Chile. Maduro, a Bolivia y Nicaragua. Debe designar a un tercer pa¨ªs. ?Ser¨¢ Cuba? ?O preferir¨¢ a Francia? El r¨¦gimen venezolano est¨¢ empe?ado en quebrar el frente europeo para evitar sanciones. Hay un problema: Emmanuel Macron calific¨® a la administraci¨®n chavista como ¡°una dictadura que intenta perpetuarse¡±.
El costo de las sanciones est¨¢ en la ra¨ªz del inter¨¦s de Maduro por una nueva mediaci¨®n. La ret¨®rica es conocida: ?para qu¨¦ aumentar la presi¨®n cuando se est¨¢ dialogando? Es posible que tambi¨¦n influyan las encuestas. Cada vez que se abri¨® una mediaci¨®n, el Gobierno mejor¨® su imagen y la Mesa de Unidad Democr¨¢tica (MUD) la empeor¨®. Hoy esta variable es decisiva. El 15 de octubre habr¨¢ elecciones regionales. Los sondeos indican que quienes enfrentan a Maduro triunfar¨¢n en, por lo menos, 18 gobernaciones de las 23 en las que se eligen candidatos.
El escepticismo sobre estas negociaciones es cada d¨ªa m¨¢s agudo. En la MUD desconf¨ªan de Rodr¨ªguez Zapatero porque lo creen demasiado d¨®cil a Maduro. Y, sobre todo, a Jorge Rodr¨ªguez, el alcalde de Caracas. Rodr¨ªguez, hermano de la presidenta de la Asamblea Constituyente, Delcy Rodr¨ªguez, es el responsable de las tratativas por el oficialismo.
El recelo no se debe tanto a la identidad de los interlocutores como a los fracasos de experimentos anteriores. La primera mediaci¨®n se realiz¨® para que hubiera un cronograma electoral. No lo hubo. La segunda, para que se realizara un plebiscito revocatorio. No ocurri¨®. La m¨¢s reciente pretendi¨® que no se convoque a la Constituyente. Se la convoc¨®, y hoy funciona como una especie de poder supremo. En todos los casos la MUD pidi¨® la liberaci¨®n de presos pol¨ªticos. Pero no lo consigui¨®. Por eso ahora esa medida es una condici¨®n previa para el di¨¢logo.
La expresi¨®n m¨¢s dr¨¢stica sobre la falta de vocaci¨®n conciliadora de Maduro se debi¨® al presidente de la Conferencia Episcopal venezolana, Jorge Urosa. Ante el papa Francisco, en Colombia, advirti¨®: ¡°Actualmente esa cultura del di¨¢logo, y ese deseo del papa de que haya un encuentro de personas que busquen juntos una soluci¨®n, no es posible que se d¨¦. Simple y llanamente porque el Gobierno est¨¢ empe?ado en implantar un sistema totalitario, estatista, comunista¡±.
La visi¨®n de Urosa es cada vez m¨¢s compartida en toda la regi¨®n. Maduro ya cruz¨® el Rubic¨®n. Se entiende a s¨ª mismo como el l¨ªder de una revoluci¨®n. Cualquier negociaci¨®n solo debe conducir a ganar tiempo. Sobre todo, a evitar que la gente salga a la calle. El proyecto navega al borde del naufragio. Con el poder segmentado entre facciones, la c¨²pula transformada en una oligarqu¨ªa corrupta, y el pueblo hambreado. Curiosa revoluci¨®n, que comienza por donde otras, parecidas, terminaron.
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