Los filipinos empiezan a decir basta a la guerra antidroga de Duterte
"No puedes matar a una persona que est¨¢ arrodillada rogando por su vida", ha dicho el presidente en un discurso en el que ha pedido contenci¨®n a las fuerzas de seguridad
El amplio apoyo de la poblaci¨®n filipina a la cruzada de Rodrigo Duterte contra las drogas ha sufrido un fuerte rev¨¦s en los ¨²ltimos d¨ªas. La muerte hace justo una semana del joven de Kian Delos Santos, de 17 a?os, ha generado una intensa ola de protestas incluso entre algunos partidarios del presidente contra la arbitrariedad e impunidad con la que act¨²an las fuerzas de seguridad en el pa¨ªs. No se trata del primer menor de edad fallecido por la brutal guerra emprendida por la administraci¨®n filipina contra el narcotr¨¢fico, pero s¨ª de los pocos casos en que las habituales contradicciones entre la versi¨®n de las familias y la Polic¨ªa cuentan con pruebas determinantes que apuntan a un abuso de poder por parte de los agentes.
Kian Delos Santos fue uno de los m¨¢s de 90 fallecidos durante las tres noches de amplias redadas?que hizo la polic¨ªa en Manila y su ¨¢rea metropolitana a mediados de agosto. Esta operaci¨®n se ha convertido en la m¨¢s sangrienta desde que Duterte lleg¨® al poder en mayo de 2016 con la promesa de acabar con el narcotr¨¢fico matando a los que distribuyen estupefacientes. La campa?a ha dejado casi 13.000 muertos, la gran mayor¨ªa de ellos adictos o dedicados al tr¨¢fico de drogas a peque?a escala.
El cad¨¢ver de Delos Santos fue encontrado en un callej¨®n, con una pistola en una mano y una bolsa con droga encima. Los agentes aseguraron que lo mataron porque ofreci¨® resistencia y hubo un tiroteo. Como en muchas otras ocasiones, su familia defendi¨® que el chaval no ten¨ªa relaci¨®n alguna con el narcotr¨¢fico y esa arma ni siquiera era suya. Los forenses determinaron tras la autopsia que el adolescente muri¨® por tres disparos en la cabeza realizados a muy poca distancia y mientras yac¨ªa en el suelo, lo que contradice la versi¨®n policial. Im¨¢genes de una c¨¢mara de seguridad cercana publicadas por los medios de comunicaci¨®n muestran a varios agentes vestidos de paisano arrastrando al joven hasta el lugar donde se hall¨® el cuerpo poco despu¨¦s.
El caso ha generado una fuerte ola de protestas contra el Gobierno. A la habitual indignaci¨®n de los grupos de la oposici¨®n se le sum¨® esta vez el clamor de las redes sociales, las quejas de miembros del propio partido del presidente y de la Iglesia Cat¨®lica, que han pedido el fin de la campa?a antidroga. Duterte se ha visto forzado a dar explicaciones, a anunciar una investigaci¨®n oficial para esclarecer la muerte del adolescente y a admitir, por primera vez, la posibilidad de que se hayan cometido abusos bajo el paraguas de su llamada guerra contra las drogas.
"No puedes matar a una persona que est¨¢ arrodillada rogando por su vida, esto es asesinato", dijo el presidente filipino este mi¨¦rcoles en un discurso, informa Reuters. El mandatario aprovech¨® para rebajar sensiblemente el tono y pedir contenci¨®n a las fuerzas de seguridad en sus operaciones: "Cuando digo que hay que coger a esta gente, quiero decir que los arresten y si entonces oponen resistencia de forma violenta, (la polic¨ªa) tiene que defenderse". Los tres agentes involucrados en el caso del joven han sido suspendidos y Duterte ha prometido que, si son declarados culpables de asesinato, "se pudrir¨¢n en la c¨¢rcel". El Senado del pa¨ªs asi¨¢tico inicia este jueves una investigaci¨®n sobre los posibles abusos cometidos por las fuerzas de seguridad a ra¨ªz del caso de Delos Santos.
Durante su campa?a electoral y en los meses que ha estado al mando del pa¨ªs, el presidente filipino hab¨ªa defendido a ultranza la labor de la polic¨ªa e incluso lleg¨® a perdonar a agentes condenados por haber abusado de su poder. Las t¨¢cticas poco ortodoxas de Duterte, seg¨²n las organizaciones de derechos humanos en el terreno, garantizan la total impunidad de los agentes. La gran mayor¨ªa de las muertes ni siquiera ha sido a manos de la polic¨ªa uniformada, sino de mercenarios que trabajan para las fuerzas de seguridad, denuncian los cr¨ªticos.
A pesar de reconocer que episodios como este "est¨¢n destruyendo la credibilidad del Gobierno", Duterte ha asegurado que no se plantea abandonar su ofensiva. "No pienso cambiar mi pol¨ªtica, habr¨¢ guerra contra las drogas porque tengo que proteger a la gente".
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