El 155 de Andrew Jackson
El presidente amenaz¨® en 1832 con invadir Carolina del Sur cuando este Estado se rebel¨® contra un impuesto. Su discurso fue un intenso alegato contra el secesionismo d¨¦cadas antes de la Guerra Civil
¡°Decir que un Estado puede a placer separarse de la Uni¨®n es decir que Estados Unidos no es una naci¨®n¡±. La frase es del presidente Andrew Jackson. El a?o, 1832. Aquel 24 de noviembre, Carolina del Sur decidi¨® anular en su territorio un impuesto federal que perjudicaba sus exportaciones. La teor¨ªa de que los Estados pod¨ªan anular las leyes a su conveniencia no era nueva. Pero en esa ocasi¨®n el presidente Jackson consider¨® que estaba en juego algo m¨¢s que un debate legal sobre los l¨ªmites del federalismo. Si se permit¨ªa a un territorio anular leyes federales, estaba en juego el futuro de Estados Unidos como pa¨ªs.
El 10 de diciembre, Jackson public¨® una declaraci¨®n institucional de 8.800 palabras en la que hac¨ªa una defensa apasionada de los Estados Unidos como naci¨®n, y no solo como una agregaci¨®n de territorios constituidos en estados y unidos por un enemigo com¨²n 60 a?os antes. La Proclama sobre la anulaci¨®n y se considera uno de los grandes documentos que ayudaron a consolidar el pa¨ªs. La argumentaci¨®n de Jackson tiene curiosas resonancias con situaciones como la planteada el pasado 27 de octubre por el Parlamento catal¨¢n.
¡°Ser¨ªa un solecismo argumentar que una parte de una naci¨®n puede disolver su conexi¨®n con las otras partes, con el consiguiente perjuicio o ruina, sin cometer ninguna ofensa¡±, afirma Jackson. ¡°La secesi¨®n, como cualquier otro acto revolucionario, puede estar justificada por el extremo de la opresi¨®n; pero llamarlo un derecho constitucional es confundir el significado de los t¨¦rminos, y solo puede hacerse por error grave, o para enga?ar a aquellos que est¨¢n dispuestos a reivindicar un derecho, pero ser parar¨ªan antes de hacer una revoluci¨®n, o sufrir las penas que traer¨ªa consigo el fracaso¡±.
Esto es importante en el texto de Jackson. Las autoridades de Carolina del Sur, advierte, est¨¢n enga?ando a sus ciudadanos al afirmar que todo es legal y que no tiene consecuencias graves. En un tono ¡°paternal¡±, se dirige a los ciudadanos del Estado sure?o: ¡°Dejadme deciros, compatriotas, que est¨¢is siendo enga?ados¡±. ¡°Vuestro orgullo fue excitado al deciros que vuestra sumisi¨®n a estas leyes (el impuesto en cuesti¨®n) era un vasallaje, y que la resistencia a las mismas es igual de patriota que la oposici¨®n de nuestros padres a las leyes de opresi¨®n de Gran Breta?a. Os han dicho que esta oposici¨®n puede ser pac¨ªfica, que se puede hacer de forma constitucional, que podr¨¦is disfrutar de todas las ventajas de la Uni¨®n sin tener ninguna de las cargas. Elocuentes llamados a vuestras pasiones, a vuestro orgullo de Estado, a vuestro coraje natural, a vuestro sentido de lo que es una injusticia, se hicieron para prepararos para el periodo en el que haya que quitarse la m¨¢scara que esconde el espantoso aspecto de la desuni¨®n¡±.
La traici¨®n nunca es pac¨ªfica, ven¨ªa a argumentar el presidente. Solo se puede poner en pr¨¢ctica con violencia. Y en ese caso, debe ser contestada con violencia. La advertencia no pod¨ªa ser m¨¢s clara. La proclamaci¨®n de Jackson pide a los ciudadanos de Carolina del Sur que no apoyen semejante locura. Al mismo tiempo, pide a todos los norteamericanos que le apoyen a ¨¦l sin fisuras en caso de que se tuviera que llegar a lo peor, que ¡°no ser¨¢ por una ofensa por parte de Estados Unidos¡±. Es decir, ¨¦l no va a pegar el primer tiro. Pero est¨¢ preparado.
Jackson deja claro que la ley no se negocia, ni ¨¦l podr¨ªa hacerlo: ¡°Las leyes de Estados Unidos deben ser ejecutadas. Yo no tengo poder discrecional sobre esta cuesti¨®n. Mi deber est¨¢ enf¨¢ticamente promulgado en la Constituci¨®n. Los que os han dicho que pod¨¦is frenar su ejecuci¨®n pac¨ªficamente, los que os han enga?ado, no pueden haberse enga?ado a s¨ª mismos. Saben que solo por la fuerza se puede prevenir la ejecuci¨®n de la ley, y saben que esa oposici¨®n debe ser repelida¡±.
El Congreso aprob¨® una ley para enviar tropas a Carolina del Sur si fuera necesario. La amenaza surti¨® efecto y, tres meses despu¨¦s, Carolina del Sur se ech¨® atr¨¢s. Estados Unidos, por su parte, matiz¨® el dichoso impuesto. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, Carolina del Sur volvi¨® a rebelarse, esta vez por las armas, contra el intento de abolir la esclavitud.
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