Buenas y malas razones para ser presidente
El problema de Margarita Zavala es que sigue perteneciendo al calderonismo
Yo no tendr¨ªa objeci¨®n a la candidatura de Margarita Zavala a la presidencia de M¨¦xico si al menos ella supiera para qu¨¦ quiere regresar a Los Pinos. En m¨¢s de una ocasi¨®n ha dicho que ella no es su marido, Felipe Calder¨®n, quien gobern¨® al pa¨ªs de 2006 a 2012. Pero tampoco queda claro cu¨¢l es la diferencia entre ambos tras casi 30 a?os de operar como una mancuerna pol¨ªtica.
El problema de Zavala es que sigue perteneciendo al calderonismo, un grupo pol¨ªtico que, para decirlo r¨¢pido, result¨® un fracaso al llegar al poder. Hace unos d¨ªas, ella concedi¨® una entrevista a este diario en la cual aseguraba que hab¨ªa que dejar atr¨¢s al PRI de una vez por todas. Curiosa y desmemoriada expresi¨®n de su parte, considerando que fue el Gobierno de su marido el que entreg¨® el poder al PRI, tras una deslucida e impotente gesti¨®n.
No se trata de anular pol¨ªticamente a una persona simplemente por ser consorte de alguien. Se trata de que Margarita forma parte de un grupo pol¨ªtico que ya estuvo en control de la nave y tiene muy poco que presumir. Ser¨ªa muy distinto que ella estuviese haciendo campa?a a partir de un claro deslinde de todo aquello que no funcion¨® en el equipo que ahora la apoya. Ni siquiera es que estemos a la vista de un desgajamiento del grupo: son los senadores calderonistas, los exsecretarios de Estado de su marido, quienes la apoyan. O la senadora Mar¨ªa Luisa Cocoa Calder¨®n, quien renunci¨® al PAN, tras 41 a?os de militancia, en solidaridad con su cu?ada.
En efecto, no se puede valorar pol¨ªticamente a una mujer (o a un hombre) por los actos de su consorte, salvo que, como en este caso, se trate de una mujer cuyo poder deriva del apoyo que le ofrece el grupo en el que su marido funge como jefe pol¨ªtico. Y en esto no hay misoginia. Exactamente lo mismo podr¨ªa decirse de un hermano o un hijo apadrinado por la fuerza pol¨ªtica del pariente.
Como primera dama, Margarita Zavala construy¨® una imagen positiva gracias a su presencia discreta y sobria, luego de los protagonismos y excesos de su predecesora, Martha Sahag¨²n. Felipe Calder¨®n mismo fue un presidente relativamente austero y debe agradec¨¦rsele que, a diferencia de muchos de sus antecesores, no consider¨® el patrimonio p¨²blico un bot¨ªn personal y de sus amigos.
Las deficiencias de la administraci¨®n calderonista est¨¢n en otro lado. Gan¨® la presidencia mediante la elecci¨®n m¨¢s pol¨¦mica en la historia de M¨¦xico (una diferencia de medio punto porcentual) y entre acusaciones de fraude electoral. En tales condiciones, juzg¨® que su prioridad era fortalecer su liderazgo y a eso dedic¨® el resto del sexenio. Alguna vez le pregunt¨¦ por qu¨¦ no hab¨ªa profundizado las reformas democr¨¢ticas para hacer irreversible el fortalecimiento institucional, y respondi¨® que primero ten¨ªa que afianzarse en la silla presidencial. Para conseguirlo termin¨® siendo un remedo de los priistas, pero sin el oficio ni el equipo para conseguirlo. Su gabinete, dominado por j¨®venes leales e inexpertos, fue una clara muestra de sus desconfianzas y su cerraz¨®n. La guerra contra el narcotr¨¢fico para legitimarse, el debilitamiento de las instituciones democr¨¢ticas en su af¨¢n de ampliar el margen de maniobra presidencial, el encumbramiento de la partidocracia que ¨¦l favoreci¨® al sentirse due?o del PAN, magros resultados econ¨®micos y poca eficiencia administrativa provocaron el fin de la alternancia y el regreso del PRI.
Nada de eso aborda Margarita Zavala. No compite para volver a ser primera dama, ahora quiere ser cabeza de la rep¨²blica. Pero lo hace con las mismas herramientas y la misma plataforma con la que gobern¨® el jefe pol¨ªtico de la fracci¨®n que arropa su candidatura. La verdadera defensa de Margarita Zavala a esta acusaci¨®n no es contraatacar argumentando discriminaci¨®n de g¨¦nero, como lo ha hecho hasta ahora, sino explicando qu¨¦ es lo que har¨ªa diferente del Gobierno del que form¨® parte y fracas¨® hace apenas seis a?os. Sin ese deslinde, parecer¨ªa que quiere ser presidenta simplemente para volver a vivir en Los Pinos.
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