El Estado Isl¨¢mico anida en el sur de Filipinas
El Ej¨¦rcito del pa¨ªs busca aniquilar las celulas islamistas en Mindanao, un territorio empobrecido y f¨¦rtil para el proselitismo yihadista
En la carretera en direcci¨®n a Marawi, la ciudad de mayor¨ªa musulmana de la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas, un lugar con costumbres ancestrales y clanes familiares organizados como en la Edad Media, hay colgado un cartel al estilo del T¨ªo Sam: ¡°En Marawi hay terroristas. ?Al¨ªstate en el Ej¨¦rcito!¡±.
Esta ciudad, de 200.000 habitantes, fue tomada el 23 de mayo por grupos armados que declararon lealtad al Estado Isl¨¢mico. Los yihadistas saquearon las casas en busca de dinero y armas ¡ªla gente de por aqu¨ª no tiene mucha fe ni en los bancos ni en la polic¨ªa¡ª. A continuaci¨®n, decapitaron a la vista de todos a los que se resistieron y, como cierre, invitaron al resto a unirse a la lucha para instaurar el califato en la regi¨®n m¨¢s pobre de Filipinas. El emir que habr¨ªa de guiarlos en la conquista del sudeste asi¨¢tico era Isnilon Hapilon, un ingeniero de bigote fino convertido en uno de los terroristas m¨¢s buscados del mundo.
Desde el comienzo, el Ej¨¦rcito filipino ha combatido a los yihadistas palmo a palmo y los ha ido arrinconando a un lado del Agus, un r¨ªo que parte la ciudad en dos. Tras cuatro meses de intenso combate, el ISIS tan solo mantienen una peque?a parte del centro financiero de Marawi, donde sol¨ªan levantarse bancos y negocios de los comerciantes m¨¢s pr¨®speros de la ciudad, tambi¨¦n reconocidos en Manila, la capital, como buenos mercaderes. De todo eso casi nada queda ya en pie. Gran parte de la metr¨®poli ha quedado reducida a un mont¨®n de escombros.
En la contienda han muerto 152 soldados filipinos y m¨¢s de 600 insurrectos, seg¨²n cifras oficiales. Medio centenar de civiles han sido ejecutados en juicios sumarios de Abu Sayyaf y los hermanos Maute, las dos guerrillas islamistas que se aglutinaron bajo el paraguas del ISIS para levantarse en armas. ¡°El final de la batalla est¨¢ cerca. Tenemos todos los puentes y las mezquitas cercanas bajo control. Ahora quedan entre 40 y 50 terroristas en dos barrios (barangays) de la ciudad, cuando al comienzo llegaron a controlar 96. Tienen en su poder a 30 civiles secuestrados, lo que nos hace ir m¨¢s despacio para erradicarlos¡±, cuenta Restituto Padilla, comandante general del Ej¨¦rcito filipino.
La presencia militar en todo Mindanao es abrumadora. El presidente, Rodrigo Duterte, decret¨® la ley marcial desde el comienzo del enfrentamiento, lo que se materializa sobre el terreno en que cada pocos kil¨®metros haya instalado un control de carretera. Antes de las 19.00 hay que estar en casa si no quieres que te disparen por sospechoso en alg¨²n lugar oscuro de la escandalosa Iligan City y para entrar en cualquier ciudad es necesaria la documentaci¨®n. El riesgo de atentados y secuestros es alto en una isla donde un conflicto se sobrepone a otro.
En su interior se ha librado desde los a?os sesenta una guerra casi ignorada por el resto del mundo entre el Ej¨¦rcito filipino, una guerrilla comunista y el Frente Moro de Liberaci¨®n Nacional (MNLF), de cuya escisi¨®n surgieron otros grupos que tambi¨¦n combaten el poder central de Manila para crear un Estado independiente al margen de Filipinas. Los m¨²ltiples enfrentamientos suman m¨¢s de 100.000 muertos y 2,2 millones de desplazados. Tras los acuerdos de paz y las negociaciones con algunas de las facciones, al margen de los se?ores de la droga que dominan poblaciones completas, la presencia del ISIS y la propagaci¨®n de su ideolog¨ªa es la mayor preocupaci¨®n de un lugar golpeado por la violencia y la miseria ¡ªel 39% de la poblaci¨®n vive bajo el umbral de la pobreza¡ª.
El descontento cunde entre los j¨®venes de la isla. Lo sabe Zacar¨ªa Guaiman, un trabajador social del municipio de Mamasapano, en la provincia de Maguindanao. Dice haber visto c¨®mo los yihadistas bajaban de ¨¢reas remotas y selv¨¢ticas para reclutar en secreto a chavales que de un d¨ªa para otro se ve¨ªan con un arma en la mano y una causa por la que morir. Camino del para¨ªso aunque con un sueldo: ¡°Les dan 20.000 pesos (330 euros) y una tarjeta de cr¨¦dito, algo que no han tenido nunca¡±. Recuerda la historia de un adolescente que fue reclutado en una madraza y un buen d¨ªa desapareci¨®. No ten¨ªa entrenamiento militar y nunca hab¨ªa empu?ado un arma. Tampoco hab¨ªa estado con una chica. A los pocos d¨ªas comenz¨® la toma de Marawi. ?Qu¨¦ habr¨¢ sido de ¨¦l? Prefiere no imagin¨¢rselo.
Los que se negaron a abandonar sus casas y permanecieron en Marawi a pesar de la irrupci¨®n del ISIS confiaban en que el conflicto se solucionara en tres d¨ªas. Es el tiempo que dura un rido, una disputa entre clanes y familias. El primer d¨ªa es el de la ofensa, en forma de asesinato, robo o cualquier otra afrenta grave. El segundo es el de la venganza de la parte ofendida. Al tercero, se llega a un acuerdo entre las partes en disputa. En ocasiones se zanja el asunto con una boda entre las partes que conlleva la paz.
Pero esta vez no ocurri¨® as¨ª. Al amanecer del cuarto d¨ªa, cuando el t¨¦cnico de refrigeradores Ahmad Abdulla se asom¨® a la puerta de su casa, los hombres de negro segu¨ªan all¨ª. Abdulla decidi¨® entonces huir con su esposa y siete hijos. ¡°Mi barrio estaba en llamas cuando me fui. ?Mi casa? No tengo ni idea si sigue en pie. Solo ten¨ªa claro que no quer¨ªa morir¡±, cuenta este hombre de 34 a?os en un campo de refugiados en los alrededores de Marawi que financia ECHO, la agencia de cooperaci¨®n de la Comisi¨®n Europea. La instituci¨®n ha gastado cerca de 30 millones de euros en esta crisis con la idea de ayudar a los m¨¢s de 300.000 desplazados que ha generado un combate que comenz¨® de la noche a la ma?ana. Nadie esperaba un estallido semejante.
Los expertos en seguridad temen que la irrupci¨®n yihadista en Marawi no sea solo un foco aislado y en realidad marque el comienzo de la propagaci¨®n de las tesis m¨¢s extremistas en la regi¨®n, al modo de Oriente Pr¨®ximo. Entre los pertrechados en la ciudad hay guerrilleros de Malasia e Indonesia, los pa¨ªses m¨¢s cercanos. El Ej¨¦rcito filipino podr¨¢ derribar todos los edificios Marawi, fumigar al ¨²ltimo combatiente enemigo, pero no podr¨¢ estar seguro de que el Estado Isl¨¢mico no haya anidado en la isla.
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