Y Trump se hizo due?o del Partido Republicano
Pocos plantan cara al hombre que ha devuelto Washington a los conservadores
Donald Trump lanz¨® una opa hostil al Partido Republicano cuando se postul¨® como candidato presidencial y arras¨® en las primarias. Lenguaraz e incendiario, rupturista y agitador contra el establishment, lleg¨® a la recta final de la campa?a repudiado por la plana mayor de la formaci¨®n, pero cuando el 8 de noviembre de 2016 se erigi¨® en el ganador inesperado el cierre de filas fue autom¨¢tico. Con cr¨ªticas puntuales a determinados tuits o propuestas de Trump, el poder del presidente se ha reforzado un a?o despu¨¦s. Al fin y al cabo, los republicanos han recuperado la Casa Blanca, vuelven a controlar las dos C¨¢maras y han percibido que el trumpismo sigue fuerte.
No solo es que el apoyo de los votantes republicanos a Trump permanece intacto (con un ¨ªndice de aprobaci¨®n del 83%, seg¨²n Gallup), sino que, adem¨¢s, Trump despierta m¨¢s confianza que los legisladores del partido. El Pew Research acaba de publicar un estudio con datos significativos. La popularidad de Trump entre el conjunto de los estadounidenses (dem¨®cratas y republicanos) sigue en m¨ªnimos hist¨®ricos, pero la de los legisladores es a¨²n peor. Si solo un 34% aprueba la gesti¨®n del presidente, el visto bueno para los l¨ªderes conservadores en el Congreso cae hasta 22%, lo que significa un derrumbe de 12 puntos respecto al 34% con el que comenzaron el curso el pasado febrero.
Adem¨¢s, los republicanos ven al heterodoxo Trump m¨¢s republicano que hace un a?o. Si en octubre de 2016, poco antes de las elecciones, un 65% consideraba que representaba los valores tradicionales del partido, el mes pasado lo cree as¨ª un 68%. Cumpli¨® con el nombramiento de un juez conservador en el Tribunal Supremo y ha contentado a la derecha religiosa con una agenda regresiva en los derechos de la comunidad LGTB o el aborto. Y espera poder poner en marcha la que promete ser¨¢ la mayor rebaja de impuestos al menos desde Reagan. Poco cohesiona m¨¢s a los republicanos que eso.
Elecciones legislativas
A sus formas se han ido acostumbrando; hay quien apoya a Trump a pesar de ellas y quien lo hace especialmente por ellas, porque ven en su estilo agresivo algo aut¨¦ntico. ¡°Ahora es el Partido de Trump¡±, se titulaba un art¨ªculo a finales de octubre de Real Clear Politics. En ¨¦l, Patrick Buchanan lanza varias preguntas: ¡°?Cree el Partido Republicano que si Trump cae, o le hacen caer, heredar¨¢n su territorio y ser¨¢n recibidos como el hijo pr¨®digo? ?Creen que su vieja agenda de fronteras abiertas, de cruzada por el globalismo y la democracia puede ser de nuevo la agenda de Am¨¦rica?¡±.
El trumpismo, siempre han coincidido los expertos, va m¨¢s all¨¢ de Trump. Es la consecuencia de un sentimiento hermano o heredero del Tea Party que cristaliz¨® en un l¨ªder carism¨¢tico. Pero toda esta quietud puede quebrarse en noviembre de 2018, cuando se celebran las elecciones legislativas, en pleno ecuador del mandato. Si los legisladores detectan que el efecto Trump les perjudica es posible que el apoyo se quiebre. Tambi¨¦n una revelaci¨®n en la investigaci¨®n de la trama rusa que implicase grave y directamente a Trump har¨ªa saltar el tablero. De momento, el sentir general est¨¢ cerca de lo que expres¨® este verano el congresista californiano Duncan Hunter: ¡°Trump es un gilipollas, pero es nuestro gilipollas¡±.
Los ¨²ltimos rebeldes
El cierre de filas en torno a Trump tiene pocas pero ruidosas excepciones. Al veterano senador por Arizona John McCain, candidato presidencial en 2008, hay quien en Washington lo ha llamado de broma ¡°el verdadero jefe de la oposici¨®n¡±, en referencia a su actitud cr¨ªtica con el presidente y la debilidad de los dem¨®cratas. McCain se enfrent¨® con el mandatario durante la campa?a electoral, cuando este se mof¨® de su condici¨®n de h¨¦roe de guerra, y se ha mostrado combativo a lo largo de este a?o, criticando las formas de Trump y algunas decisiones, como el veto a los transg¨¦nero en el Ej¨¦rcito o la amenaza de deportar a los dreamers (indocumentados que inmigraron siendo ni?os y han crecido en Estados Unidos).
Jeff Flake, el senador del mismo Estado, ha anunciado que no competir¨¢ por la reelecci¨®n (lo ten¨ªa dif¨ªcil) y ha lanzado un duro manifiesto contra el magnate: ¡°Tengo hijos y nietos. No ser¨¦ c¨®mplice de Trump¡±. Tambi¨¦n ha habido cr¨ªticas del expresidente George W. Bush, as¨ª como de otros legisladores conservadores, como Bob Corker, que es presidente del comit¨¦ de Exteriores, o Susan Philips, de Maine.