El ¨²ltimo desahogo de la escritora que viaj¨® a B¨¦lgica para morir
La francesa Anne Bert se convierte en fen¨®meno editorial con un libro publicado dos d¨ªas despu¨¦s de someterse a una eutanasia
La semana pasada la escritora francesa Anne Bert cruz¨® la frontera de su pa¨ªs con B¨¦lgica, traspas¨® el umbral de un hospital y dio el consentimiento final al m¨¦dico que llevaba meses supervisando su petici¨®n de eutanasia. Era el fin de una larga batalla: el intento fallido de la autora por convencer a las autoridades galas de la necesidad de acabar con el sufrimiento de enfermos incurables legalizando la ayuda m¨¦dica a morir, prohibida en Francia pero permitida desde 2002 en la vecina B¨¦lgica. Dos d¨ªas despu¨¦s de su muerte en una cama belga lleg¨® a las librer¨ªas su legado p¨®stumo, Le tout dernier ¨¦t¨¦ ¡ªEl ¨²ltimo verano, solo disponible en franc¨¦s¡ª. "Me gusta levantarme antes de que amanezca, como si as¨ª pudiera adelantar la llegada del d¨ªa. Esta ma?ana me he despertado pronto. La noche ha sido corta. Hace dos a?os que el ELA me roba mis sue?os y trocea mis noches vac¨ªas, ya nunca tranquilas ni profundas", empieza la narraci¨®n.
Su nueva obra es un recorrido emocional en el que transita por el angustioso momento en que el m¨¦dico le informa de que padece esclerosis lateral amiotr¨®fica, all¨¢ por 2015, y el lector la acompa?a por un ¨²ltimo verano, el de 2017, en el que ya ha tomado la decisi¨®n de poner fin a su vida con ayuda m¨¦dica. En medio, la frustraci¨®n ante el progresivo deterioro de su cuerpo, momentos de disfrute con su hija en la playa con el eterno nubarr¨®n de la enfermedad sobrevolando cada instante, y una enorme impotencia e incomprensi¨®n frente al sistema sanitario franc¨¦s, que solo permite la sedaci¨®n profunda hasta la muerte pero no acepta la eutanasia. "?Dormir a un enfermo para dejarlo morir de hambre y sed es de verdad m¨¢s respetuoso con la vida que ponerle fin administrando un producto letal?¡±, lanz¨® en una carta abierta a los candidatos presidenciales en uno de sus ¨²ltimos alegatos antes de rendirse a la evidencia de que morir¨ªa en tierra extranjera.
Como la mayor¨ªa de escritores, Anne Bert, de 59 a?os, era poco conocida fuera de las fronteras de su pa¨ªs, y su obra no ha sido traducida. Novelista de "lo ¨ªntimo", etiqueta que prefer¨ªa a la habitual denominaci¨®n de autora er¨®tica con la que se le denominaba, sus palabras no circularon mucho m¨¢s all¨¢ de las estanter¨ªas del hex¨¢gono. Tampoco lo hacen de momento, pero con la noticia todav¨ªa caliente de su fallecimiento en un hospital belga, a cientos de kil¨®metros del lugar donde habr¨ªa deseado morir, su libro ha irrumpido en las listas de m¨¢s vendidos en Francia con una primera edici¨®n de 40.000 ejemplares y una reimpresi¨®n de otros 30.000.
Bert no quer¨ªa escapar fuera para morir. Le horrorizaba la idea de estar en un lugar extra?o en un momento de tanta vulnerabilidad emocional. Quer¨ªa despedirse en su pa¨ªs. "Es escandaloso que en Francia tengamos que ir al extranjero a morir con dignidad, como en la ¨¦poca en que las mujeres ten¨ªan que huir para abortar", comparaba. Batall¨® contra esa obligaci¨®n de poner kil¨®metros de por medio para disponer de un m¨¦dico que cumpliera su voluntad. En su ¨²ltimo verano mantuvo una larga e infructuosa conversaci¨®n con la ministra francesa de Salud, Agn¨¨s Buzyn, anta?o partidaria de la eutanasia pero en los ¨²ltimos tiempos alineada con la posici¨®n del presidente Macron, que no considera la legalizaci¨®n de la eutanasia como una prioridad.
La ¨²ltima entrada de su blog, diez d¨ªas antes de su adi¨®s, la dedic¨® a responder a un m¨¦dico que la acusaba de hacer turismo de eutanasia. "Le confirmo que s¨ª. Que frente a una enfermedad incurable y a la muerte que se aproxima, he buscado ¡ªy encontrado¡ª m¨¦dicos profundamente humanistas que no me dejan de lado", contest¨®.
El anestesista belga Fran?ois Damas es uno de los que entrar¨ªa en el perfil descrito por Bert. Durante toda su carrera ha ayudado a morir a 150 pacientes, entre ellos ocho franceses, un alem¨¢n y otro italiano. El m¨¦dico explica a EL PA?S que el n¨²mero de enfermos llegados de fuera de B¨¦lgica para morir es todav¨ªa testimonial. "Podemos calcular que son unos 20 cada a?o, la mayor¨ªa procedentes de Francia". Ello supone solo un 1% de las algo m¨¢s de 2.000 eutanasias anuales practicadas en B¨¦lgica. La dificultad de viajar a otro pa¨ªs para obtener el visto bueno de dos m¨¦dicos a la eutanasia es una barrera, aunque como explica Damas, una vez ha habido un primer contacto personal, la comunicaci¨®n puede mantenerse por tel¨¦fono, sms o correo electr¨®nico.
Este s¨¢bado, la familia de la escritora ha cumplido con su voluntad de esparcir sus cenizas en el mar. Lo han hecho en el oc¨¦ano Atl¨¢ntico, cerca del municipio de Saintes donde viv¨ªa. Embarcada en el proceso de despedirse del mundo, consciente de su pr¨®xima partida, en su libro deja testimonio de la complejidad de las sensaciones que asaltan al que se sabe m¨¢s fuera que dentro. M¨¢s muerto que vivo. "A diferencia de las primeras veces, las ¨²ltimas no me transmiten m¨¢s que una sensaci¨®n dulce y c¨¢lida, casi triste. Me gusta abrir mucho los ojos, respirar todo el aire que quepa en mis pulmones, concentrarme en el momento, absorber la belleza del mundo y de las cosas. Sin duda mis ¨²ltimas veces tienen el aroma de la incredulidad. No tengo m¨¢s que preguntas sin respuesta".
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