Corrupci¨®n en Latinoam¨¦rica: el vaso medio lleno
Las encuestas que miden la percepci¨®n no revelan la evoluci¨®n real de la corrupci¨®n
Es pan de cada d¨ªa: titulares de noticieros o de peri¨®dicos, encuestas de percepci¨®n sobre corrupci¨®n, importantes personajes de empresa o expresidentes enmarrocados ¡ªo pr¨®fugos¡ª acusados de graves hechos de corrupci¨®n. Probablemente nunca se ha visto en la historia latinoamericana tantas se?ales de corrupci¨®n simult¨¢neamente presentes en la informaci¨®n diaria y tan altos ¨ªndices de percepci¨®n ciudadana sobre la corrupci¨®n.
Parecer¨ªa, pues, que se va de mal en peor en esta materia. As¨ª, el ¨²ltimo Bar¨®metro sobre Corrupci¨®n Global en Am¨¦rica Latina y el Caribe, publicado la semSinana pasada producido por una entidad seria como Transparencia Internacional, da cuenta de que dos de cada tres personas encuestadas afirman que en los ¨²ltimos 12 meses la corrupci¨®n habr¨ªa aumentado. Uno de cada tres encuestados de quienes hab¨ªan usado alg¨²n servicio p¨²blico (polic¨ªa, justicia, etc¨¦tera) reconoc¨ªa haber pagado una coima o "mordida".
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Graves constataciones que expresan un extendido ¡ªy creciente¡ª malestar ciudadano que ya viene teniendo tremendas repercusiones pol¨ªticas. En pa¨ªses como Guatemala o Brasil, el tema puso a millones en las calles, jaque¨® Gobiernos y los tumb¨®. En otros, llueven las denuncias sobre autoridades regionales como ocurre ya con m¨¢s de una docena de gobernadores estatales (o regionales) detenidos o procesados, en cada caso, en pa¨ªses como M¨¦xico o Per¨².
Lo que estas encuestas y mediciones de percepci¨®n y "fotos" de sucesos judiciales y policiales no revelan, sin embargo, es la evoluci¨®n real de la corrupci¨®n. Es decir, los datos objetivos de recursos desviados por la corrupci¨®n de donde deber¨ªan estar hacia las manos de algunos sinverg¨¹enzas. Las percepciones tienen conexi¨®n, por cierto, con la realidad de los hechos, pero no son lo mismo. Con este comentario no pretendo invalidar la importancia de los ¨ªndices o mediciones sobre "percepci¨®n", pero s¨ª ubicarlos en su justo contexto.
Hay tres aspectos sobre los que es necesario hacer una acotaci¨®n.
El primero es que la corrupci¨®n no s¨®lo no es nueva en la historia latinoamericana, sino que, si se hiciera un estudio de todo lo robado "en d¨®lares constantes" a lo largo de la ¨²ltima centuria, probablemente concluir¨ªamos que antes era peor. Varias razones podr¨ªan sustentar esa conclusi¨®n, pero, acaso, la central estar¨ªa en los reg¨ªmenes pol¨ªticos prevalecientes durante el siglo XX que lo permit¨ªan todo... o casi todo.
As¨ª, dictaduras militares con poder absoluto y cero control por instituciones como jueces independientes, Contralor¨ªa, medios de comunicaci¨®n libres o una vigorosa sociedad civil (con la que s¨ª se cuenta hoy) har¨ªan empeque?ecer a los corruptos actuales. Cleptocracia y dictadura fueron el anverso y reverso de Trujillo, Somoza, Odr¨ªa, Stroessner o Pinochet. En obras p¨²blicas sobrevaluadas y en comisiones jugosas por compra de armas probablemente se batieron r¨¦cords mundiales.
El segundo aspecto es que, a diferencia de ese pasado no tan lejano, hoy se cuenta con reg¨ªmenes democr¨¢ticos. Con todas sus carencias y limitaciones, incluyen: a) espacios de independencia judicial, siempre perfectibles, pero sin precedentes en la historia; b) m¨¢s y mejor libertad de expresi¨®n de los medios cl¨¢sicos y vigorosas redes sociales; c) una sociedad civil activa y muy sensible a cualquier sospecha, hecho o evidencia de corrupci¨®n.
Todo esto explica en buena medida por qu¨¦ en estos tiempos hay tantas investigaciones y procesos judiciales que tocan a presidentes, expresidentes, empresarios connotados y pol¨ªticos de distinta naturaleza. Expresa eso una percepci¨®n ciudadana vigorosa e indignada y posibilidades de acci¨®n institucional; un "combo" que no se daba en el pasado.
El tercero, un entorno internacional que contribuye de manera decisiva. Pongo el principal ejemplo. Es de concreci¨®n relativamente reciente la Convenci¨®n de la ONU contra la Corrupci¨®n (2003). Lejos de ser un texto ret¨®rico o vago, este tratado fundamental del que son parte 168 pa¨ªses (incluido EE UU) tiene "dientes". Por ejemplo, procedimientos muy concretos de cooperaci¨®n internacional entre jueces y fiscales que permiten, entre otros resultados, la actual cooperaci¨®n entre fiscales de distintos pa¨ªses en la investigaci¨®n de casos como los de las empresas constructoras brasile?as.
Percepciones crecientes y concernidas expresan, pues, todo esto. M¨¢s informaci¨®n disponible y mejor capacidad de reacci¨®n por la sociedad, pero tambi¨¦n posibilidades sin precedentes de ver acciones y resultados por instituciones como la justicia. Vaso, pues, medio lleno.
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