Trump no sabe perder
Empuj¨® al primer ministro montenegrino, no solt¨® la mano a Macron, invent¨® hechos alternativos, intimid¨® al director del FBI, insult¨® por Twitter... el presidente de EE UU se define en cinco escenas
![Jan Mart¨ªnez Ahrens](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fa8d3d51b-63fb-4044-90fa-fc3e6fdae017.jpg?auth=71cb888c68a3f94c3df73f306ba94a01247a7b5ba098ef4cc58889f1128b4244&width=100&height=100&smart=true)
Fue hace un a?o. El 8 de noviembre de 2016, Donald Trump gan¨® las elecciones. Desde entonces, la historia se ha acelerado. En sus nueve meses de mandato, el presidente ha intentado dar la vuelta a todo. Desde retirar a EEUU del pacto contra el cambio clim¨¢tico a imponer el veto migratorio, bombardear Siria o iniciar la escalada nuclear con Corea de Norte.
Aunque es pronto para conocer el impacto de sus medidas, en algo si hay ya consenso: muchas cosas habr¨¢n podido cambiar, pero no ¨¦l. ¡°Gobierna igual que cuando hac¨ªa campa?a, y as¨ª ser¨¢ dif¨ªcil que crezca como presidente. Pero si mantiene la polarizaci¨®n habr¨¢ espacio para ¨¦l y una posible reelecci¨®n¡±, explica Julian Zelicer, profesor de Historia de la Universidad de Princeton. ¡°Sigue como siempre. A sus 71 a?os se cree superior y con sus artima?as ha conseguido el empleo m¨¢s poderoso del mundo. ?Para qu¨¦ iba a cambiar?¡±, apostilla el bi¨®grafo y Premio Pulitzer David Cay Johnston.
Fiel a s¨ª mismo, el presidente ha empleado las mismas t¨¦cnicas de divisi¨®n y ataque que us¨® como candidato. El resultado ha tra¨ªdo algunas escenas inesperadas. Estos son cinco de sus momentos estelares.
Los hechos alternativos estrenan era
![Imagen comparativa de las tomas de posesi¨®n de Obama (izquierda, 2013) y Trump.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PSCS7NN6JE4YQT35SHYRWU5T5Q.jpg?auth=992e98adcc0bb31ad1188f4e2f4526ff4c1b322a763e1c24c9309d3578ac753c&width=414)
Todo empez¨® con la lluvia. Las primeras gotas empezaron a caer cuando Donald Trump estaba jurando el cargo sobre la biblia de Abraham Lincoln. Luego, al escucharse las salvas fusileras, la precipitaci¨®n ya hab¨ªa adquirido consistencia. No fue a m¨¢s, pero a nadie que presenci¨® en el Capitolio la investidura se le escap¨® que all¨ª hab¨ªa llovido. Poco, pero llovi¨®.
Dio igual.
En su relato de la ¡°maravillosa¡± jornada del 20 de enero, el republicano mejor¨® de tal modo la realidad que elimin¨® la lluvia. La afirmaci¨®n, que caus¨® inmediatas suspicacias, qued¨® pronto eclipsada por otra sorpresa mayor. Trump y sus voceros contaron al mundo que aquella ceremonia (sin lluvia) hab¨ªa tenido la mayor asistencia registrada hasta entonces.
Cuando salieron las fotograf¨ªas que demostraban que en cualquiera de las dos investiduras de Barack Obama la afluencia hab¨ªa sido superior, la asesora Kellyanne Conway dio con un hallazgo destinado a la perplejidad hermen¨¦utica: aleg¨® que, lejos de tratarse de una mentira, eran puros ¡°hechos alternativos¡±. Quedaba inaugurada la era de la posverdad presidencial.
?Cena en la intimidad con el director del FBI
![El exdirector del FBI James Comey jura ante el Comit¨¦ de Inteligencia del Senado.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QJQ62GQABOUDHI4UKCVRTGEYLI.jpg?auth=c1ab47fc3adce86bf6da8caabaab7f825bb647d6538e510572899a8644bad948&width=414)
No hab¨ªa pasado una semana de la investidura y el director del FBI, James Comey, acudi¨® a cenar a la Casa Blanca. Le hab¨ªa llamado el propio presidente y pensaba que iba a encontrarse con m¨¢s comensales. Pero tras cruzar el umbral, pudo comprobar que aquello era otra cosa. Le hicieron pasar al Sal¨®n Verde y le sentaron en una mesa oval demasiado peque?a para alguien que mide 2,03 metros. La comida la serv¨ªan dos asistentes que desaparec¨ªan tan pronto como dejaban el plato. Trump, poderoso y solitario, le miraba fijamente.
El director del FBI, c¨®mo el mismo detall¨® ante el Senado, se sinti¨® intimidado. ¡°Mis instintos me dec¨ªan que esa cena buscaba establecer una relaci¨®n clientelar¡±.
En esa sospechosa intimidad, el presidente le pregunt¨® si quer¨ªa seguir como director del FBI y le record¨® que era un cargo con muchos pretendientes. Comey, en cuyas manos estaba la investigaci¨®n de la trama rusa, trat¨® de esquivar el golpe recordando su car¨¢cter apol¨ªtico, pero Trump no dej¨® escapar a la presa. ¡°Necesito lealtad, necesito lealtad¡±, le espet¨®.
La respuesta fue muda: ¡°No me mov¨ª ni habl¨¦ ni cambi¨¦ mi expresi¨®n facial durante el embarazoso silencio que sigui¨®. Simplemente nos miramos el uno al otro¡±.
A partir de aquel instante, Comey, siempre seg¨²n su relato, trat¨® de evitar al presidente de Estados Unidos. Durante tres largos meses, se sinti¨® sucesivamente ¡°asombrado, confuso, turbado¡± por las supuestas presiones para enfriar las investigaciones de la trama rusa. El 9 de mayo, tras una larga resistencia, fue despedido.
El empuj¨®n por ser el primero en la foto
![Trump empuja al primer ministro de Montenegro en la cumbre de la OTAN en Brusela el pasado mes de mayo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QS3JEXPN2ZXPUUIXXXGMR2DA3Y.jpg?auth=cebe089e0b4ef19735960cd8eb8f730b2c9cc7ebfd5f29904fd0170b6072ba29&width=414)
Trump odia la segunda fila. Para ¨¦l, quien no gana, pierde. Y adem¨¢s es motivo de burla. ¡°Amo a los perdedores porque me hacen sentir bien conmigo mismo¡±, se mofaba hace una d¨¦cada en las conferencias que impart¨ªa para explicar su camino al ¨¦xito.
Esa necesidad de triunfo genera en el presidente una ansiedad por ser siempre el primero, como pudo verse en mayo pasado en la cumbre de la OTAN en Bruselas. Era su primera gran experiencia diplom¨¢tica europea y ese d¨ªa los mandatarios se dirig¨ªan a hacerse la foto de familia. Trump se hab¨ªa rezagado. Pero en lugar de quedarse atr¨¢s, ese sitio tan odioso, decidi¨® ponerse delante. En su camino se interpon¨ªa el primer ministro de Montenegro, Dusko Markovic. Sin miramientos, Trump le dio un empuj¨®n y tom¨® su lugar. Complet¨® la escena, ajust¨¢ndose la americana en adem¨¢n dominante. Volv¨ªa a estar en primera fila.
D¨¢ndole la mano y algo m¨¢s a Macron
![Apreton de manos de Trump y Macron en la cumbre de Bruselas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/H6UJZQHT6KOSFKN3DZBNBXRLDA.jpg?auth=5df38f6da815b6d98326ed707dc383393f586345bf52dae36c56ab0d8d30d60b&width=414)
Esa misma cumbre depar¨® otro momento Trump. En Bruselas coincidi¨® con su gran antagonista mundial, el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron. Dos ideolog¨ªas opuestas se estrecharon la mano. En el apret¨®n, Macron sorprendi¨® a Trump y mantuvo el saludo m¨¢s tiempo de lo esperable. Luego se jact¨® de que hab¨ªa sido un gesto premeditado. ¡°Es una forma de mostrar que no vamos a hacer peque?as concesiones, aunque sean simb¨®licas¡±, dijo.
El presidente de EEUU tom¨® nota y el 14 de julio, en su visita de Estado a Francia, devolvi¨® el golpe. Fue al finalizar el desfile. A la hora despedirse, Trump le dio la mano a Macron y partir de ah¨ª empez¨® el suplicio para el franc¨¦s. Durante 28 eternos segundos le tuvo atrapado. M¨¢s corpulento y m¨¢s alto, Trump le clav¨® a su vera y sin soltarle la mano le palmote¨® en el pecho, los brazos y el hombro y hasta abraz¨® a su esposa Brigitte mientras el orbe ve¨ªa a un Macron azorado y sin poder soltarse de su invitado. Trump, otra vez, se sent¨ªa ganador.
Twitter, el escenario de sus pasiones
![Los jugadores de los Ravens se arrodillan ante el himno.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5NLV2O3MNOUDZOEA2HTDLXG3BI.jpg?auth=85f2ec60dedf8e10aed778b65e714d98a95f6d4f2529c06a9660fefce18689d2&width=414)
Trump revive en Twitter. Es su escenario preferido. All¨ª se libera y, a cualquier hora, muestra su rostro interior. Puede ser un ataque al l¨ªder norcoreano, un insulto a su antigua rival dem¨®crata o una andanada a los medios cr¨ªticos
Su ¨²ltima gran dentellada ha sido a la NFL, la liga de f¨²tbol americano. El primer aviso lleg¨® a finales de septiembre, cuando se lanz¨® contra los jugadores negros que se arrodillaban durante el himno en se?al de protesta por los abusos raciales en EEUU. Empez¨® con la gran estrella de los Warriors, Stephen Curry, a quien retir¨® una invitaci¨®n a la Casa Blanca. Prosigui¨® en un mitin en Alabama donde llam¨® ¡°hijos de puta¡± a los deportistas que ¡°faltaban el respeto¡± a la patria. Y remat¨® d¨ªas despu¨¦s pidiendo que se boicotease a los clubes que no despidiesen a los jugadores.
El incendio a¨²n dura. La liga, con un 70% de jugadores negros y unas ¨¦lites altamente conservadoras, le dio la espalda al completo. Los Giants, los Patriots y hasta el mismo presidente de la NFL, antiguo amigo de Trump, le reprocharon abrir una nueva fractura social. Universidades, intelectuales, movimientos sociales le acusaron de racista. Pero el presidente no cedi¨®. Por el contrario, su ¨²ltima contestaci¨®n ha sido pedir que aumenten los impuestos a la NFL. ¡°?Que cambien la ley fiscal ya!¡±, ha clamado. En Twitter, por supuesto.
Sobre la firma
![Jan Mart¨ªnez Ahrens](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fa8d3d51b-63fb-4044-90fa-fc3e6fdae017.jpg?auth=71cb888c68a3f94c3df73f306ba94a01247a7b5ba098ef4cc58889f1128b4244&width=100&height=100&smart=true)