?A d¨®nde vamos?
La confianza en las instituciones en 20 a?os no supera los 4 de cada 10 latinoamericanos
Un fantasma recorre Am¨¦rica Latina: la desconfianza. Esta se generaliza y proyecta en dos planos: desconfianza interpersonal y desconfianza en las instituciones p¨²blicas y del Gobierno. Pese al crecimiento econ¨®mico, de acuerdo a las mediciones de Latinobar¨®metro nuestra manera de actuar con el otro y nuestra confianza en las instituciones no ha cambiado en los ¨²ltimos 15 a?os. La institucionalidad democr¨¢tica de la regi¨®n, tal cual la hemos conocido, est¨¢ en cuesti¨®n.
As¨ª, la confianza en los partidos pol¨ªticos, el Congreso y el Poder Judicial ¡ªlas instituciones p¨²blicas de la democracia¡ª en los ¨²ltimos 20 a?os no supera los 4 de cada 10 latinoamericanos. En el ¨²ltimo lustro ha bajado de 60 % a 47 % la aprobaci¨®n a los Gobiernos y la inseguridad ciudadana aparece como el principal y creciente problema en la mayor parte de los pa¨ªses. Es muy baja, tambi¨¦n, la representatividad de los congresos nacionales (23% en AL; 8% en el Per¨²) y es pobre la percepci¨®n sobre transparencia gubernamental (36 % en AL; 24 % en el Per¨²).
Al ser ¡°desafecci¨®n¡±, es diferente de una simple indiferencia. Se est¨¢ ante algo que puede ser explosivo si la democracia no es capaz de recrearse. Una mera ¡°indiferencia¡± apuntar¨ªa a que la din¨¢mica social y pol¨ªtica marche en paralelo al Estado: la vida econ¨®mica y social operando al margen de lo que pase en el Gobierno, el Congreso y otras ¨¢reas del Estado. La desafecci¨®n ¡ªdefinida como mala voluntad¡ª apunta, por el contrario, a contradicci¨®n, choque y, en general, a conflicto. Destacan cuatro procesos simult¨¢neos.
En primer lugar, el cambio social producido luego de la d¨¦cada de crecimiento (2002-2012): crecimiento econ¨®mico de 80%, reducci¨®n de la pobreza en 30% (100 millones menos de pobres) y crecimiento de la clase media en otro 30%. Nunca antes la regi¨®n hab¨ªa pasado por tiempos tan expansivos. Esa nueva clase media, sin embargo, no es necesariamente factor de estabilidad. Francis Fukuyama, ha analizado que una clase media amenazada con dejar de serlo ha sido hist¨®ricamente un gran factor de inestabilidad pol¨ªtica y social; tiene m¨¢s informaci¨®n, tiempo y recursos para la protesta que los sectores m¨¢s pobres.
En segundo lugar, el desdibujamiento de las instituciones de representaci¨®n, incluida la presidencia de la rep¨²blica. Y, paralelamente, espacios de poder ¡°desde abajo¡± que la din¨¢mica social ha ido generando y que tendr¨¢n que irse vertebrando dial¨¦cticamente con el ejercicio del poder presidencial y estatal.
El Per¨² viene siendo, en esto, un caso emblem¨¢tico: la popularidad de los ¨²ltimos cuatro Gobiernos elegidos democr¨¢ticamente cay¨® en picada al primer a?o pese a que en esos tiempos la situaci¨®n econ¨®mica era buena. Kuczynski, al a?o de gesti¨®n, anda por el 22/24%.
En tercer lugar, la progresiva autopercepci¨®n de derechos entre la poblaci¨®n y una creciente demanda democr¨¢tica, lo que, en principio, es positivo. Ocurre, sin embargo, en un contexto de d¨¦bil legitimidad de las instituciones p¨²blicas y de los sistemas de representaci¨®n. Esto gatilla la acci¨®n directa a falta de instituciones. Se va labrando, as¨ª, el camino de la participaci¨®n ¡ªa veces tumultuaria y ruidosa¡ª como la v¨ªa m¨¢s directa y confiable de hacerse o¨ªr. La consulta previa y las diferentes exigencias de ser escuchados ante procesos de inversi¨®n en sus tierras y territorios, por ejemplo, han llegado para quedarse y no pasan por lo que piensa o no el presidente de la rep¨²blica.
En cuarto lugar, la mutaci¨®n acelerada de sociedades rurales a urbanas en Am¨¦rica Latina, que no es un dato demogr¨¢fico neutral. Tiene profundas implicancias pol¨ªticas y sociales que m¨¢s del 80 % de la gente viva hoy en ciudades ¡ªo megaciudades¡ª que se encuentran colapsadas en asuntos cruciales como el transporte p¨²blico o el abastecimiento de agua. Esto erosiona el tejido social y alimenta la violencia y la tensi¨®n. As¨ª, las pol¨ªticas del Gobierno local de una megaciudad como Ciudad de M¨¦xico, Bogot¨¢ o Lima, tienen repercusiones sociales y pol¨ªticas grandes dejando de ser un asunto local lo que apunta a revisar dise?os de Estado superados.
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