Tr¨ªpoli, el limbo de Al¨ª, Nouri y Jada
En Bou Slim, como en tantos otros centros de internamiento libios, los inmigrantes del ?frica occidental y subsahariana esperan meses a ser repatriados
¡°Ayudadnos, ayudadnos a vivir mejor en nuestra casa¡±. Es la exhortaci¨®n de Al¨ª, un joven nigeriano de 24 a?os recluido en un campo de internamiento para inmigrantes de Libia. Al¨ª, que fue interceptado y detenido cuando intentaba embarcar clandestinamente hacia Italia, despu¨¦s de atravesar desiertos y monta?as huyendo de la miseria de su pa¨ªs, es uno de los rostros de la plaga de nuestro tiempo: el tr¨¢fico de seres humanos. Un entramado de vidas e historias cuyo ep¨ªlogo est¨¢ escrito con una frecuencia y violencia inauditas en las im¨¢genes de los naufragios de las pateras engullidas por las olas del Mediterr¨¢neo.
Mientras espera a ser repatriado, Al¨ª est¨¢ internado en Bou Slim un centro de inmigrantes en el barrio del mismo nombre a las afueras de Tr¨ªpoli, uno de los pocos en los que se admiten a periodistas, y que alberga hasta 150 inmigrantes. Son hombres en su mayor¨ªa, pero tambi¨¦n hay mujeres y una decena de ni?os que viven con sus madres, los que han tenido la suerte de estar junto a ellas en los viajes de la esperanza. Proceden en su inmensa mayor¨ªa del ?frica occidental y subsahariana, el ¡°dep¨®sito¡± de los inmigrantes. De Mal¨ª, N¨ªger, Nigeria, Costa de Marfil, Burkina Faso, Gambia, Guinea, Senegal, pero tambi¨¦n de Sud¨¢n y Chad y, en menor n¨²mero, huidos del Cuerno de ?frica. Al llegar se les distribuye por nacionalidades, se separa a hombres, mujeres y ni?os, se les somete luego a controles m¨¦dicos y, en caso de llegar en condiciones precarias, se les cuida y alimenta. Luego, se empieza a cooperar con organizaciones como la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM) para su repatriaci¨®n. El tiempo de permanencia es de dos a tres meses, pero la falta de representaci¨®n diplom¨¢tica de los pa¨ªses de procedencia en territorio libio hace que la repatriaci¨®n sea mucho m¨¢s compleja: hay demasiados riesgos.
Las condiciones del centro no son muy malas. Hay un ambulatorio, una cocina y dormitorios, hangares con colchones y mantas extendidos por el suelo. A un lado hay espacios reservados para la oraci¨®n; la mayor¨ªa son musulmanes, pero tambi¨¦n hay algunos cristianos o animistas. El haber podido acceder al centro, gracias a la ayuda de Agenfor International, una ONG que colabora en la seguridad, nos lleva a pensar que quiz¨¢ se trata de uno de los mejores centros de Libia. En otros, las cosas son muy distintas.
En el patio tenemos la oportunidad de hablar con Al¨ª, el joven nigeriano de 24 a?os que, junto a su hermano Moktar, dej¨® su pa¨ªs con destino a Agadez, en N¨ªger, el centro de la inmigraci¨®n clandestina. Y luego hacia Tr¨ªpoli, cruzando monta?as y desiertos por 1.000 dinares, unos 300 euros al cambio oficial. Se necesitan otros 1.000 para embarcar hacia Italia desde Garabouli, al este de la capital, despu¨¦s de hacer un alto en Misrata. Antes incluso de subir a la lancha, Al¨ª y sus compa?eros de desventuras fueron detenidos por las milicias locales y conducidos a Bou Slim. ?Lo volver¨ªas a intentar? ¡°No, desde luego que no. Es m¨¢s, quiero pedir a Italia y a todos los que quieran echarnos una mano, que nos ayuden, s¨ª, pero que nos ayuden a vivir una vida mejor en nuestro pa¨ªs, con nuestros seres queridos y nuestra gente¡±.
Los que consiguen cruzar la verja de Bou Slim como hombres libres (o casi), se tienen que enfrentar a otros desaf¨ªos para sobrevivir a la espera de una vida mejor. Nouri naci¨® en Mal¨ª y tiene 28 a?os; lleva dos en Libia y trabaja como encargado de la limpieza en una tienda de Tr¨ªpoli. Fue secuestrado por una banda especializada en extorsiones a inmigrantes africanos y sus amigos pagaron 1.300 dinares por su liberaci¨®n, el sueldo de tres meses.
Jada es una mujer nigeriana que hace unos meses salv¨® a una compatriota suya reducida a esclava sexual por los traficantes de seres humanos. La asisti¨® hasta que fue repatriada. Como ella ¨Ccuenta¨C hay decenas, a las que abandonan moribundas en la calle. Marlene y su marido huyeron de Ruanda el a?o pasado: despu¨¦s de la en¨¦sima irrupci¨®n de las milicias en su casa de Tr¨ªpoli, decidieron cruzar el mar junto a sus dos hijas. Quer¨ªan pedir asilo en Italia, pero ya no pueden contar su historia, porque el Mediterr¨¢neo los engull¨®. Son historias de tragedias ordinarias, como las de cientos de miles de personas desesperadas que desaf¨ªan al desierto, las monta?as y los mares. N¨²meros ante los que Italia ha tomado medidas por medio de acuerdos con Libia, sobre cuya aplicaci¨®n todav¨ªa pesan variables e inc¨®gnitas, a ra¨ªz del compromiso de Europa.
* Traducci¨®n de News Clips.
El ministro italiano y el general libio
El a?o 2017 ser¨¢ recordado, entre luces y sombras, como el momento en que se dio un giro decisivo en la lucha contra el tr¨¢fico de seres humanos en el Mediterr¨¢neo, gracias al activismo de Italia en sus relaciones con Libia. La firma del acuerdo del 29 de marzo de 2017 sobre los inmigrantes es el resultado de una estrategia puesta en marcha por Roma, y en concreto por el ministro Marco Minniti, para implicar a los alcaldes del sur de Libia, porque el tr¨¢fico de seres humanos generado por el "dep¨®sito" de ?frica occidental, ?frica negra y Cuerno de ?frica afecta en primer lugar a las fronteras meridionales del pa¨ªs magreb¨ª, mucho antes que a su orilla mediterr¨¢nea.
Los cruces de consultas entre el Minniti y los alcaldes libios han identificado siete puntos para pacificar a las distintas facciones, etnias y tribus que pueblan esta regi¨®n, de los Tebu a los Beni Suleiman. El proyecto ha sido en¨¦rgicamente apoyado por el presidente del Consejo presidencial libio, Ahmed Maetig, y acogido con satisfacci¨®n en el sur de Libia, seg¨²n explica el alcalde de Sebha, Hamed Al-Khayali: ¡°El proyecto que estamos sacando adelante junto a Italia concierne al desarrollo y el crecimiento del sur de Libia en el marco de la lucha contra la inmigraci¨®n clandestina¡±. Para ello el proyecto busca garantizar la seguridad de las fronteras con medios tecnol¨®gicos, desarrollar las universidades locales, mejorar la ocupaci¨®n y las condiciones de los j¨®venes, asistir a los ayuntamientos en temas de infraestructuras y energ¨ªa el¨¦ctrica y adem¨¢s y apoyar a la guardia de fronteras y a los grupos dedicados a la seguridad con el fin de mantener el orden p¨²blico. Por ¨²ltimo, se est¨¢ pensando formar unidades militares seleccionadas y entrenadas para crear un ej¨¦rcito ligado al gobierno leg¨ªtimo de Libia, pero especializado en operaciones al sur del pa¨ªs.
El ¨²ltimo punto concierne a la lucha en la orilla sur del Mediterr¨¢neo contra los traficantes de personas, para la cual el propio primer ministro libio?Fayez Serraj solicit¨® ayuda a Italia en julio. Una ayuda con la que se quiere evitar un "salvaje oeste" mar¨ªtimo en el que se viven enfrentamientos en alta mar y abusos por parte de las autoridades mar¨ªtimas y de las ONGs. El objetivo primordial es salvaguardar la vida de los inmigrantes, pero la aplicaci¨®n de los acuerdos podr¨ªa complicarse debido a la relaci¨®n con el general Jalifa Hafter, el militar que controla el este, centro y parte del sur del pa¨ªs (la regi¨®n Cirenaica), en contraposici¨®n al noroeste de Libia (la regi¨®n Tripolitana) que es fiel al primer ministro Serraj.
El Gobierno italiano quiso invitar en septiembre al general Hafter a Italia tras la visita de Minniti a Cirenaica, para mantener abierto un canal de di¨¢logo con la voz m¨¢s hostil de Libia. Sin embargo, dicha invitaci¨®n ha suscitado reacciones adversas. Por ejemplo en Sabrata, la ciudad de la costa tripolitana (baluarte del primer ministro) considerada el punto neur¨¢lgico del tr¨¢fico de inmigrantes hacia Italia. All¨ª el flujo de inmigrantes se hab¨ªa interrumpido. En parte, debido al apoyo de Italia a la guardia costera libia y en parte, a los acuerdos secretos entre los italianos y quienes controlan ese tramo de costa (y por consiguiente, el tr¨¢fico que tiene lugar en ella). Sin embargo, la invitaci¨®n por parte de Italia a Hafter el pasado 26 de septiembre no sent¨® bien en el consejo militar de Sabrata y las familias locales han vuelto a ¡°abrir el grifo¡±.
Los problemas podr¨ªan no acabar aqu¨ª, dado que Hafter, el hombre fuerte de la Cirenaica, no se mostr¨® nada conciliador durante los encuentros en Roma, seg¨²n refieren fuentes cercanas al caso. El general dijo claramente que el 17 de diciembre, cuando venzan los acuerdos de Sjirat (firmados en 2015, que establecen el marco institucional de la Libia actual con un gobierno de unidad dirigido por Fayez Serraj y apoyado por la ONU) ser¨¢ un momento de ruptura. "Ese d¨ªa el pueblo libio se sublevar¨¢" ante el completo fracaso del proyecto emprendido por la comunidad internacional, afirm¨® el general. "Seguid con los encuentros, las hojas de ruta, las enmiendas a los acuerdos vigentes... Ese d¨ªa se producir¨¢ una sublevaci¨®n, intervendr¨¢ el Ej¨¦rcito nacional libio, al que el pueblo pedir¨¢ ayuda, y yo, a la cabeza de los militares, tomar¨¦ el control de Libia", amenaz¨®. "A partir de ese momento os ver¨¦is obligados a hablar solo conmigo".
Este art¨ªculo forma parte de una serie realizada por Politiken, Der Spiegel, Le Monde, La Stampa, The Guardian y EL PA?S. Un viaje que pasa por Espa?a, Marruecos, Libia, Gambia, Argelia y Grecia. LEER TODOS LOS REPORTAJES >>