La ¨²ltima mata de coca de Las Colinas
Colombia defiende la estrategia de sustituci¨®n voluntaria de cultivos frente al aumento de la producci¨®n
Las Colinas, una poblaci¨®n rodeada de selva tropical en la cuenca del r¨ªo Guaviare, ha enterrado la coca. Sus habitantes arrancaron hace semanas la ¨²ltima mata tras generaciones dedicados a ese cultivo. Donde en mayo se levantaban cientos de hect¨¢reas ahora hay una pendiente cubierta por un prado exuberante a la espera de ser nuevamente explotada. El Gobierno colombiano involucr¨® a cerca de 500 familias de la zona que accedieron a abandonar la hoja de coca y sustituirla por cacao. Los campesinos han dejado atr¨¢s ¡°la mata que mata¡±, su principal fuente de sustento durante d¨¦cadas, y afrontan un futuro en el que se entremezclan los alicientes de la paz y las inquietudes de una nueva etapa marcada por un modelo econ¨®mico legal, aunque desconocido.
El caso de esta vereda ilustra la estrategia de las autoridades para combatir la producci¨®n de coca, que seg¨²n la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNDOC) creci¨® un 52% en 2016. Es decir, los cultivos pasaron de 96.000 a 146.000 hect¨¢reas, rozando las cifras de 2001. Colombia ha puesto fin a la guerra con las FARC despu¨¦s de m¨¢s de medio siglo, pero a¨²n no ha conseguido frenar esta lacra relacionada con el conflicto armado y se mantiene como el mayor exportador de coca¨ªna en el mundo. El ecosistema generado por las guerrillas, las mafias y el narcotr¨¢fico ha hecho del campo un entorno inestable y vulnerable, por lo que esta transici¨®n de cultivos, centrada en la sustituci¨®n voluntaria o en la erradicaci¨®n forzosa en caso de no alcanzar un acuerdo, resulta decisiva para la estabilidad de las zonas rurales.
La semana pasada, Donald Trump reprendi¨® al Ejecutivo de Juan Manuel Santos por ese incremento y amenaz¨®, en un memorando dirigido a su secretario de Estado, con descalificar a Colombia en materia de lucha antidrogas. El pa¨ªs andino est¨¢ decidido, en cambio, a perseverar en su programa, que se inici¨® en mayo. Desde entonces, se ha erradicado m¨¢s del 60% de las 50.000 hect¨¢reas prevista para este a?o. Las autoridades aseguran que m¨¢s de 115.000 familias en 13 departamentos est¨¢n dispuestas a acogerse a los planes de sustituci¨®n de alrededor de 90.000 hect¨¢reas de coca. Por el momento, han empezado a hacerlo 21.902 n¨²cleos familiares.
Para llegar a Las Colinas desde Bogot¨¢ hay que volar a San Jos¨¦ del Guaviare, capital del departamento, y de all¨ª sobrevolar en helic¨®ptero un territorio donde siguen operando grupos de la disidencia de las FARC. Junto a la vereda se encuentra una de las 26 zonas de transici¨®n de la antigua guerrilla a la vida civil, cuyos miembros participar¨¢n en los futuros proyectos de la comunidad. El pasado mi¨¦rcoles los l¨ªderes cocaleros se reunieron con el alto consejero para el Posconflicto, Rafael Pardo, y otros representantes del Gobierno. Les pidieron que no les abandonen, que cumplan sus promesas ¨Ccada familia recibir¨¢ durante un a?o un mill¨®n de pesos al mes, casi 350 d¨®lares- y mejoras en las infraestructuras, pr¨¢cticamente ausentes.
¡°Hasta donde estamos en este momento, estamos bien¡±, dice a EL PA?S Gallardo Alonso Le¨®n, de 47 a?os. ¡°Vamos a ver c¨®mo sigue adelante el proceso¡±. Este campesino con cuatro hijos vend¨ªa una arroba de hoja coca -unos 12,5 kilos- por 20.000 pesos -6,9 d¨®lares-. ¡°Con 50, un milloncito que ten¨ªa ah¨ª cada 45 d¨ªas¡±, contin¨²a. Humberto Jim¨¦nez, de 52 a?os, afirma que ¡°el problema es que toca hacer un an¨¢lisis de la tierra, porque hay partes [de la tierra] que no pueden dar cacao¡±.
En esta zona, el Estado quiere plantar principalmente cacao, instalar viveros, y combinarlo con otros cultivos como el pl¨¢tano, la yuca y tub¨¦rculos. ¡°El programa de sustituci¨®n empez¨® hace tres meses y va funcionando muy bien en la fase de quitar los cultivos. Estamos empezando la fase de establecer alternativas productivas. Para eso est¨¢ en proceso la contrataci¨®n de asistentes t¨¦cnicos que puedan asesorar a los campesinos¡±, explica Rafael Pardo.
Uno de ellos, John Freddy G¨®mez, ha puesto en marcha un proyecto de producci¨®n de harina de yuca. ¡°Vamos a hacer una planta de procesamiento de almid¨®n de yuca para venderlo a Estados Unidos. El contrato en este momento est¨¢ a mi nombre y de una compa?¨ªa que se llama Agromarbella. Tan pronto acabemos de instalar el proyecto y lo pongamos en funcionamiento el contrato ir¨¢ directamente a la asociaci¨®n de campesinos y a los socios que queden dentro de la planta. La planta se va a llamar Almidones del Guaviare. Es uno de los procesos que est¨¢ buscando que el campesinado se integre¡±, asegura.
Pardo se muestra consciente de las dificultades, pero resalta que ¡°un programa como este en Colombia no ha tenido nunca esta oportunidad¡±. Es decir, ¡°que est¨¦n las FARC en el proceso de convencer a la gente, que se haga en los n¨²cleos donde m¨¢s coca producen¡±. ¡°Esta¡±, prosigue, ¡°es una oportunidad ¨²nica que requiere mucho trabajo. Es mucho m¨¢s f¨¢cil cargar un avi¨®n de glifosato [para fumigar] en lugar de ir una por una en todas estas regiones¡±. Mantiene que este plan busca apoyar a los cocaleros y, al mismo tiempo, castigar a las mafias: ¡°Al campesino se le ayuda a tener una alternativa, pero a los clientes de la cadena, que son los que compran la base de coca y la procesan, ah¨ª no hay alternativa¡±.
Mientras los l¨ªderes sociales hablan con las autoridades en la peque?a plaza de la vereda, cuyas calles est¨¢n sin asfaltar, enfrente varios campesinos juegan al billar y toman cerveza Poker en un bar improvisado bajo un cobertizo. Algunos lamentan que no haya trabajo. Otros, la ausencia de carreteras y de comercios. E insisten en que, tras cumplirle al Gobierno, esperan algo a cambio.
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